El Monte-Carlo Country Club es uno de los escenarios más tradicional del circuito de tenis ATP, pero también es uno de los sitios emblemáticos en la carrera del argentino Guillermo Vilas. Tanto que eligió a esa ciudad para vivir. Este domingo se vivió un momento muy emotivo cuando sus cuatro hijos fueron a las mismas canchas donde brilló su padre, que a sus 69 años se encuentra atravesando un delicado estado de salud.
La esposa de Guillermo, la tailandesa Phiang Phathu subió un video a su cuenta de Instagram, donde se ven a las tres hijas Andanín, Lalindao e Intila y al pequeño Guillermito caminando rumbo al court número 3 del Monte-Carlo Country Club, portando raquetas. Guillermo Jr, de cuatro años, luchaba con el peso del raquetero y lo llevaba como podía.
Guillermo Vilas ganó dos veces el Abierto de Montecarlo. En 1976 tras vencer en la final al polaco Wojtek Fibak por 6-1, 6-1 y 6-4, y en 1982, cuando se impuso al checo Ivan Lendl por 6-1, 7-6 y 6-3. Además en 1981 jugó la final contra el norteamericano Jimmy Connors pero se suspendió por lluvia cuando empataban 5-5 en el primer set. El encuentro no se pudo reanudar y el certamen quedó vacante. Vilas también fue finalista en la edición de 1980, en la que cayó ante el sueco Björn Borg, por 6-1, 6-0 y 6-2.
Una de las últimas apariciones públicas del marplatense fue justamente en una visita al Monte-Carlo Country Club en octubre de 2019, para la filmación del documental de Netflix "Vilas: serás lo que debas ser o no serás nada". El audiovisual dirigido por Matías Gueilburt muestra la vida del tenista argentino, junto a una investigación del periodista Eduardo Puppo sobre la injusticia de que no haya sido número uno del mundo, lugar que debió ocupar por siete semanas.
En aquella visita de hace dos años Vilas presenció algunos partidos del Masters 1000 y aprovechó para encontrarse con Borg. En 2020 celebró en el club de Montecarlo su cumpleaños con su esposa y sus hijos. La imagen de ese festejo fue compartida por el mismo Guillermo en sus redes sociales.
Antes de tener que resguardarse para luchar contra una delicada enfermedad, Willy era el coach de su hija mayor Andanin, que tiene 18 años. "Mi papá quería que jugara como él con la zurda, me obligaba a jugar con el revés a una mano y de zurda. Era rarísimo. Yo no podía. Después entendió que tenía que jugar con la derecha porque soy diestra", contó la joven nacida en París el año pasado en una entrevista en el ciclo #ManoAManoTeVe.
"Tengo casi todo de él. Soy la más parecida. En nuestra forma de pensar, en nuestra forma de enojarnos, de plantarnos ante las cosas. Siempre nos exigimos demasiado", contó.