Lula llegó a la mitad de su mandato: el balance de cara a un año clave

El presidente brasileño se reposicionó como líder en la arena internacional y, a pesar de los triunfos económicos, cerró el año con fuertes presiones del mercado financiero.

30 de diciembre, 2024 | 00.05

Los resultados de mitad de gestión del presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva se pueden analizar en distintos planos: desde la economía, el Congreso, los avances en materia judicial sobre la tentativa de golpe de Estado, las elecciones municipales y en la consolidación de la política exterior con base en el reposicionamiento internacional como latinoamericano del país, como líder del G20, en el Mercosur y en la alianza con la Unión Europea. “A partir de ahora, cosecharemos todo lo que sembramos en estos dos años de gestión, en todos los ámbitos”, es el mantra que repite el líder del Partido de los Trabajadores (PT) de cara a un año clave que estará atravesado por un escenario preelectoral hacia 2026 y una arena internacional marcada por el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.

Lula “llega bien” a la mitad de su tercer mandato, pero seguramente “no tanto como a él mismo le gustaría”, sostuvo ante El Destape, Rafael Oliveira, un académico formado en periodismo, historia y ciencia política, y actual profesor de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG).

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“Alcanzó marcas históricas de desempleo, hubo una reducción sustancial de los incendios en la Amazonía y en los Cerrados. También hubo una baja histórica de la pobreza y de la extrema pobreza, una apertura récord de nuevos mercados, especialmente en el ámbito de los agro negocios; y un crecimiento del PBI por encima de los esperado durante todos los trimestres”, enumeró Oliveira y destacó la “recuperación institucional” del país.

Datos sobre pobreza y extrema pobreza del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).

A ello se suman las agitadas sesiones en el Congreso en las últimas semanas en las que aprobó reglamentaciones clave para la primera reforma tributaria hecha en 60 años junto con un paquete financiero para regular los gastos del Estado para el 2025.

Las celebraciones por los datos aportados por las instituciones públicas contrastaron con la presión del mercado financiero con la volatilidad del dólar ante el real y con una encuesta de DataFolha, que indicó que el ex líder metalúrgico comenzará su tercer año con sólo un 35% de aprobación de su gestión contra un 34% que la consideró “mala o pésima”. El mandatario siguió esos datos desde el Hospital Sirio Libanés de San Pablo en donde debió ser sometido a dos cirugías intracraneanas debido a una hemorragia que sufrió luego de un golpe que tuvo en la cabeza en octubre.

A los ojos de Oliveira, estos datos reflejan que todavía hay medidas que no llegaron a la mesa de las personas y que muchas todavía están atravesadas por el “sentido de polarización”. Para él la popularidad “es una película y no una foto” como la que se puede ver ahora que, a pesar de todo, “demuestra equilibro, lo que da una perspectiva de serenidad en el corto plazo”.

Ambiente y seguridad pública

Las cuestiones medioambientales y de seguridad pública son dos puntos que aparecieron como relevantes en los últimos días también que el Gobierno deberá trabajar en aras de consolidar una imagen positiva. Por ejemplo, más allá de las políticas positivas para frenar la deforestación del Amazonas, el Gobierno se choca con la idea de explotación de gas y petróleo en el río homónimo, repudiada por las comunidades indígenas que reclaman una "transición energética justa".

En cuanto a las cuestiones de seguridad pública, la violencia policial generó mucha indignación, especialmente en San Pablo y Río. Por ejemplo, cuando la policía arrojó a un hombre detenido desde un puente o cuando una mujer fue baleada en la cabeza o cuando un hombre recibió un tiro a quemarropa mientras filmaba un operativo. Para intentar poner un límite, Lula firmó en los últimos días del año un decreto para restringir el uso de armas y determinó que los efectivos no pueden reaccionar en forma discriminatoria por el color de piel, identidad de género y orientación sexual de las personas.

El desafío con el Congreso

El vínculo con el Congreso fue y es clave para Lula. Los vaivenes en las negociaciones llevaron a que hiciera modificaciones en su gabinete para que cada uno de los partidos que forma parte de la amplia alianza de Gobierno tuviera voto en la política. De hecho, por ejemplo, el presidente saliente de Diputados, Artur Lira, apuntó la posibilidad de una reforma ministerial dada la “desigual representación de los partidos”. “Hay partidos que apoyan que se sienten desacreditados y partidos que son considerados que no apoyan”, dijo tras bastidores, según reportó el portal de noticias G1.

