"Estamos en un mejor lugar que un mes atrás, cuando la brecha cambiaria estaba en el tope total de los temas. Pocos proveedores se animaban a cotizar sus presupuestos por incertidumbre. Hoy está un poco mejor, pero aún lejos de que se haya superado completamente el miedo a la devaluación pese a que nuestro tipo de cambio está actualmente bien", sostiene Carolina Castro, integrante el reducido Comité Ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA). En una entrevista exclusiva con El Destape, la empresaria elegida entre las cien mujeres más influentes del mundo por la BBC hace un balance a un año y medio en la mesa chica de la institución industrial y su rol en el debate público con el Ejecutivo y el Congreso.
"Hay que hacer que el Fondo Monetario entienda que se va a tener que convivir un tiempo con déficit más alto porque pone en marcha la rueda", dispara la directora de Industrias Guidi, una autopartista familiar que provee piezas para Toyota y General Motors.
Castro, la primera mujer en el directorio en 133 años de la UIA, considera que la recuperación el año próximo es segura y que la discusión hoy pasa por la forma en que se dará esa mejora. "Muchos empresarios ven una recuperación más acelerada e invierten pensando en eso", explica Castro, quien destaca "la construcción colectiva que está haciendo la UIA con perspectiva de género". "La Argentina este año debería haberse sentado a pensar cómo alcanzar ciertos acuerdos de mediano y largo plazo, pero la pandemia nos llevó puestos a todos", sostiene la ejecutiva industrial. "No llegamos a tratar lo estructural porque seguimos con una coyuntura muy complicada, aunque la reactivación es más clara en muchos sectores", sostiene Castro, quien planta bandera "definitivamente a favor" del aborto legal.
--¿Cuál es el balance de su primer año y medio de integrar la mesa chica de la UIA?
--El balance es positivo tanto a nivel personal como institucional. Estoy muy contenta con el rol que logré en este año y medio. Si había alguna duda por parte de los compañeros, creo que quedó demostrada la intención y el aporte que se podía sumar. Este año y medio hemos sabido construir una mesa de diversidad, encontrándole lo positivo a esa integración. El hecho de que la UIA haya puesto a ocho mujeres en la Junta Directiva, que haya presentado esta semana la Conferencia Industrial una presidenta de la UIA Joven y que haya estado con (el ministro de Trabajo, Claudio) Moroni también la secretaria de UIA Joven son señales claras en esa dirección. Veo un balance positivo para la institución al que sumé mi aporte como muchos otros. Feliz de esta construcción colectiva que está haciendo la UIA. También ha demostrado que tiene una capacidad técnica para establecer diálogo con el Ejecutivo y el Congreso como nunca había visto.
--¿Qué se pudo hacer desde lo institucional en el marco de la pandemia?
--En la agenda de diversidad fue todo ganancia, a pesar de este año. La UIA siguió avanzando en eso, como con la comisión de género y diversidad, dándole un rol importante a todos los departamentos críticos. Este fue un año en que el Congreso estuvo mucho más activo de lo que uno se hubiese podido imaginar. Y enhorabuena. Supieron cómo encontrar los mecanismos para hacerlo virtualmente, como lo hacen otros parlamentos en el mundo. y tuvo una agenda muy prolífica, aunque, desde mi punto de vista, no muy positiva para el sector privado. Pero ahí estuvimos para marcar cuando creíamos que la agenda no era propositiva para el sector privado.
--¿Qué fue lo negativo?
--El vaso medio vacío sigue siendo, aunque lo digo entre paréntesis, que no llegamos a tratar lo estructural porque seguimos con una coyuntura muy complicada, a pesar de que la reactivación es más clara en muchos sectores. La Argentina este año debió haber sido el año en que la política debía sentarse a pensar cómo alcanzar ciertos acuerdos de mediano y largo plazo. Pero la pandemia nos llevó puestos a todos y obligó a toda la dirigencia a dedicarse sólo a lo urgente. Entonces dejamos de discutir esas cosas para negociar si se cerraba más o menos la actividad en alguna jurisdicción. Y es lógico que haya sido así. Estabas en medio de la tormenta. Pero ahora que estamos saliendo me da miedo que no se avance en una agenda sustentable. Esperamos un rebote de la economía y para eso hay que dar discusiones que en la Argentina no se dieron.
