Presidentes impopulares, una debilidad que se expande en América Latina

Las luna de miel cada vez duran menos y los picos de apoyo de la pandemia, desaparecieron hace mucho. Bukele y López Obrador como las excepciones en el mapa actual. 

03 de junio, 2023 | 00.05

Los mandatarios y mandatarias de la región son, mayoritariamente, impopulares. Salvo algunas excepciones como Nayib Bukele en El Salvador o Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en México, los presidentes latinoamericanos tienen, según las encuestas, más rechazo que aprobación y varios jefes de Estado cuentan con menos del 30% o 20% de apoyo. La luna de miel es cada vez más corta y la posibilidad de reelección parece imposible. La pregunta que surge es por qué no logran seducir a su población, qué tanto impactó tuvo la pandemia y qué hacen quienes sí son valorados.

Situación

Bukele encabeza el ranking de mandatarios más populares, con algunas encuestas que le otorgan hasta un 90% de apoyo al cumplir cuatro años de gobernanza. Le siguen de cerca los mandatarios de Costa Rica, Rodrigo Chaves, aunque puede considerarse en luna de miel aún ya que apenas lleva un año de gestión, y de República Dominicana, Luis Abinader. El caso más excepcional es quizás el de López Obrador, dado que su popularidad se mantiene alta, gobierna la segunda economía de la región y va por su quinto año de gestión. Sin embargo, la situación de la mayoría del resto de los mandatarios es muy distinta, con administraciones más cortas el apoyo ha descendido rápida y notablemente e independientemente del signo político.

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“La popularidad de los presidentes está en promedio en niveles muy bajos, muchos de ellos por debajo del 30%. Uno de los fenómenos que vemos es cuál es la curva de aprobación desde que el presidente asume y en la medida en que van transcurriendo los meses o lo que suele llamarse luna de miel presidencial. Lo que se puede observar es que ese capital político inicial se está perdiendo cada vez con mayor rápidez y eso contribuye precisamente a la consolidación de niveles de aprobación bajos”, explicó a El Destape la coordinadora de Investigación de Directorio Legislativo, Felicitas Torrecilla, organización que se encarga de realizar un monitoreo bimestral de 100 consultoras en 18 países de la región.

En el último monitoreo de marzo abril se destacó a AMLO con un 60% de imagen positiva, a Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil con un 50%, aunque con menos de seis meses en el gobierno. Luis Lacalle Pou, de Uruguay, con el 45% que si bien es alto, descendió casi 20 puntos desde que asumió, Luis Arce de Bolivia y Gustavo Petro de Colombia con el 41% y en descenso. Le siguen Gabriel Boric de Chile con el 30%, Mario Abdo Benítez de Paraguay y Alberto Fernández con el 19%, Dina Boluarte de Perú con el 17% y Guillermo Lasso con el 16%, entre los menos populares, y en algunos casos, con rechazos que escalan casi al 80%. Un dato relevante del estudio es cómo la imagen ascendió a comienzos de la pandemia y en algunos casos descendió a más de 40 puntos.

Torrecilla no asocia directamente el descenso en las popularidades al contexto pandémico y apunta a otros situaciones: “Lo que se está viendo es que los presidentes llegan respaldados por coaliciones cada vez más heterogéneas y la convivencia entre las distintas fuerzas es usualmente problemática y empiezan a fisurarse inclusive en los primeros meses de Gobierno. Lo vimos en Chile, Colombia y hay indicios en Brasil. Además, hay factores de agenda que están incidiendo mucho en el ánimo público, el económico es un factor siempre presente, pero lo estamos viendo también en el plano de la agenda de seguridad que deterioró mucho el clima social en todo el eje andino Ecuador, Perú, Chile”. 

La especialista suma un factor más, que cuando se dan contextos de polarización y hay expectativas sociales, muchas veces esas demandas son heterogéneas y exigen respuestas rápidas. “Los desafíos que se presentan en las políticas de desánimo social son tanto más complejos por cuanto difícilmente puedan responder en forma equilibrada estas distintas expectativas sociales”, agregó la coordinadora de Investigación del DL sobre las dificultades que mantienen los gobiernos para dar respuestas.

Las situaciones son muy distintas en cada país. Sin embargo, sí se puede destacar un patrón relacionado a las fuertes consecuencias tanto de la pandemia como de la guerra en Ucrania, en una región ya de por sí desigual y con indicadores económicos negativos. Sumado a un fuerte crecimiento de la violencia, el continuo avance del narcotráfico y marcado también por recientes estallidos sociales. Tampoco es casual que entre dos de los mandatarios con menor popularidad se encuentran Boluarte, que asumió tras la destitución de Pedro Castillo, y señalada por el asesinato de decenas de personas en las protestas de diciembre y enero pasado, mientras que Lasso disolvió el Congreso cuando se vio complicado por el avance un juicio político en su contra.

