(Por Pedro Fernández Mouján).
Lisandro Alonso, el director de cine argentino más querido en este festival, presentará mañana en la sección oficial Cannes Premiere su nuevo filme, "Eureka", protagonizado por Viggo Mortensen y Chiara Mastroianni, que propone un viaje por momentos fantástico para hablar de los temas que más lo inquietan y que viene transitando en su filmografía: la libertad y las formas de vida que elegimos o nos imponen.
El de Alonso es un caso único y excepcional, ya que presentó en Cannes los seis filmes que realizó, desde "La libertad" (2001) programado en la sección Un Certain Regard cuando era un absoluto desconocido; pasando por "Los muertos", "El fantasma" y "Liverpool", que se vieron en 2004, 2006 y 2008, respectivamente, en la sección paralela Quinzaine des Realisateurs; hasta "Jauja", que volvió a Un Certain Regard en 2016.
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Ahora trae "Eureka", un relato que une tres tiempos y tres geografías: un western filmado en Almería, la reserva sioux de Pine Ridge en Dakota del Sur (donde llegó a filmar a temperaturas de 30 grados bajo cero) y la selva americana.
Escrita junto a Martín Caamaño y Fabián Casas, Alonso vuelve a confiar en Viggo Mortensen, el actor norteamericano con ascendencia danesa e infancia argentina, e incorpora al elenco a la italiana Chiara Mastroinanni y al mexicano José María Jazpik ("Narcos, México"), volviendo a trabajar también con el magnífico director de fotografía finés Timo Salinen, colaborador habitual de Aki Kaurismaki y que en "Jauja" hizo maravillas inolvidables.
"La empecé a pensar en 2014 cuando terminé 'Jauja' porque me había quedado picando seguir esta cosa de los indios que aparecen en esa película y empecé a pensar cómo el cine había tratado a las culturas originarias y ahí hice un puente con el western y a partir de ahí fui encontrando una forma a través de la cual la película viaja en el tiempo", cuenta Alonso en charla con Télam en una terraza escondida de un festival que conoce a la perfección y que visita por sexta vez para presentar una película propia.
"Arranca con un western -continúa entregando las primeras informaciones del filme que tendrá su premiere mundial mañana- y ahí nos fuimos a Almería que es el lugar donde filmaba Sergio Leone, después te das cuenta de que lo que estás viendo es algo que está sucediendo en un televisior de una oficial de policía en Pine Ridge en tiempo presente, una reserva india en Estados Unidos que tiene los más altos índices de suicidios".
Telam: Tu cine relata siempre la relación del hombre con el lugar en el que está, ¿cómo fue tu encuentro con Pine Ridge, del que se dice que es el lugar más pobre y violento de Estados Unidos?
Lisandro Alonso: Pensé cómo podía reflejar ese lugar, empecé a viajar a la reserva a partir de contactos de Viggo (Mortensen), es un lugar donde viven entre 40 y 70 mil siouxs. Son personas que están marginadas, no aceptan ayuda de nadie, son muy orgullosos, son muy pobres y a la vez tienen una historia en la que hay mucho orgullo y su orgullo fue masacrado física e ideológicamente pero ellos se niegan a ser plomeros, policías o trabajar en un McDonald. Son tipos que están excluidos, no salen de esa reserva, no forman parte de la sociedad de Estados Unidos, es como un campo de concentración que los norteamericanos tienen y que en el fondo esperan que se desintegre.
T: De Pine Ridge la película salta a una tercera parte que se desarrolla en Sudamérica.
LA: Sí, por un lado me gustó pensar cómo había sido la vida de esta gente en el pasado, cuando pescaban, cazaban y eran libres de buscar sus propios sustentos y entonces la película propone un viaje a Sudamérica donde vemos cómo vive una pequeña población nómade en la actualidad en medio de la naturaleza, contando con sus propios recursos.
T: En esta película parece haber un salto de relato y de producción respecto de lo que venías haciendo.