--¿Cuáles son esas discusiones?
--Se despejaron situaciones más del corto plazo. Se logró un acuerdo con los acreedores privados y se avanzó en la negociación con el FMI, que son temas importantes para despejar el horizonte financiero. Estos temas del día están. Pero también es cierto que no se analizan temas de largo plazo, algo que no tiene que ver con un gobierno o un funcionario sino con cómo nos sentamos a discutirlos. Eso todavía no está en la agenda pública. Tal vez lo esté cuando se implemente el Consejo Económico y Social.
--¿Cuáles son los temas más urgentes?
--Los cambios en el sistema tributario. Lo venimos planteando hace mucho tiempo. Tiene que estar en el tope de la agenda. El sector formal de la Argentina no tolera más la presión tributaria que tenemos. La tenemos en un 60% del sector formal. Entiendo que en el conjunto de la economía la presión no es alta, pero en el segmento formal es muy elevada. Después está el problema de los exportadores, a los cuales se les sigue cobrando derechos sobre sus ventas externas. Nuestra visión, que es muy poco fiscalista, apunta a una cosa dinámica de la economía. El Estado tiene que pensar qué cambios tiene en el hoy que repercutan en más inversiones y exportaciones y que en el corto plazo le generen un mayor déficit por menor recaudación. Pero en el mediano y largo plazo se da vuelta la ecuación.
--¿Cómo hacer coincidir una baja de impuestos con aumento del gasto en subsidios y que no haya un déficit sobre el que los empresarios después reclamen reducir?
--Lo que planteamos es una visión virtuosa de la carga tributaria. La discusión es dónde y cómo se aplica. Por ejemplo, yo nunca hablo de contribuciones patronales. No soy de las que creen que hay que bajar contribuciones patronales para aumentar el empleo. Lo hicimos en los 90 y no funcionó. La clave es encontrar dónde está el incremental. Si das un incentivo que genere inversiones, entonces estarás recaudando más porque se hizo la inversión. Hay cuestiones impositivas que son monumentales. A veces es más grande lo que se paga por percepción de un impuesto de lo que debería pagarse por el gravamen. Por ejemplo, yo tuve que tomar un ATP para pagar salarios, es decir, endeudarme, por el 10 por ciento de lo que la AFIP me tiene que devolver por Ingresos Brutos; y eran varios millones de pesos. Y esto es un tema financiero. Hay un período fiscal donde el Estado se está financiando con el privado. No voy a decir que nos ahogan, porque sería una falta de respeto a quienes la están pasando realmente mal, pero no nos pueden seguir cargando con tantos impuestos a la actividad productiva. No digo que hay que ir hacia una baja fenomenal. Pero sí pensar un programa equilibrado de largo plazo; Ingresos Brutos, Impuesto al Cheque y retenciones, que es el único lugar en el mundo.
--¿Está en contra de los derechos de exportación?
--Las exportaciones con valor agregado, como las manufacturas industriales, no deberían tener derechos de exportación. Puede ser para algunos commodities, que en algún momento tiene el precio muy alto. En algún momento se pensó en retenciones variables para estos casos. Pero en manufacturas de origen industrial estas compitiendo con el mundo que tiene impuestos más bajos y financiación barata. No se le puede cobrar encima 3 o 5 puntos de derechos por exportar. Y esto no es un problema de déficit fiscal. Hay que discutirlo incluso contra el Fondo, para que entienda que se va a tener que convivir un tiempo con déficit más alto porque pone en marcha la rueda.
--¿Cómo ve el actual nivel de tipo de cambio?
