El principal desafío de la política económica, despejado el frente financiero, es controlar la inflación. Desacoplar (o al menos amortiguar) los vaivenes internacionales de los precios domésticos, administrar sin sobresaltos el tipo de cambio, estimular la oferta y la inversión en producción nacional y controlar los abusos en la cadena comercial son algunos de los aspectos clave para empezar a trabajar. En todas estas variables se requiere de cierto acompañamiento del sector privado. El problema es la capacidad de hacer política económica sin tocar intereses en una estructura económica no solo altamente concentrada sino también extranjerizada.
Durante el mandato de Cambiemos la elite empresaria, compuesta por las 500 empresas más grandes del país, incrementó su participación en la torta de la producción nacional en un 10 por ciento. La contracara fue una reducción durante el mismo período de la participación de este reducido grupo de poder en la generación de puestos de trabajo. No solo no aumentó sino que se redujo un 5,4 por ciento. Estas empresas son las que especulan con el dólar, con el abastecimiento de productos y con los precios y se niegan a pagar más impuestos.
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La distribución de la producción nacional condiciona el desarrollo del país y la posibilidad de llevar a cabo políticas públicas, dada la correlación de fuerzas entre los gobiernos y un reducido grupo de empresas que manejan más de un cuarto de la economía del país. Además de la pulseada política-económica de estos grupos concentrados, sus propias estructuras extranjerizadas profundizan los problemas estructurales de restricción externa de divisas. Sus necesidades de abastecimiento de las divisas para sostener el crecimiento que llevan adelante potencian la faltante de dólares y obligan a restringir importaciones y a limitar la venta de moneda extranjera.
Cada vez más en menos manos
La tendencia a concentrarse de la economía argentina se intensificó en los últimos años en claro detrimento de la posibilidad de construir un entramado productivo diversificado. Según la Encuesta Nacional a Grandes Empresas (ENGE) que publicó esta semana el INDEC, las 500 mayores empresas que operan en el país (sin tomar en cuenta el sector agroexportador) incrementó su valor bruto de producción en un 298,6 por ciento durante el macrismo, una cifra que guarda relación con la inflación del período (295,8 por ciento). el valor bruto de producción de la toda la economía creció 270 por ciento. El resultado es que la participación de este puñado de empresas creció en términos reales (en porcentaje del producto bruto), principalmente en los últimos dos años.
En 2015 el medio millar de empresas más poderosas del país representaba el 24,1 por ciento del valor de producción nacional. Había descendido a 22,7 por ciento en 2017, cuando se sumaron pequeñas empresas en la torta productiva en el único año de crecimiento de los cuatro de administración Cambiemos. Pero con la debacle macrista la concentración se incrementó y finalizaron el 2019 con un 26,1 por ciento de la torta de producción nacional.
Las empresas que componen el primer decil generaron un valor bruto de producción de entre 2.917,9 y 3.765,6 millones de pesos en 2019. Los datos son relevantes por la magnitud de su participación en el conjunto de la actividad económica y por la complejidad de su operatoria. "Las grandes empresas se caracterizan, en general, por tener una estructura productiva multisectorial con actividades multilocalizadas, con importantes transacciones económicas y financieras", destaca la Encuesta Nacional a Grandes Empresas del INDEC.
En 2019, el 20,0% del panel estaba compuesto por la industria de alimentos, bebidas y tabaco; los combustibles, químicos y plásticos representaron 16,4%; la actividad minera y el sector de electricidad, gas, agua, residuos y saneamiento representaron, cada uno, 8,8%; finalmente, el comercio representó 8,2% del total.
Del empleo que se encarguen las pymes
El panel incluye 270 empresas manufactureras (donde domina la industria alimenticia, de combustibles y metalmecánicas), 44 empresas mineras, 44 empresas de servicios de electricidad, gas y agua y 41 empresas del rubro comercial, entre otras. El ENGE excluye a la actividad agropecuaria, financiera y de servicios personales. Sin embargo, dentro del panel de las 20 empresas que lideran la Bolsa de Comercio, cinco son del sector bancario y financiero. De estas 270 empresas, el 34,4 por ciento tiene capital nacional y el 65,6 por ciento tiene capital con participación extranjera.
El sector con mayor participación en el resultado positivo de la utilidad del total del panel es combustibles, químicos y plásticos; seguido por alimentos, bebidas y tabaco; en tercer lugar, minas y canteras; y en cuarto, maquinarias, equipos y vehículos. Cifras oficiales además dan cuenta de que durante la pandemia el impacto económico por la parálisis de la actividad durante la fase de mayor aislamiento fue mayor en el caso de la pequeña y mediana empresa respecto de las grandes. Esto explica también la mayor caída de puestos de trabajo durante la pandemia.
En 2019 los puestos de trabajo asalariados de este grupo de 500 empresas registraron una caída del 3,7% respecto del 2018, mientras que desde el 2016 la contracción alcanzó al 5,54. En 2015 el sector empleaba a 841.636 personas, un 5,5 por ciento del total, y en 2019 ya había reducido sus nóminas a 816.313, un 5,2 por ciento.
EN 2019 las empresas extranjeras dominan los principales agregados económicos, representando el 62% del total del panel, concentraron el 77,5% de las utilidades y el 82% de las exportaciones del total del panel. Último dato: la utilidad media que obtuvieron las empresas por cada asalariado fue de 822.330 pesos.