Al día siguiente de la amplia derrota que sufrió en las PASO, con más de quince puntos de irremontable diferencia respecto de la fórmula Fernández-Fernández, el entonces presidente de Mauricio Macri ordenó hacerle pagar a la población lo que consideró "no saber votar". Las miradas estaban puestas en cuál podría ser el anuncio con el que el todavía Gobierno intentara una remontada de votos de último momento. Tras mandar a la población a dormir esa misma noche, lo mismo hizo el lunes 12 de agosto de 2019, con el Banco Central. La bronca y la impotencia (mejor dicho, la prepotencia) ante la derrota lo llevó a exigirle a la autoridad monetaria que no intervenga. El dólar saltó en el mercado oficial 11 pesos para tocar los 57,30 por divisa, lo que implicó una apreciación de 24,5 por ciento intradiaria de la divisa. Los días y meses que siguieron a esa fecha evidenciaron el enorme daño económico y social de la ira macrista.
Esa noche pocos y pocas pudieron dormir. La derrota en las PASO había sido tan contundente que ya se saboreaba algún cambio. Pero en las horas siguientes el macrismo se encargó de ofrecer más de lo mismo; o peor. Los medios hegemónicos que lo bancaron hasta último momento usaron las escalada del dólar para intentar instalar la idea de que el mercado estaba descontento con la elección. En la semana previa había habido una suba extraordinaria e inexplicable de bonos y acciones.
El dólar se vendía el domingo a la noche en 48,50 pesos en las plataformas que operan cambios 24 horas, pero el lunes ya arrancaba, antes de las 10 que inicia las operaciones, por encima de 51 pesos. Hubo bancos que mostraron en pantalla un precio de hasta 65 pesos por dólar. El presidente del Central Guido Sandleris llegó a la Casa Rosada antes de las 9 de la mañana ese día, pero la reunión con el resto del equipo económico se postergó para la tarde con el cierre del mercado. El dólar ya estaba un 24,5 por ciento arriba del cierre del viernes previo a las PASO.
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El economista y ex presidente del Banco Central Martín Redrado fue el primero en alertar sobre la orden de Macri de "no parar" la corrida. Según relató de boca de colegas de la autoridad monetaria la orden fue "que el dólar se vaya a donde se tenga que ir de modo tal que los argentinos aprendan a quién votar". Redrado denunció esta maniobra ante la Justicia. La medida implicó un alza en los precios, aumento de la pobreza, caída de la actividad, desvalorización de activos, un aumento del cómputo de la deuda nominada en dólares, entre otros efectos.
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Último empujón más a la pobreza
En una economía que alto grado de dolarización, estructura que el macrismo se encargó de profundizar, el impacto fue casi inmediato y el arrastre continuó hasta que el macrismo finalmente dejó el gobierno. Luego de un leve descenso en los precios hasta julio, previo a las PASO, el Indice de Precios al Consumidor arrojó agosto un salto mensual histórico de 5,8 por ciento. En septiembre fue de 3,2 por ciento; en octubre de 4,1 y diciembre lo cerró con el 3,8 por ciento. Así la economía llegaba a superar por primera vez en casi tres décadas (de 1991) una inflación de 50 por ciento.
Como siempre, el cimbronazo afecto a los sectores de menores ingresos, porque los aumentos se concentraron en la energía y los alimentos. Alimentos y bebidas aumentó 5,6 por ciento ese mes, con disparadas en panificados (6,8 por ciento), carnes (6,7 por ciento), aceites (6,3 por ciento) y frutas (8,7 por ciento). Prendas de vestir y calzado aumentó en ese mes un 11,7 por ciento. Las ventas prácticamente se congelaron. En los supermercados la comercialización medida en cantidades cayeron 9 por ciento en la medición frente a julio pre PASO.
El poder adquisitivo de los salarios, jubilaciones y asignaciones sufrió una caída en torno al 20 por ciento durante el macrismo. Sólo por de la devaluación de agosto, esa situación se agravó y sumó un 1,5 por ciento adicional. .
El resultado fue un aumento de la pobreza inédito. Previo a las elecciones primarias la pobreza, medida por la Universidad Católica Argentina (UCA), se encontraba en el 35 por ciento y la indigencia en el 7 por ciento. Con la devaluación de ese lunes y el efecto en los ingresos y el empleo que fue derramando en los meses subsiguientes, el gobierno llevó la pobreza al 40,8 por ciento y la indigencia al 8,9 por ciento, según datos corresponden al tercer trimestre de este año y se desprenden del último informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, alcanzando los valores más altos de la década.
Estos índices implican 16 millones de argentinos que dejó en la pobreza y 3,6 millones en la indigencia. “Las reiteradas devaluaciones, el aumento de la inflación, el estancamiento, el aumento del desempleo y las medidas de ajuste acordadas con el FMI explican el deterioro”, detalló entonces la universidad.
Menos actividad económica
El salto del dólar retrajo el volumen de importaciones, principalmente de maquinarias e insumos para la actividad manufacturera. El nivel de compras externas en 2019 finalizaron con un retroceso de 24,9 por ciento respecto de 2018, el cual ya había sido un año de contracción tras el acuerdo con el Fondo Monetario. La industria inició entonces un nuevo derrotero. Luego de una leve mejora en julio, en agosto finalizó con una caída mensual de 1,5 por ciento y en septiembre se profundizó con un retroceso de 2,2 por ciento frente al mes de las PASO.
Otra actividad fuertemente impactada fue el Turismo. Si bien favoreció el movimiento interno, los viajes al exterior se desplomaron a niveles históricamente bajos.
La devaluación además afectó las cuentas públicas provinciales, las cuales, como en el caso de Buenos Aires de la mano de María Eugenia Vidal, habían dolarizado buena parte de sus pasivos. El resultado de las PASO y el castigo infringido por el Gobierno a los que “no supieron votar(los)” provocaron una apreciación del dólar de más de 24,5 por ciento y en apenas 48 horas la deuda bonaerense creció en unos 115.500 millones de pesos. El descalabro financiero que generó el enojo presidencial por la abrumadora derrota y el perfil endeudador del entonces ministro de Economía bonaerense, luego convertido en titular del Palacio de Hacienda a nivel nacional, Hernán Lacunza, profundizaron así la crisis de financiamiento de la Provincia, actualmente en proceso de reestructuración