--Nuestro tipo de cambio está bien, no está apreciado. Se hace un diferencial con los derechos para el sector exportador. Si bien sigue la brecha, se fue reduciendo. Faltan varias semanas de que siga bajando. Yo reconozco el trabajo que está llevando a cabo Economía y el Banco Central de manera mancomunada para reducir la brecha. La realidad es que hoy operar con una expectativa de devaluación es algo muy difícil. Para entenderlo, el precio al cual yo vendo hoy es el costo de la reposición de ese producto; es cuánto me va a salir volver a producir ese bien en un plazo cercano. Si creo que una de las variables del precio a considerar es el tipo de cambio y pienso que va a ser distinto tengo que tomar ese nivel más alto. El problema entonces es que hay una expectativa sobre el tipo de cambio. Entonces algunos no quieren vender, porque no saben cómo se repone. Después está el que vende igual pero pone un precio mayor. Pero no es un actitud especuladora sino que lo hace para cubrirse y no fundirse en el medio. Porque si vende y en el medio hay una devaluación antes de reponer el producto, se funde. Estamos en un mejor lugar que un mes atrás. Estaba el tema a tope total. Pocos proveedores cotizaban sus presupuestos por incertidumbre. Hoy está un poco mejor, pero aún lejos de que se haya evitado completamente el miedo a la devaluación.
--¿En qué más hay que plantarse ante el FMI?
--En el tema de la Educación. No puede seguirse definiendo como un gasto. La Educación es el gran igualador y ahí está un debate, que es incluso más importante que el tributario. Los empresarios no solemos hablar de esto porque estamos pensando más en nuestros negocios. Pero este tema dentro de lo estructural es clave. Si estamos con un nivel de pobreza como el que tenemos hoy, donde nuestros niños son la mayoría pobres, es imposible no pensar cómo logramos igualar sus oportunidades en el futuro a través de la Educación. Es un problemón de acá a los próximos quince años. Pensar en la empleabilidad de nuestros jóvenes que están en el marco de la pobreza, que van a instituciones que no están igualando. Hay que poner fichas de cuánto y cómo gastar. Que no hayamos podido hacer que los chicos hayan ido a clases, mientras que las empresas tenemos protocolos, es un despropósito social. Creo que la inversión del Estado en Educación es un debate que hay que dar. La política pública se tiene que medir mucho más. No estamos quedando muy atrás en materia de Educación. Ahí no podemos tenerle miedo al déficit.
--¿Y respecto a una reforma laboral?
--No creo que haya que reformar la ley de contratos del trabajo. Sí, soy de la idea de que haya que trabajar para que todo lo que tenga que ver con la litigiosidad laboral se reduzca porque hoy está en un nivel muy alto. Hay muchos juicios injustos laborales, donde no se falla en favor de lo correcto. Hay que transparentar lo que está pasando en el mundo laboral y revisar algunas penas que no tienen ningún sentido y que son un incentivo para demorar resoluciones y ganar con el interés. Lo convenios se pueden modernizar para que reflejen otros tipos de relaciones laborales, que no es la misma que la que existía en los '70. Pero la ley de contratos del trabajo es normal y tiene lo que tiene que tener.
--¿Se ven inversiones?
--El empresario nacional que tiene su capital en el pías invierte, porque si no se tecnifica se queda afuera del mercado. El empresario está siempre viendo cómo mejorar lo que tiene porque el competidor hace lo mismo. Aparecieron algunas líneas de inversión. Seguramente las va a aprovechar y andar un poco ese rumbo. Las inversiones externas aparecieron pero no veo una ola masiva y en economía del conocimiento e industria audiovisual se perdieron algunas empresas. La duda de la recuperación el año que viene es la forma que adoptará. Sobre eso se está apostando. Muchos ven una recuperación más acelerada. Tenemos que llegar al 20 por ciento de inversión sobre el Producto para sacar a la Argentina de la pobreza. Sin sector privado es imposible salir de la pobreza. Hay que escuchar al otro.
--Ultima pregunta obligada: ¿Su posición frente al aborto legal?
--A favor. Definitivamente a favor. Ojalá que sea ley esta vez.