Mientras picaba piedras en un remoto pueblo de Camerún, Francis Ngannou soñaba con ser un boxeador renombrado como su ídolo Mike Tyson. A los 25 años decidió irse de su país en búsqueda de un futuro como pugilista. Cruzó el desierto del Sahara y fue expulsado de la frontera de Marruecos y España seis veces antes de poder pisar suelo europeo. A los 26, llegó a Francia, donde un entrenador de artes marciales mixtas lo convenció de probar suerte en ese deporte. Triunfó y arribó a los Estados Unidos para combatir en UFC, donde se coronó como campeón. Pero él seguía con el sueño de ser boxeador y, tras un conflicto gremial con el presidente de la empresa Dana White, dejó la compañía para tener una súper batalla con Tyson Fury.
La pelea con el Gipsy King fue un objetivo que el camerunés persiguió por años, pero que su contrato con UFC evitaba. Cuando alcanzó la cima en la empresa, convirtiéndose en su campeón, Ngannou comenzó a tener roces con White, quien quería que el artista marcial batallara con mayor frecuencia, mientras que este último no estaba de acuerdo con la paga que él y sus rivales recibían. Las negociaciones se tensaron, y si bien UFC le ofreció millones de dólares, Ngannou decidió renunciar al título e irse de la compañía. Esta se había negado a aumentar el salario de los demás peleadores y a brindar un seguro médico.
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“Ngannou fue el primero en decir ‘te agradezco el dinero, pero no"', remarcó Augusto Niez-Gay, periodista en Somos MMA y comentarista del Circuito Argentino de MMA por Canal 9. “Pasó de ser un peleador a una figura que aboga por los derechos de los peleadores y un referente en África”, destacó.
Cuando Ngannou abandonó UFC, otras empresas como la gigante asiática One Championship se sentaron a negociar con él, pero ninguna se alineó con los objetivos que tenía el camerunés. Sin embargo, la resiliencia de un hombre que comenzó a trabajar en la mina a los 10 años y viajó por aguas europeas con un pasaporte falso prevaleció, y logró firmar con la compañía PFL, conocida por transmitir torneos en los que los ganadores se llevan un millón de dólares, más de lo que obtiene la mayoría de los competidores de UFC.
PFL no sólo le dio a Ngannou el sueldo que deseaba, sino que lo nombró presidente de la división África y se ofreció a pagarle a sus rivales un mínimo de un millón de dólares por combate. Y, además, le permitió firmar un contrato por lo que más ansiaba: la pelea con Fury.
“No creo que haya un campeón de UFC que tenga la posibilidad de tener una pelea tan rentable como la que Ngannou tendrá con Fury. Él se fue de la empresa para tener específicamente esa batalla”, analiza Emiliano Candido, histórico relator de UFC en latinoamérica y periodista en Direct TV Sports Combat. “Después está haciendo cosas en favor de la seguridad de los peleadores, vamos a ver cómo se maneja como presidente de PFL África. Me parece que puede marcar un antes y un después”, agrega.
UFC es consciente de que el camerunés sentó un precedente histórico. Cuando empezaron a circular los rumores por parte de algunos periodistas reputados de ESPN sobre la pelea entre Fury y Ngannou, Dana White anunció inmediatamente la súper batalla entre Jon Jones, actual campeón peso pesado de la empresa y -probablemente- el mejor de la historia, con Stipe Miocic, otro gran exponente de la promotora. Sin embargo, el intento de opacar el encuentro boxístico se vio frustrado cuando Ngannou, días después, confirmó la épica contienda.
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La última vez que un boxeador se enfrentó a un campeón de UFC fue cuando Floyd Mayweather Jr. derrotó a Conor McGregor en una de las peleas más taquilleras de la historia. ¿Alcanzará esta contienda la misma magnitud? “Yo creo que no se comparan en lo más mínimo”, asevera Candido. “McGregor iba más allá, era una maquinaria que trascendía el deporte”. Sin embargo, el comentarista reconoció que, a diferencia de aquella colisión de gigantes, en la que salió victorioso el pugilista, “en la pelea de Fury y Ngannou hay una sensación de que el primero que golpea, duerme al otro”.
Por su parte, Niez Gay de Somos MMA augura que “va a ser una pelea muy grande, sobre todo para las MMA” porque se trata de “otra muestra de que las artes marciales mixtas crecen a pasos agigantados. “Se trata de el peso pesado más temido en la historia de las MMA contra el mejor boxeador que tuvo la categoría en las últimas décadas. Sin embargo, no creo que sea más que Mayweather-McGregor porque se trataba de dos nombres que trascendían el deporte”, reflexiona.
A una década de haber llegado a París con sus zapatillas rotas, su cuerpo lastimado por los alambres que tuvo que saltar en la frontera y el sol que lo quemó en el desierto, Ngannou se pondrá por primera vez los guantes de boxeo para pelear profesionalmente el 28 de octubre en Arabia Saudita. Con 36 años, el camerunés está en el pináculo de su carrera; y después de su combate con Fury, le queda realizar su debut con PFL.
“¿Qué condiciones va a plantear él para PFL África que pueda también pasar la línea a PFL global? No es tan fácil. Me parece que es algo que no se va a ver ni hoy ni mañana, sino que se va a ver de acá a un buen tiempo”, reflexiona Candido.