El Coro Polifónico Nacional (CPN) volverá a cantar mañana después de 20 meses de silencio debido a la pandemia con un concierto en la Sala Sinfónica del Centro Cultural Kirchner (CCK) que, además, marcará el debut en vivo de su director Antonio Domenighini.
El regreso del CPN será con restricciones sanitarias por lo que reunirá a 38 de sus 94 voces y sumando a su pianista estable, Claudio Santoro, y a un cuarteto de músicos invitados, abordará obras de Carlos Guastavino y la Misa Criolla de Ariel Ramírez.
Amamos y necesitamos del calor del público, de la situación de concierto y, por qué no decirlo, del trabajo en sala y del ensayo de todos de los días que es un modo de vida. Toda esta cosa humana que es fundamental y es otro mundo, aunque en definitiva nunca cerramos las gargantas, señala Domenighini en diálogo con Télam.
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El músico y docente nacido hace 64 años en Colonia del Sacramento (Uruguay), destaca: En pandemia hicimos todo un trabajo virtual y a distancia muy fatigoso por la falta de experiencia de manejarse de ese modo, pero estuvimos en las redes como una suerte de coro informático.
En su diverso y reconocido recorrido, Domenighini dirigió el Coro del S.O.D.R.E y tuvo a su cargo muchos conciertos del Coro Estable del Teatro Colón, entre ellos el de su reapertura por el Bicentenario. Además en Italia se especializó en música antigua, medieval-renacentista y barroca y fundó el Coro Bach que dirigió durante 15 años.
El Coro Polifónico Nacional que tuvo sus orígenes en 1966, se creó por decreto del 14 de noviembre de 1967 y se presentó oficialmente el 2 de septiembre de 1968 en el Teatro Nacional Cervantes, retornará a los escenarios con un programa que combinará lo folclórico y lo académico.
El concierto reunirá "Indianas" (seis canciones para coro a cuatro voces y piano de Carlos Guastavino), un repertorio conformado por Gala del día (poesía de Arturo Vázquez), Quién fuera como el jazmín (poesía de León Benarós), Chañarcito, chañarcito (poesía de León Benarós), Viento norte (poesía de Isaac Aizenberg), Al tribunal de tu pecho (poesía de León Benarós) y Una de dos (poesía de Juan Ferreyra Basso). Además se sumará "Tierra linda".
En la misma velada, el CPN abordará la "Misa Criolla", de Ariel Ramírez, con arreglo para tenor, coro a cuatro voces, charango, guitarra, bombo y contrabajo, formación instrumental que respectivamente animan los integrantes de la Orquesta de Música Argentina Juan de Dios Filiberto, Julián Goldman, Matías Tozzola, Gabriel Said y Pablo Motta.
Volvemos tratando de hacer coincidir lo que teníamos en mente con lo que se puede, pero aún así no deja de estar presente la alegría y la emoción, indica el director de uno de los nueve elencos que forman parte de los Organismos Estables dependientes de la Secretaría de Gestión Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación.
Télam: ¿Qué desafíos implica abordar a Guastavino y a la Misa Criolla desde esta versión acotada del Coro?
Antonio Domenighini: Hay que hacer una diferenciación técnica importante porque Ramírez es un compositor popular y Guastavino usa un lenguaje académico, por lo que le resulta más familiar a quienes integran el CPN. La Misa Criolla, en cambio, está más cerca de lo académico pero no lo es y hay que evitar confundir un carnavalito con una romanza y quedar en ridículo como Luciano Pavarotti cantando música country con John Denver. Digamos que las voces de este conjunto estás especializadas en un repertorio sinfónico coral romántico del siglo XIX, pero como se trata de profesionales, también se pueden permitir interpretar otro tipo de obras.
T: ¿Ese repertorio diferente y adaptado al contexto y las restricciones que impone el contexto implican bajar la expectativa?
AD: Nos debemos a una historia y a un nivel. Y no podemos dejar que el CPN suene desprolijo. El público sigue siendo el público y no quiere escuchar excusas sino nivel y es justo que espere una devolución interesante de parte del organismo. Tenemos que tener un nivel de bueno para arriba y soy responsable de ello más allá las trabas para el rendimiento artístico.
T: ¿Cómo fue tener el cargo de director y no poder ejercerlo?
AD: Tuve el nombramiento en enero y se planificó un homenaje con el repertorio para adultos de María Elena Walsh. Fue una frustración y un balde de agua fría. Pero cuando suceden las catástrofes hay que tener corazón para resignarse y al cerrarse todo empezamos a hacer reuniones para salir por otro lado en lugar de cerrar hasta nuevo aviso.
T: ¿Qué significa dirigir el Coro Polifónico Nacional?
AD: Por un lado es un honor y por el otro una gran responsabilidad que viví de cerca desempeñándome como subdirector entre 1986 y 1988. Es un desafío porque te encontrás con gente muy experimentada y exigente. Gente preparada que canta y lee bien la música y a la que no le contás cualquier cuento sino que hay que nadar y dar el máximo.
T: ¿Qué es lo más importante para poder comandar un coro de esta envergadura?
AD: El rol de director pasa fundamentalmente por la cuestión del trato porque el alma está en la voz y si la persona no te cree, no rinde. Así que gran parte del rol tiene esa cosa del carisma y del contacto. No es solamente estar preparado musicalmente y tener una mano firme pero no dura porque atrás de la voz siempre hay una persona a la que le pasan cosas.
T: ¿Qué planes hay para el futuro cercano?
AD: Planificando doble todo, con la vida del coro normal y con la que nos autoricen. Nos tiene preocupados porque el 2022 puede ser mejor pero no igual que antes, así que nos acostumbramos a tener paciencia y a tener en la manga cosas chicas, el plan miniatura para una perspectiva incierta.
Con información de Télam