Alain Supiot: "El anarcocapitalismo viene a romper las solidaridades del Estado social"

12 de noviembre, 2023 | 12.09

(Por Ignacio Ortiz).- El especialista francés en derecho del trabajo Alain Supiot cuestionó el anarcocapitalismo que pretende "romper las solidaridades del Estado social" representadas en los servicios públicos, la seguridad social y los sindicatos, al resaltar que conforman un marco institucional sin los cuales recrudecen las crisis y la violencia.

En una entrevista con Télam en ocasión de presentar su obra seleccionada por editorial Siglo XXI, Supiot analiza las nuevas formas laborales a la luz de la revolución digital que equipara por su impacto social a la segunda revolución industrial y que conlleva un nuevo imaginario del trabajo.

En una implícita mirada del contexto local, el especialista deja una alarma sobre los riesgos de "hacer tabula rasa" y "romper las solidaridades del Estado social" porque eso implica dejar de lado "el derecho sindical, la huelgas, las negociaciones colectivas como instrumentos que permiten decir no estar de acuerdo con el reparto del trabajo y la riqueza".

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El académico expone en su obra, parte de la cual se refleja en el libro de reciente edición local ´El trabajo ya no es lo que fue´, la necesidad de quebrar la lógica mercantilista que domina el empleo y poner en el centro a la persona en una nueva visión que integre realidades como el desempleo y la informalidad.

"La necesidad de reconsiderar la cuestión del trabajo está ligada a la revolución digital, una revolución técnica de una amplitud por lo menos tan grande como la de la segunda revolución industrial y que trae un nuevo imaginario del trabajo, una nueva forma de representarse", explica Supiot.

Para el experto autor de una decena de libros sobre el tema laboral, aquella transformación "ya había acarreado formas de deshumanización del trabajo, a través del taylorismo, y un punto central era la prohibición de pensar por parte de los obreros".

En aquel contexto, señaló, "las instituciones de justicia social inventadas en el siglo XX se esforzaron por resolver la cuestión de la explotación económica fijando mínimos salariales y máximos de tiempos de trabajo, condiciones de seguridad, pero no abordaron la cuestión de la opresión en el trabajo".

"Con la revolución digital -continúa- pasamos a un nuevo imaginario que es el del hombre que ya no obedece mecánicamente a impulsos sino como un ser que retroactúa en función de las señales que recibe para ejecutar un programa y llegar a objetivos. Pasamos de una lógica de subordinación a una lógica de programación en todos los ámbitos de actividad".

Pero el profesor emérito del College de Francia también resalta que la otra razón de la deshumanización del trabajo es que "las política neoliberales, desde los años 80, se vieron forzadas a desmantelar, deshacer toda las protecciones del trabajo que habían sido elaboradas en el marco del Estado social".

A partir de ese análisis de situación, Supiot afirma que "el conjunto de estos tres elementos que son la seguridad social, los servicios públicos, y el derecho laboral son un marco institucional necesario para la ficción mercantilista del trabajo. Pero la desgracia del neoliberalismo es que dice que no necesita esos soportes jurídicos, e incluye de la misma manera la visión de la tierra, del medio ambiente como mercancía".

En medio de una campaña electoral en la Argentina que vuelve a presentar el dilema del neoliberalismo y el resguardo de conquistas sociales, Supiot toma distancia prudente de los candidatos pero expone la convicción de que "la ley tiene que repartir las riquezas a medida que el comercio va enriqueciendo".

"El comercio enriquece pero la ley debe distribuir para que todos la puedan aprovechar", advierte

"No hay paz duradera sin justicia social, o ningún orden duradero puede establecerse solamente en base a la fuerza política y económica", sentencia al reseñar que "el aspecto genial del Estado social fue renunciar a la idea de una justicia que cae del cielo".

Buen conocedor de la historia política económica y social de la Argentina, Supiot hace un guiño local: "No logro entender qué es el peronismo, pero en la idea de tener cierta representación de la justicia que se va a imponer a todos, la parte más original y más duradera del Estado social fueron sus formas de representación y acción colectiva que permitan impugnar en determinado momento la justicia del orden establecido".

"Entonces el derecho sindical, la huelgas, las negociaciones colectivas son instrumentos que permiten decir no estamos de acuerdo con el estado actual del reparto del trabajo y la riqueza. Y son mecanismos de no violencia, de conversión de las relaciones de fuerza en relaciones jurídicas", completa el especialista, doctor honoris causa de distintas universidades, entre ellas la UBA.

Así como asegura que no hay una visión definitiva de qué es la justicia social, sino que es algo que "es el objeto de disputas sociales pacíficas, a través de la no violencia que es el núcleo del derecho social", el especialista también agrega que "está claro que el modelo de desarrollo económico de los países del norte industrializado es insostenible y no es generalizable".

"Las políticas neoliberales, y no sólo en la Argentina en particular, fragilizaron considerablemente sectores enteros de la población. Eso en todos los países. El balance social, ecológico de la globalización es catastrófico: nos hundimos en crisis ecológicas, aparecen conflictos armados en todas partes y la idea de que espontáneamente habrá una mejora general de los niveles de vida se ve desmentida por la propia experiencia", remarca.

Casi como evidencia asumida de que la idea de justicia ya no aparece más en el horizonte internacional, el experto llama la atención de que "ni en los Objetivos de Desarrollo Sostenible aparece la palabra justicia, sino la idea de un mínimo. Pero la idea de un mundo más justo, solidario entre los países ricos y pobres y dentro de cada país, esa idea desapareció. Y esto esta ligado con el giro neoliberal".

En ese marco social debe inscribirse el flagelo del desempleo y el trabajo informal, que se representa en más de la mitad de los trabajadores en todo el mundo.

"Se pensaba hace unos 30 años que con el crecimiento económico el trabajo informal iba a desaparecer, se iba a integrar. Hoy nos damos cuenta que no fue así", afirma al explicar su mirada de que habría que partir de experiencias distintas entre una cultura y otra de distintas regiones para "pensar en las relaciones laborales ancladas en la diversidad de las culturas y no querer siempre imponer un modelo exterior".

En el cierre de la charla, deja una alarma de abierta interpretación para la mirada local: "La idea de la topadora de la globalización hace que reaparezcan por todas partes nuevas pasiones identitarias. Si se destruyen las solidaridades del Estado Social, pensando hacer tabla rasa, surge lo que se puede llamar el anarcocapitalismo, donde solamente hay sujetos que individualmente buscan maximizar sus utilidades".

"Si uno intenta romper las solidaridades de los servicios públicos, la seguridad social y los sindicatos, la solidaridades no van a desaparecer sino que se recrean en función de bases identitarias, el color de la piel, la religión, la orientación sexual, todo sirve para reconstituir solidaridades que no están fundadas en un haber económico sino en un ser biológico, y esto me da miedo porque vemos el retorno de formas de solidaridad que tienen que ver con la biología que conocimos en las peores horas del siglo XX", concluye.

Con información de Télam

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