Sebastián Ávila es historiador y reconoce que en su formación en la Universidad de Buenos Aires la guerra de Malvinas no formaba parte de la propuesta académica, lo que tal vez lo empujó a acercarse al tema y tomarlo como eje de su trabajo como docente e investigador en la Universidad Nacional Arturo Jauretche pero también de su obra de ficción, la novela "Ovejas".
Con puntos en común con "Guarisove, los olvidados", el corto de Bruno Stagnaro que formó parte de "Historias breves 1" y se estrenó en 1995, la novela de Ávila no se apega al realismo o al registro testimonial sino que apuesta a potenciar las voces de quienes vivían la soledad, el miedo y la añoranza o el recuerdo de días previos a la guerra. "¿Y si ya se terminó y nos dejaron acá?" es una pregunta de la novela que también retumba en el corto de Stagnaro.
Esta año se cumplen cuatro décadas de Malvinas y en la charla con Télam el escritor repasa narraciones y abordajes que fueron dando sentido al tema en la conversación pública.
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-T: Así como hubo distintas etapas para contar la dictadura, ¿eso pasó con Malvinas? ¿Se está corriendo el margen y se empieza a hablar de otra manera?
-S.A.: Lo veo en la literatura pero no en el cine, hay una forma un poco anquilosada de narrar el tema en general. En la literatura se fue corriendo la frontera enormemente, como dice Martín Kohan: con "Pichiciegos" tenés un terremoto que puede medirse a escala de Richter. Fogwill hizo que el nacimiento de Malvinas fuese algo medio estrambótico, en cambio en el cine "Los chicos de la guerra", tanto el libro como la película, calan sobre un sentido común, lo reafirman pero no es una mirada rupturista. Es más, se agarra mucho más de lo testimonial que de lo ficcional. La que cambió un poco el juego fue una serie de la TV Pública, "Combatientes", que pasó desapercibida, algo que suele pasar con el tema Malvinas, hay cosas que se hacen y pasan desapercibidas. Es muy loco porque se desclasificó el informe Rattenbach, fue un recontra hecho político y nadie lo usó, algunos porque creían que exoneraba a los militares de sus responsabilidades y otros creían que era crítico. La literatura lo que tiene de bueno es que fue por otro carril, eso es gracias a Fogwill, a Gamerro, y nadie puede decir que victimizan.
-T: En el último tiempo Lola Arias presentó el film "Teatro de guerra" y la obra de teatro "Campo Minado", ¿cómo leés esa forma de narrar Malvinas?
-S.A.: En general de todo lo artístico sobre Malvinas, no me parece entrar en un debate sobre lo que representa o lo que no. No está bueno que el artista esté con las manos atadas pensando que no puede hacer algo porque es terrible, por eso te decía lo de Fogwill, a él no le importaba nada, al contrario estaba decidido a decir algo y Lola también, tiene un concepto de la guerra. Además hizo un hecho artístico hermosísimo, super fuerte y conmovedor cuando hay un montón de cosas de Malvinas que no generan nada. Y encima metió a los veteranos a hablar. Entre los veteranos hubo críticas tremendas porque igualaba a unos y otros. Es una obra que está girando por todo el mundo, Lola tiene ese poder. No recuerdo que haya habido otro objeto artístico que haya podido hablar de Malvinas en África, en Asia. Armó un artefacto que conmueve y siempre está a sala llena.
Con información de Télam