El comienzo de la consagración del tango, en París y en el resto del mundo, se remonta al 2 de octubre de 1928, cuando el cantor Carlos Gardel hizo su debut en ese país europeo. Si bien la figura del Zorzal Criollo fue clave para el éxito internacional de la música rioplatense, fueron varios los artistas que desembarcaron en Francia para presentar al 2x4 en los destacados salones parisinos. Recién tras ese paso destacado por el viejo continente, el género que se escucha en los burdeles comenzó a ser aceptado por la burguesía y la oligarquía argentinas a principios del siglo XX.
Hasta esa gira de Carlos Gardel, el tango era considerado como una música de los prostíbulos de la Ciudad de Buenos Aires. Luego fue ampliamente aceptada cuando regresó de Francia con un aura de gloria. La clase alta argentina se vio obligada a elegir entre seguir rechazando esa cultura o aceptarla con su versión refinada, tras vuelta al nuestras tierras con sus principales artistas.
El amigo y letrista de Carlos Gardel, Enrique Cadícamo, fue testigo privilegiado del furor que se generó y escribió un libro entero acerca del debut del Zorzal criollol en el cabaret Florida. “Las mesas estaban en su totalidad ocupadas”, recordó. A partir de ese éxito, París se convirtió en una vidriera tanguera y explotó la cantidad de letras que la mencionan.
Algunos ejemplos son "Madame Yvonne", "Anclao en París" o "Siempre París" de los hermanos Expósito, así como "Canaro en París", uno de los tangos más conocidos. Además, existen otras composiciones hoy casi olvidadas, como "Francesita", "Place Pigalle" o "Noches de Montmartre". Pero como se mencionó, antes de la consagración de Carlos Gardel en París, el tango como nuevo ritmo había aparecido en la ciudad al menos dos décadas antes.
La primera noticia del 2x4 en la capital francesa data de 1900, según recuerda el periodista José Narosky. En esa ocasión se proyectó una película muda que mostraba imágenes de baile. Luego, en 1907, la casa Gath & Chaves de Buenos Aires emprendió la producción de fonogramas y envió a Alfredo Gobbi y su esposa, la cantante chilena Flora Rodríguez, a grabar discos junto al músico y compositor Angel Villoldo, conocido por sus éxitos como "El Choclo" y "La Morocha".
Gobbi y Rodríguez vivieron siete años en París, donde dieron clases de tango y fundaron una editorial. Ya en 1910, la famosa vedette parisina Mistinguett bailó un tango en un renombrado music hall. Diez años después, en 1920, el bandoneonista Manuel Pizarro abrió el cabaret "El Garrón", un local completamente dedicado al tango, donde debutó con gran éxito, ante la presencia del embajador argentino Marcelo T. de Alvear, quien luego sería presidente de la Nación.
Más tarde, Pizarro pronto llamó a sus hermanos músicos para que se unieran al proyecto y muchos otros locales parisinos comenzaron a incorporar tangos en su repertorio. Así, Pizarro, sin competencia, empezó a formar conjuntos típicos y asignó a cada uno de sus hermanos al frente de distintos cabarets de la ciudad: Salvador en el "Hermitage" de Champs Elysées, Alfredo en el "Washington Palace" de la rue Madelaine, y Domingo en el "Hotel Claridge", también en Champs Elysées.
A medida que los tangos ganaban mucha popularidad en París, Manuel Pizarro comenzó a ofrecer conciertos en la prestigiosa sala Pleyel. Y fue en 1925 cuando Francisco Canaro, uno de los grandes creadores de la orquesta típica, llegó a la ciudad. Ese mismo año, en Buenos Aires, se escribió el famoso tango "Canaro en París", compuesto por Juan Caldarella y Alejandro Scarpino.
La llegada de Carlos Gardel a París y el boom del tango en Europa
Finalmente, Carlos Gardel llegó a París el mencionado 10 de septiembre de 1928 y debutó en el cabaret Florida el 2 de octubre. Manuel Pizarro, al enterarse de su llegada y de su deseo de cantar en su local, decidió hacerle un lugar en su cabaret. Enrique Cadícamo, que en ese momento se encontraba en Barcelona siguiendo al trío Irusta-Fugazot-Demare, también decidió viajar a París.
Por entonces, Osvaldo Fresedo ya estaba trabajando con su orquesta en el renovado El Garrón de Pizarro, con Ernesto Famá como cantante, y otros músicos como Enrique Delfino y Julio De Caro también estaban en la ciudad. Durante su estadía en París, Gardel continuó cosechando éxitos en diversas ciudades de Francia.
Fue entonces cuando, tras una solicitud de guitarrista Barbieri, Cadícamo escribió la letra de "Anclao en París", que evocaba la magia de los argentinos en la ciudad, mencionando lugares emblemáticos como Montmartre. Lamentablemente, la Segunda Guerra Mundial marcó el fin de una era y el tango argentino comenzó a decaer en París, para ser música popular en Argentina.