La posibilidad que se barajó es que tuvieran en cuenta los resultados de las elecciones municipales, en las que el Partido Socialista Democrático (PSD) se llevó la mayor cantidad de distritos y es uno de los más fieles en las votaciones, pero sólo tiene uno de los 31 ministerios.

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva con su esposa Janja Lula da Silva en su internación en el Hospital Sirio Libanés de San Pablo.

“Es preciso mejorar la interlocución con el Congreso para 2025, mejorar y ampliar la relación con los congresistas y una reforma ministerial bien hecha puede ser una solución”, coincidió Oliveira, que sumó a este punto las partidas que reciben los parlamentarios para obras en sus municipios y habían sido suspendidas por falta de transparencia, pero son recursos cuestionados por sectores de izquierda por ser considerados “beneficiosos” para la derecha. En ese sentido, para Oliveira se trata de “englobar a los dos polos ideológicos” y que, al mismo tiempo, el país “se vuelva más sustentable”.

El diputado federal por Republicanos (centro derecha) Hugo Motta es el señalado para suceder a Lira al frente de la Cámara, que ya fue recibido por Lula tras recibir el apoyo de bolsonaristas y lulistas. En el Senado, Rodrigo Pacheco dejará la presidencia recién en febrero. Allí, el nombre que suena es el de Davi Alcolumbre, de Unión Brasil (derecha). Ambos serán claves para la aprobación del presupuesto para 2025 que todavía no fue discutido, pero que ya se debate tras bambalinas junto con la presidencia de las comisiones.

Elecciones municipales, la tentativa de golpe y Bolsonaro

  • Las elecciones municipales de octubre pasado reordenaron el escenario interno de Brasil de cara a las presidenciales y legislativas nacionales de 2026. Con ellas, quedaron ya marcados cuáles pueden ser los partidos con más posibilidades de para llegar al Congreso dentro de dos años. Entre ellos, el Partido Social Democrático (PSD), que obtuvo la mayor cantidad de municipios y el Partido Liberal (PL) –del ex presidente Jair Bolsonaro-, mientras que el PT también consiguió aumentar el número de representación, pero no tanto como lo esperaba. Las lecturas sobre el resultado fueron diversas en medio de un clima fuertemente polarizado en el que se consolidaron figuras que hacen gala de su bolsonarismo, incluso, sin el apoyo del mismo expresidente, como el caso del ex coach de autoayuda Pablo Marçal, que casi se queda con la intendencia de San Pablo, la capital económica del país vecino. Mientras que gobernadores de la derecha también lograron posicionarse, como el de Minas Gerais, Romeu Zema; y el de San Pablo, Tarcísio de Freitas, entre otros.
     
  • Los avances en materia judicial en la causa que investiga la tentativa de golpe del 8 de enero de 2023 para destituir a Lula pusieron en jaque -por ahora- el plan de Bolsonaro para regresar al poder en 2026. Dos hechos fueron fundamentales: un nuevo ataque en la explanada de los Tres Poderes cometido por un excandidato a concejal afiliado al PL y el descubrimiento por parte de la Policía Federal de Bolsonaro como líder de la tentativa de golpe, que también incluía un plan de asesinato de Lula, del vicepresidente, Geraldo Alckmin; y del juez de la Corte Suprema, Alexandre de Moraes. Con De esa manera, quedó opacado el fuerte protagonismo que tuvo en las municipales que lo llevaron a buscar en el Congreso la aprobación de una amnistía para las personas condenadas que también lo beneficiaría.
     
  • A pesar de ello, Bolsonaro no se da por vencido e insiste: “El candidato soy yo”, dice y sostiene que sólo desistirá sólo si estuviera muerto.

Lula en versión líder internacional

“Brasil hoy es un centro diplomático del mundo”, afirmó Oliveira. El especialista señaló que el país “ya logró retomar y consolidar su protagonismo” en un mundo que ahora mira con atención el ascenso de Trump como presidente de Estados Unidos desde este 20 de enero. “Es una incógnita el péndulo de la diplomacia mundial y habrá que ver el tipo de alianza que construye con Argentina”, agregó.

