Las cifras de actividad económica que se conocieron este lunes, pese al rezago de su publicación, plantean los futuros condicionantes que exhibirá su desempeño en los próximos meses. En el primer trimestre la actividad económica, según publicó el INDEC, registró una caída del 5,1 por ciento interanual, principalmente arrastrada por el desplome auto-infringido del consumo interno y la inversión. En el caso de la formación bruta de capital (inversión), clave para anticipar el sendero que adoptará la actividad económica, se registró una contracción del 12,6 por ciento respecto al último trimestre de 2023 y de un 23,4 por ciento en términos interanuales.
El escenario termina de configurarse con una utilización de la capacidad instalada –es decir, inversión ya puesta en funcionamiento—de 56,6 por ciento, donde la industria metalmecánica hace uso de apenas el 44,5 por ciento de su potencial. Con más de la mitad de las maquinarias de la industria apagadas, ante la caída de la demanda –al igual que la producción—las decisiones de inversión no están cerca de cristalizarse y, por ende, la mejora en la actividad continuará en el mediano plazo arrojando números negativos. Relevamientos privados prevén una profundización del proceso.
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
Entre los componentes de la demanda agregada de la actividad, se destacan por su impacto presente y futuro y su interrelación, el consumo y la inversión. El primero (consumo) determina las decisiones del segundo (inversión), mientras que las decisiones de inversión son la que preanuncian el ritmo de actividad y, por ende, de empleo. Esto último vuelve, en un círculo virtuoso, a mejorar el consumo y, así, la actividad. El arribo del gobierno de Javier Milei, con su modelo recesivo planificado, convirtió la misma rueda en un círculo vicioso de ajuste y destrucción de riqueza económica.
La parálisis de la obra pública, principal impulsora de la inversión, y la retracción del consumo a partir de la licuación de ingresos de los hogares, siguiendo la lógica de sus interconexiones derivó en lo esperable: desplome de producción, de la inversión, de la actividad económica y del empleo y aumento de la pobreza; lo que el periodista Rodolfo Walsh definió, para hacer referencia al programa económico aplicado en la última dictadura cívico militar, como plan de “miseria planificada”.
Nadie pone un mango
El registro oficial de las inversiones en la economía real marcó un fuerte retroceso durante el primer trimestre del año respecto de igual período del 2023. “En la demanda global se observó una caída de 23,4 por ciento en la formación bruta de capital fijo, mientras que el consumo privado descendió 6,7 por ciento y el consumo público disminuyó 5 por ciento”, publicó el INDEC. El desplome de las inversiones se da en un contexto –y es explicativo—de hundimiento de la actividad económica, que llegó al 5,1 por ciento para el primer trimestre de administración de Javier Milei.
De acuerdo con el informe oficial, las principales caídas dentro del concepto de inversión tuvo lugar en los segmentos de Construcciones (-26,6 por ciento), Maquinaria y equipo (-26,3 por ciento) y Equipo de transporte (-20,7 por ciento). Dentro de Maquinaria y equipo, la adquisición de unidades de producción nacional se contrajo un 32,6 por ciento, mientras que las importadas lo hizo un 20,7 por ciento.
MÁS INFO
Las estimaciones privadas, más actualizadas, advierten por la continuidad del proceso de desinversión (proceso en el cual las amortizaciones van más rápido que recambio de capacidad instalada). El índice de inversión bruta fija que realiza la consultora de Orlando Ferreres registró para abril una caída de 22,3 por ciento interanual medido en términos de volumen físico (sin contar el efecto de la inflación), acumulando para el primer cuatrimestre una contracción de 20,8 por ciento.
“Durante abril la inversión mostró una mejora respecto de marzo, pero continúa en niveles bajos, anotando una retracción de 19,3 por ciento si comparamos con el promedio de inversión de la última década, excluyendo el 2020 (cuando tocó un mínimo en agosto de ese año). Entre los sectores, la construcción sigue siendo la actividad más perjudicada, mostrando un pasar muy malo, y la inversión en maquinaria desaceleró la caída respecto de marzo, pero sigue débil”, detalló el informe.
El Gobierno sostiene que podrían revertir estas cifras si se logra en la aprobación de la Ley bases y la unificación cambiaria. La apuesta es a una “lluvia” de capitales extranjeros, a partir de la aprobación del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), mientras el país sufre su peor sequía de desembolsos por parte de las empresas locales desde el inicio de la pandemia, cuando la actividad se congeló en todo el planeta ante el desconcierto que generó el arribo del Covid-19.
Las máquinas que apagó Milei
En las últimas horas se conoció un ejemplo incontrastable del efecto de la recesión en la producción industrial. Se trata de Acindar, que, pese al costo que implica el apagado de sus hornos de Villa Constitución, dedicados a la producción de acero, cerrará su planta entre 120 y 135 días de acá a fin de año, mientras se prepara “para la peor crisis desde 1991.
La compañía había anunciado en diciembre último que plantea invertir 358 millones de dólares en los próximos cinco años comenzando en 2024. El vertiginoso desplome de la actividad no sólo hizo postergar planes de inversión sino dejar de utilizar su capacidad existente. En su balance y anuncio de inversiones y proyecciones, la conducción de ArcelorMittal Acindar anticipaba que se "venían tiempos complejos", pero sostenía que "la estructura del negocio es sólida y fuerte".
El último relevamiento del INDEC sobre la capacidad instalada en la industria arrojó un nivel de utilización de 56,6 por ciento en abril, nivel inferior al del mismo mes de 2023, que fue de 68,9 por ciento. Se trata del peor abril que se tenga registro oficial, salvo igual mes de 2020, en el inicio de la pandemia, cuando, pese al confinamiento que se dictó contra el arribo del COVID-19, el uso de la capacidad instalada tocó el piso de 42 por ciento.
Los bloques sectoriales que se ubican debajo del nivel general son industria automotriz (52,6 por ciento), productos del tabaco (52 por ciento), edición e impresión (49,9 por ciento), metalmecánica excepto automotores (44,5 por ciento), productos minerales no metálicos (42,7 por ciento), productos de caucho y plástico (42,4 por ciento) y productos textiles (37,7 por ciento). En abril, respecto al mismo mes de 2023, las principales incidencias negativas se observan en la metalmecánica excepto automotores, las sustancias y productos químicos y las industrias metálicas básicas.