LA: Por lejos es la película que más me costó hacer, se filmó en Portugal, un poco en Almería, en Oaxaca, México, y terminamos no sin pocos inconvenientes en noviembre del 22 en Pine Ridge filmando a menos de 32 grados bajo cero. Estaba bravo y la comunicación con los pobladores fue complicada.
T: Un escenario duro.
LA: Sí, porque ellos piensan que los vas a seguir retratando como los retrataron siempre. Ellos viven en casas que les hizo el gobierno de Estados Unidos en los 70, no tienen electricidad, los chicos no van a la escuela y tienen seis meses de un invierno criminal donde están tirados prendiendo fuego para no morirse.
T: Y ahí filmando
LA: El rodaje de dos semanas terminó siendo de un mes, nos quedamos atrapados en un casino, tipo "El resplandor", las puertas bloqueadas por la nieve, era una situación complicada; estaba en un país que no conozco y donde no sé alinear gestos, aún con todos estos inconvenientes, que no tienen correlato en la película, tratar de filmar y de encontrar lo propio. Como en todas las películas siempre dejo el guion un poco libre para encontrarle una posible ventana a algo que no estaba escrito.
T:La película parece plantear algunas paradojas.
LA: Ves las historias y te enterás de gente que va a Estados Unidos desde Centroamérica para cruzar la frontera, abandonan sus tierras, sus afectos, sus culturas, muchos mueren en el camino por el sueño de un futuro mejor y la película te muestra que en un punto migrar no siempre te asegura un futuro mejor.
T: Hasta "Liverpool" se vio un tipo de cine tuyo y después apareció algo diferente.
LA: "Liverpool fue una experiencia muy buena pero al mismo tiempo empecé a sentir que venía utilizando una serie de herramientas que podían volverse repetitivas. Ahí apareció Fabián (Casas) y Viggo, también Timo Salinen, con un encuadre muy particular más cercano al cine clásico en el que él prefiere no filmar en tiempo real y donde aparece una cuestión más ficcional con los que hicimos "Jauja"; está claro que cuando hacés un equipo con jugadores diferentes entonces la película que hacés es diferente. En esta película hay un cambio de encuadre, de escritura, de visión, de lenguaje.
T: "Jauja" habilitó estas formas nuevas.
LA: En "Jauja encontré nuevas herramientas para pensar una película y las seguí desarrollando en esta, tomando un montón de riesgos que están a años luz de los riesgos que tomaba antes. Me parece que este laburo me llevó a la mayor expresión que mi experiencia cinematográfica puede ofrecer. En definitiva yo soy el mismo, el mismo de todas las películas, es como que usé el mismo caldo de olla pero le agregué tres o cuatro condimentos diferentes.
T:¿Qué te hizo pensar a vos la película?
LA: Para mí es incierto, dentro de esta película está un poco metido todo lo que me interesa, de qué se trata el cine, de qué forma lo consumimos, qué es el entretenimiento, si nos representa o no, cómo influye esto en la gente que habita el mundo y cómo podría haber sido y cómo deberíamos haberle puesto el oído a comportamientos a los que no les pusimos el oído. A la película la veo más como una pintura, ves elementos, haces conexiones.
T: ¿Cómo pensás tu relación con Cannes?
LA: Es una relación de ida y vuelta, yo agradezco que en 2001 un programador vio en una pila de VHS "La libertad", Thierry Fremaux la decidió programar y me pusieron en el mapa del cine, sin eso quizás no estaría acá. Además de eso me gusta la reunión cinematográfica que hace Cannes, encuentro gente que ve mis películas con una óptica distinta a cualquier otro lugar, es una buena plataforma mundial en la que la gente puede interpretar el trabajo que hicimos y en Francia siempre encontré gente que apoya mis proyectos, incluso económicamente. El primer festival que fui en mi vida es Cannes, disfruto de vivir esta fiesta en la que el tipo de películas chicas que hago pueden encontrar la mayor proyección internacional.
Con información de Télam