Mientras se define el rumbo que tomará Estados Unidos, el mandatario brasileño se anotó varios goles en la escena internacional:

  • El G20 en Río de Janeiro: culminó con la creación de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, iniciativa del propio Lula, para la que consiguió 148 adhesiones y la firma de 82 países -incluso la del ultraderechista Javier Milei, que intentó boicotearla hasta último momento.
  • Acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE): la diplomacia brasileña fue clave para la retomada de las extensas negociaciones entre ambos bloques y el resultado finalmente se dio a conocer en la última Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur, en Uruguay, en diciembre. Hasta allí viajó la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, para anunciar la puesta a punto del tratado que incluye un mercado común con 700 millones de personas con grandes beneficios arancelarios y una expectativa de más de 20 millones de dólares. Aunque todavía falta -y son varios los países europeos que planean oponer resistencia encabezados por Francia-, fueron más de 25 largos años de debates y discusiones que se cerraron entre abrazos y aplausos.
  • Los BRICS y el Sur Global: la llegada de Lula a la presidencia significó un reimpulso para los BRICS -la alianza de economías emergentes que busca promover la cooperación económica y política del sur global-. Desde allí, junto con China, Rusia, India y Sudáfrica, entre otros, buscan hacer de contrapeso de occidente a través, por ejemplo, de la sustitución del dólar en las operaciones comerciales, un detalle que Trump ya consideró una amenaza para su país.

En América Latina y el Caribe, la influencia petista fue más complicada: rompió relaciones históricas con Nicaragua tras el intento de liberación de un cura que fue encarcelado por el Gobierno de Daniel Ortega y, de ahí en más, las rispideces no cesaron. Nicaragua decidió retirar a su delegación diplomática y Brasil respondió bajo el principio de reciprocidad.

Venezuela junto con Argentina representaron los puntos más conflictivos en términos de relaciones con el gigante sudamericano. Las buenas migas con el Gobierno de Nicolás Maduro se acabaron tras las infructuosas negociaciones para que publicaran el escrutinio de las elecciones del 28 de julio que, según la Cámara Nacional Electoral local, dieron como ganador al presidente Nicolás Maduro. El vínculo no se rompió, pero se tensó hasta el punto que el asesor en Política Exterior del gobierno brasileño y mano derecha de Lula, Celso Amorím, casi fue declarado persona non grata por la Asamblea acusado de injerencista y de “mensajero del imperialismo norteamericano”.

Por el lado argentino, Milei no fue más que una piedra en el zapato desde que asumió su gestión. El presidente argentino nunca respondió al pedido de disculpas que exigió el brasileño luego de ser insultado y llamado “corrupto” y “comunista”, lo que llevó a que los representantes de los mayores socios comerciales del Mercosur nunca mantuvieran un encuentro bilateral. Como si fuera poco, en la reunión del G20, Milei casi pone en jaque la firma del Acuerdo contra el Hambre de Lula tras pedir que se quitaran referencias a la Agenda 2030, que repudia por considerarla de “corte socialista”

Más allá de eso, en ciertas ocasiones primó el pragmatismo: el lulismo salvó a la Argentina en medio de una crisis por el desabastecimiento de GNC y desde agosto está al resguardo de la embajada y de los intereses del país en Caracas, tras el rompimiento de las relaciones diplomáticas entre Argentina y Venezuela. En 2025, en tanto, tendrá que lidiar con un Milei al frente del Mercosur, un bloque que amenaza con romper.

Al cabo de este derrotero, para Olivera la expectativa es mantener los logros conseguidos, sobre todo de la mano de los BRICS “para que mantengan su papel de ascenso en la economía mundial y en la importancia geopolítica del Sur Global”. Mientras tanto, en el otro polo del mundo, Trump ya desde antes de asumir amenazó con poner en riesgo la soberanía de otras naciones, su independencia y sus territorios. Quedará entonces esperar que quien asume ahora el liderazgo de los Estados Unidos “no pierda el juicio”, concluyó el analista.