(Por Pedro Fernández M., enviado especial).- El realizador sueco Ruben Ostlund se llevó hoy la Palma de Oro del Festival de Cannes por su sátira sobre el dinero y la apariencia "Triangle of Sadness", que fue muy esperada en la Croisette, pero aunque bien recibida generó cierta decepción por un tratamiento algo obvio y con momentos fallidos.
Con este lauro, Ostlund acumula su segunda Palma luego de la obtenida por "The Square" en 2017, mientras que en su debut en Cannes en la sección Un Certain Regard en 2014 había ganado el Premio del Jurado por "Force Majeur", quizás su mejor filme.
La decisión del jurado respecto de "Triangle of Sadness" y otros lauros, como el Gran Premio (ex aequo) concedido a la realizadora francesa Claire Denis por "Stars at noon", generó cierta polémica entre los acreditados, en una premiación que tuvo un olvido imperdonable con David Cronenberg, el gran realizador canadiense que trajo una estupenda y visionaria "Crimes of the Future", donde a la distopía sin automóviles quemados ni ciudades incendiadas o desiertos de cemento le suma el mejor tratamiento de un filme noir que se haya visto en años.
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Lo mismo le pasó a la directora independiente norteamericana Kelly Reichardt que trajo a Cannes la muy bella "Showing Up" sobre el trabajo material de una escultora que prepara una exposición y no obtuvo ningún reconocimiento del jurado presidido por el actor francés Vincent Lindon.
Con muchos momentos para el olvido "Triangle of Sadness" (una marca que se forma en la cara entre las dos cejas) es una película que está dividida en tres partes, empieza mucho mejor de lo que termina y fue presentada por Ostlund en Cannes como una trilogía (que completan "The Square" y "Force Majeur") sobre "la obligación de lidiar con las expectativas sobre lo que debe ser un hombre y lo que espera la cultura actual de él".
Es un filme, en tono de sátira, a veces hilarante, sobre la importancia que adquirió la apariencia, los beneficios de la belleza y el poder del dinero en el mundo actual, pero de a momentos efectista y demasiado obvia, un cierto humor burlesco nórdico que no se caracteriza por su lucidez ni por la agudeza apenas vislumbrada que ofrece cierta ironía.
Otro fue el caso de "Close", en la que el belga Lukas Dhont ratifica su delicadeza, amplitud fotográfica y la empatía que logra entablar con sus personajes que puso de manifiesto en "Girl", su debut como realizador, que ganó el premio como mejor ópera prima de Cannes (Cámara de Oro) al contar la historia de una adolescente trans que quiere ser bailarina e inicia un difícil proceso de cambio de sexo.
En este caso, Dhont, que compartió con Claire Denis el Gran Premio que dio el jurado, arma un bellísimo filme sobre la amistad de dos adolescentes que viven en una ciudad rural de Bélgica y que inician la secundaria pero a los que atraviesa una tragedia luego de que el bullying los distancie.
Con rasgos de intimidad subjetiva notables, el belga desnuda ante la audiencia los más delicados, frágiles y puros sentimientos entre dos adolescentes, que pueden torcerse por la mirada empequeñecida, rígida y prejuiciosa de sus pares.
El japonés Kore-eda Hirokazu, que trajo a Cannes "Broker", otra de sus bellas y entrañables misa de desahuciados en que personas que tienen nada y viven corridos de la ley se las ingenian para redimirse cuando están por cometer las peores fechorías, se llevó al menos el reconocimiento para Song Kang-ho, el actor coreano de "Parasite", que ganó como Mejor Intérprete Masculino.
Finalmente, los hermanos belgas Jean Pierre y Luc Dardenne se llevaron el premio especial 75 Aniversario por "Tori et Lokita", otro duro filme político, de enorme suspenso y adrenalina sobre las maneras como una joven y un niño llegados de Africa como desplazados se ven obligados a quebrar la ley en contra de su voluntad para obtener la residencia legal que salve sus vidas y pagan las consecuencias del atrevimiento.
Acertado fue el premio de Mejor Dirección para el surcoreano Park Chan-wook, que no trajo una película violenta sino un elegante policial negro, ganado también por las torpezas de la cotidianidad, en el que un detective de la policía cae rendido de anhelos y amor ante la principal sospechosa de un doble asesinato.
La simpática y magnífica "EO", sobre un burro que recorre Europa casi sin destino y sin lugar donde anclar luego de haber sido arrancado de su "hogar", casi un desplazado más de la Europa actual, y el filme sentimental existenciallsta "Le Otto Montagne", filmado en italiana por los belgas Felix Van Groeninng y Charlotte Vandesmeersch compartieron el Premio del Jurado.
Mientras que la iraní Zar Amir Ebrahimi, que hace un buen trabajo en "Holly Spider", como una periodista que intenta dar con un asesino serial de prostitutas en la ciudad santa de Mashhad que actúa ganado por el dogmatismo y las obligaciones que impone la religión en un riguroso thriller de Ali Abbasi basado en un caso real, ganó como Mejor Actriz.
Olvidos o criterios del jurado, mucho más allá de eso, Cannes tuvo otra vez su fiesta del cine, con una edición aniversario (la 75) a la que le costó algo arrancar pero cuando se puso en marcha entregó interesantes y bellas películas, que siguen poniendo en movimiento la capacidad de la ficción para pensar el mundo, anticipar tragedias futuras y volver sobre antiguas heridas para apaciguarlas en el amor de la cercanía.
También hubo, claro, glamorosas alfombras rojas con celebrities de todo el mundo y modelos top y el insuperable instante de los "tanques" de Hollywood que opacan al resto por un día con su prepotencia de estrellas e interés mundial.
Este año llegaron a un Cannes, que les concede un lugar principal porque prioriza y alienta la batalla por el cine en salas (aún sea con cantidades industriales de pochoclos), "Elvis", la biopic sobre el rey del rock, de gran ritmo, y "Top Gun: Maverick", un acertado regreso de Tom Cruise sobre una película superexitosa en su momento pero raída por el tiempo.
Con información de Télam