El fortalecimiento y diversificación de la oferta turística enológica en la Argentina permite impulsar el crecimiento económico y la creación de empleo en las distintas regiones vitivinícolas del país.
Ese es el objetivo del Fondo para el Desarrollo del Enoturismo (FDE), iniciativa financiada por el Ministerio de Economía, a través del Fondo Fiduciario Nacional de Agroindustria (Fondagro) de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, y articulada mediante la cartera de Turismo y Deportes y la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar).
Durante la primera etapa del programa se aprobaron 147 proyectos que recibirán en total $220 millones en 16 provincias para invertir en infraestructura, bienes y servicios que les permitan potenciar sus servicios turísticos, además de mejoras en sus instalaciones, incluyendo la creación o renovación de espacios de visita, áreas de degustación y otras actividades en bodegas, detalló Agricultura en un comunicado.
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El desarrollo del turismo del vino es uno de los ejes del Plan Estratégico Vitivinícola (PEVI) en su actualización al 2030, y actualmente hay aproximadamente 380 bodegas abiertas al turismo, instaladas en 16 provincias del país, cuando en 2020 se contaban 14 provincias y 200 bodegas dedicadas al enoturismo.
En ese sentido, con una perspectiva del turismo como actividad económica transversal, la bodega mendocina Trapiche trabaja en un modelo integral con el objetivo de brindar diversas experiencias.
Siguiendo este camino, en 2016 inauguró Espacio Trapiche, el restaurante de la bodega del Grupo Peñaflor, que brinda platos del chef Lucas Bustos acompañados por los vinos del enólogo Sergio Casé.
Este espacio, integrado con la naturaleza que lo rodea, ofrece una propuesta gastronómica con productos frescos de la granja y la huerta de la bodega, que se combina con la filosofía KM 0, que tiene como objetivo reducir la distancia entre la tierra y la cocina, trabajando con productores locales.
En tanto, en Cafayate (Salta), recientemente el Grupo Colomé inauguró al pie del cerro San Isidro su Amalaya Wine Bar, que ofrece una platos autóctonos elaborados con productos de temporada del norte argentino, y vinos elaborados de forma sustentable y en sintonía con el medio ambiente.
La instalación respetó el ecosistema del lugar, en el que se destacan la laguna, rodeada de plantas de especies originarias; al que se sumó un laberinto conformado por antiguas piedras de la bodega.
En tanto, el componente 2 del programa del FDE permitió que bodegas y fincas participantes recibieron capacitaciones especializadas en gestión turística, marketing digital, atención al visitante y desarrollo de productos enoturísticos.
El FDE benefició a bodegas y productores vitivinícolas de Jujuy, Salta, Tucumán, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Mendoza, San Luis, San Juan, Entre Ríos, Córdoba, Buenos Aires, La Pampa, Neuquén, Río Negro y Chubut.
El programa también busca generar herramientas para el fomento y desarrollo del sector y los emprendimientos enoturísticos, actuales o por venir, que incentiven con sus acciones y actividades la optimización de recursos humanos, capacitaciones y soportes tecnológicos.
Con información de Télam