Yuri Santacruz es protagonista y motor de la trama del nuevo libro de Paloma Sánchez Garnica: su punto de vista contribuye a reflexionar en torno al escenario socio político que le tocó en suerte porque, según sostiene la autora, "comprender el horror del nazismo es prácticamente imposible pero conocerlo es una obligación, porque las mentes pueden volver a verse manipuladas".
-T.: ¿Qué aportes brinda al lector la historia de Yuri para comprender un proceso histórico complejo como el nazismo?
-P.S.G.: Que debemos estar alerta. No hemos tenido una amenaza de una guerra tan destructiva como la Segunda Guerra Mundial. Podemos, como sociedades envueltas en esta democracia, imperfecta pero al fin y al cabo democracia. Las dictaduras siempre son perfectas y las democracias siempre imperfectas. Podemos pensar que los errores del pasado no pueden volver a ocurrir y nos equivocamos. Primo Levi decía, respecto del horror del nazismo, que ocurrió y por lo tanto puede volver a ocurrir en cualquier momento y en cualquier lugar. Comprender el horror del nazismo, el horror que se vivió en esa guerra es prácticamente imposible porque es inalcanzable. Pero conocerlo es una obligación, porque las mentes pueden volver a verse abducidas, manipuladas. Deberíamos estar alerta porque nada nos es dado por el ADN. Los derechos, el Estado de derecho en el que vivimos, las libertades que tenemos, la capacidad de decidir como individuos libros, nos lo tenemos que currar y lo tenemos que proteger día a día porque siempre habrá una amenaza latente que -en un momento determinado- puede estallar. Porque los dictadores, no vienen anunciando "¡Os voy a quitar sus derechos!", "¡Os voy a machacar!", vienen diciendo "Os voy a arreglar todo, os voy a solucionar la vida. Todo será mejor, todo será fantástico conmigo. Seguidme". Y cuando llegan y agarran el poder, entonces ya no tienes ninguna capacidad.
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-T.: Durante la novela, acompañamos a los personajes a escapar de su tierra ¿Cómo entra en tensión el arraigo a una nación en estos casos?
-P.S.G.: Yuri es el ejemplo del desarraigo, que existió durante la Guerra Mundial, existió después de la Segunda Guerra Mundial y sigue existiendo. Aquí en Argentina están los movimientos de Venezuela, en México que pasen a Estados Unidos, el movimiento de Ucrania, Siria. Es decir, no aprendemos. Es terrorífico. Además el desarraigo tiene que ser algo muy sufrido. Cuando sales de un país por tu propia voluntad, estás feliz. Mi hijo vive en Dubái y sabe que puede volver. Pero cuando te obligan a salir de tu país porque está en juego tu vida, es difícil. Yuri nace en la Rusia zarista y de repente se convierte en un apestado, en un individuo sin derechos, humillado. Va a España y en ningún momento se integra. Va a Berlín y también es extranjero. A veces me dicen "A Yuri le pasa de todo", pero es que hay gente que le pasa de todo, que tiene la mala fortuna de vivir tiempos muy convulsos.
-T.: ¿Qué lugar ocupa el amor en un contexto de guerra y desilusión?
-P.S.G.: El amor. en lo más amplio del sentido de ese sentimiento (el amor pasional, materno, fraternal, amistoso) nos ennoblece como seres humanos y surge en cualquier momento. No solamente en los momentos de paz y placidez. El amor y la amistad, surgen en momentos muy trágicos y surgen porque no se controlan. Nos mantiene vivos. En todos los libros que leí, por ejemplo "El hombre en busca de sentido" de Victor Frankl, se dice que en los momentos más miserables y más inhumanos, las personas sobreviven no solo porque tiene habilidad para buscar comida sino porque tiene un sentido. El amor surge y la amistad igual. En la novela, las protagonistas se aferran la una y la otra y se unen de una manera tan especial que cuando una desaparece, la otra se ahoga.
Con información de Télam