El liberal Emmanuel Macron y su rival ultraderechista Marine Le Pen retomaron hoy la campaña a tres días del balotaje para movilizar a sus electores a votar y convencer a los indecisos, tras el tenso debate de ayer.
Esta crucial elección presidencial, que debe fijar el rumbo de Francia hasta 2027, entra en su tramo final con dos candidatos con visiones diferentes sobre el lugar del país en el mundo, la transición ecológica, la migración o el islam, entre otros temas.
"Nada está decidido", advirtió Macron durante una visita a Saint-Denis, un popular suburbio del norte de París, aunque los últimos sondeos le dan de 6 a 15 puntos de ventaja frente a su rival de extrema derecha en la votación del domingo.
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Por su parte, Le Pen pasó a la ofensiva en su bastión del norte de Francia, donde cargó en su último mitin contra su "arrogante" rival, que "no ama a los franceses", y presentó el balotaje como un referendo: "¿Macron o Francia?", informó la agencia de noticias AFP.
Además de denunciar mutuamente sus programas, los dos finalistas buscan movilizar una imagen desfavorable del otro: Macron, como "arrogante" y "presidente de los ricos" y Le Pen como un "peligro" extremista si llega al poder.
Ambos luchan además por atraer a los electores del izquierdista Jean-Luc Mélenchon, que se quedó a las puertas del balotaje con casi un 22% de votos. Un tercio votará por Macron y un 18% por Le Pen, pero la mitad no dijo aún qué hará, según un sondeo de Ipsos/Sopra Steria.
En Saint-Denis, donde Mélenchon se impuso en la primera vuelta, el mandatario liberal lanzó un mensaje a los habitantes de los "barrios populares", a los que definió como una "oportunidad" para el país, y atacó el programa económico de su rival. Su campaña la cerrará el viernes en Figeac (centro).
Durante el debate de ayer, los finalistas ya intentaron marcar puntos en ese campo.
El candidato de La República en Marcha (LREM), de 44 años, estimó que la propuesta de su rival de prohibir el velo islámico en público llevaría a una "guerra civil" en Francia.
Le Pen calificó, por su parte, de "injusticia absolutamente insoportable" la propuesta estrella de su rival de retrasar la edad de jubilación de 62 a 65 años, aunque este se abrió a atrasarla solo a 64, en un guiño a los votantes de izquierda.
El viaje este jueves de la heredera del Frente Nacional (FN) al norte, la segunda región más pobre de Francia en Europa, tampoco fue baladí, porque le sirvió para retomar su eje de campaña: el temor a la la pérdida de poder adquisitivo.
Casi 15,6 millones de telespectadores siguieron el miércoles por la noche el único debate cara a cara de la campaña que opuso, como en 2017, a Macron y Le Pen, casi un millón menos que entonces, según las cifras de empresa de mediciones Mediamétrie.
La prensa estimó que el presidente saliente dominó el debate, si bien su contrincante "resistió el golpe", a diferencia de hace cinco años cuando esta última enfrentó críticas por su "agresividad" y "falta de preparación".
Tras la primera vuelta, la mayoría de los candidatos derrotados, salvo excepciones como el ultraderechista Éric Zemmour, llamaron a votar por el centrista o contra su rival, tratando de resucitar una especie de "frente republicano", como en 2002.
Este jueves se cumplen 20 años de ese día. El padre de Marine Le Pen, Jean-Marie Le Pen, logró entonces contra todo pronóstico pasar al balotaje, pero el conservador Jacques Chirac lo venció con más del 80% de votos dos semanas después.
Chirac se benefició de un cordón sanitario contra Le Pen. "La idea del Frente Republicano", en su forma actual, "viene de ese momento", explicó a la AFP el historiador Jean Garrigues, para quien ahora regresó una "reflejo republicano" entre los electores.
Actores, deportistas, intelectuales, medios de comunicación y sindicatos llamaron a impedir la llegada de Le Pen al poder, aunque el presidente centrista consideró que el "frente republicano ya no existe".
Con información de Télam