Algunas anotaciones. Entre los más populares también se encuentra la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, aunque en descenso actualmente y Luis Arce se mantiene arriba del 40%, su descenso ha sido menos de 10 puntos en más de dos años de mandato, es decir, que ha sido bastante estable. Según el informe del Directorio Legislativo, en el caso de Venezuela, Nicolás Maduro, mantiene una aprobación en torno al 14% desde hace unos años, con una mejora a fines del 2022 donde llegó al 28%, en momentos de mejoría económica también, y volvió a descender recientemente.

Sin reelección

“La cuestión de la impopularidad se ve también en que no están reeligiendo. En Argentina, ya van dos mandatos seguidos que no van a reelegir, Macri que perdió y Alberto que ni se puede presentar. En los otros países tampoco hay reelecciones de signo político, ni siquiera estoy hablando de personas. En todos los países hay cambio de signo político, cuando hay una nueva elección. Entonces eso evidentemente denota que son gobiernos impopulares”, aseguró a El Destape, el sociólogo y diplomado de Estudios Avanzados en Análisis Electoral del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), Guillermo González.

El especialista recuerda algunos casos como Colombia donde Iván Duque terminó su mandato con menos del 30% de apoyo y no logró poner un candidato de su partido para la reelección. Se eligió a un mandatario en la antítesis, como es el caso de Petro pero también se ve que a menos de un año de gobierno, su popularidad ya está en descenso. El especialista recuerda también el caso de Chile, donde Sebastián Piñera terminó con menos del 20% de apoyo y ganó otro signo político. Lo que demuestra no solo que no hay reelección, sino que además a quienes eligen, muchas veces ideológicamente muy distintos al antecesor, tampoco logran apoyo social. 

México es el caso donde parece que va a ocurrir lo contrario, que el sucesor de AMLO, ya sea Sheinbaum o sea Ebrard o quien definan finalmente, va a poder reelegir. Pero en todos los demás países está pasando que gobierna un signo político y en la siguiente elección cambia a otro”, agregó González. En el caso del país gobernado por López Obrador, las administraciones duran seis año y no hay reelección, sin embargo, las encuestas dan ventaja al candidato que represente al mismo espacio político del Presidente. La otra posibilidad de reelección, aunque con cuestionamientos por un impedimento constitucional, es el caso de Bukele en El Salvador que ya planteó su intención y ya se vaticina una nueva victoria.

La incómoda excepción

A un año de la declaración del Estado de Emergencia por el cual apresaron a más de 60 mil personas acusadas de pandilleros, Bukele tiene la mejor calificación de las instituciones de su país con un apoyo del 8.39 de 10, según el Instituto Universitario de Opinión Pública salvadoreño. Hay encuestas que llevan su popularidad arriba del 90%, y lo sitúan como el presidente más popular de Latinoamérica. Algo de lo cual el mandatario hace alarde constantemente en sus redes.

Pese a que organizaciones como Cristosal denuncian al menos 153 muertes por las condiciones de detención, la medida que restringe las garantías constitucionales tiene un apoyo del 86.5%. Parte de ese apoyo lo explica que las pandillas han perdido el control de la territorialidad y que ha bajado la criminalidad característica del país, que pasó de ser uno de los estados con más alta de homicidios a no registrar muertes en días.

“Creo que las cifras que usan para representar la popularidad de Bukele con aseveraciones que dicen que el 90% de la gente o de los salvadoreños lo aprueban o apoyan, creo que son infladas, sin disminuir el hecho de que él es muy popular. No creo que el 90% de los salvadoreños apoyen a Bukele y en términos más realistas, muy probablemente ese porcentaje no supere el 65%, es decir, dos terceras partes de la población, lo cual es muy bueno de cualquier manera para cualquier mandatario de la región”, explicó a El Destape, el director de Investigaciones en el Centro para Estudios Latinoamericanos de la Universidad Internacional de la Florida en Miami, José Miguel Cruz.

El especialista salvadoreño consideró que la decisión del mandatario de avanzar en un Estado de Excepción surgió cuando su imagen empezaba a caer a fines del 2021. “Fue diseñado para hacer todavía más popular al Presidente, asegurar su reelección, por cierto ilegítima. Creo que el tema de las pandillas en la actualidad juega el papel más importante en la popularidad, haber erradicado las pandillas de las calles, de meterlos en prisión, lo que ha hecho es generar una sensación de seguridad que no existía antes. Ya no hay pandillas en las calles. Te estoy hablando de pandillas que controlaban los barrios y las comunidades y ahora simplemente no están”, agregó. 

Con todas las críticas a la violación de derechos humanos en El Salvador, gran parte de la población siente que el mandatario le dio respuesta a uno de los grandes temas que aquejaba al país: la inseguridad por las pandillas. Esa polémica política en el estado centroamericano, llega en medio de poblaciones desencantadas porque no ven que sus dirigencias políticas le den respuestas a sus problemas. Sean de derecha o de izquierda, los gobiernos locales no logran un fuerte apoyo social. En un marco más desigual, con mayor llegada del narcotráfico y crimen organizado, los mandatarios tienen una tarea difícil que no es solo llegar al poder, sino lograr un respaldo que les garantice gestión y gobernabilidad.