(Por Mercedes Ezquiaga). El estreno a nivel mundial, el próximo 4 de noviembre, de la segunda entrega en Netflix del filme "Enola Holmes" -protagonizada por Millie Bobby Brown-, la llegada a Star+ del filme "Rosalina", sobre la doncella que encarnó el primer amor de Romeo (mucho antes de su embeleso por la famosa Julieta) y la novela "Hamnet" de la irlandesa Maggie O'Farrell, sobre un hijo de William Shakespeare, que murió a los 11 años, dan cuenta de una tendencia en el universo de las ficciones -escritas y visuales- de tomar historias archiconocidas y transformarlas desde miradas alternativas e inesperadas.
Nunca hubiera imaginado el británico Arthur Conan Doyle (1859-1930) que su gran creación literaria, el sagaz detective Sherlock Holmes (1887), protagonista de cuatro novelas y medio centenar de relatos breves, tuviera -más de cien años después- una hermana menor, llamada Enola y, por cierto, muchísimo más perspicaz que el conocido genio de la criminología, domiciliado en Baker Street, con vista de águila, dotes para el boxeo, una personalidad observadora y una mente archi-lógica.
"Podíamos hacer lo que quisiéramos y ser quien quisiéramos", se le escucha decir -sobre las enseñanzas de su madre- a Enola Holmes, en la película protagonizada por Millie Bobby Brown (Stranger Things) y estrenada en Netflix, basada en el libro de la estadounidense Nancy Springer, "Enola Holmes y el caso del marqués desaparecido" (2006), publicado en Argentina por Penguin Random House Grupo Editorial.
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En esta narración, aparece como no había ocurrido antes en la historia de la literatura, la hermana pequeña del famoso investigador privado, que decide viajar hasta Londres dispuesta a encontrar alguna pista que la conduzca hasta su madre, desaparecida recientemente. Sin embargo, al pisar el asfalto de la ciudad, se verá envuelta en el secuestro de un joven marqués y deberá sortear a toda costa a sus inteligentes hermanos mayores, que pretenden llevarla a un internado para señoritas. Pero ella cuenta con las lecciones aprendidas en casa con su madre (Helena Bonham Carter), que le enseñaba -hasta antes de desaparecer- clases de historia y química por la mañana, y artes marciales por las tardes.
Mientras se espera la llegada, el próximo 4 de noviembre, del filme "Enola Holmes 2" -con dirección de Harry Bradbeer- que esta vez retoma la historia de la audaz joven ya instalada en Londres, donde debe enfrentar su primer caso como detective privada, la primera entrega de la película -un entretenimiento con iguales dosis de misterio, acción y romance- toma la desagradable costumbre de algunos filmes de narrar mirando a cámara, un recurso que bien podría ser una analogía del infaltable Dr. Watson, porque ninguna descripción de Holmes sería completa sin mencionar a su insoslayable amigo. Al romper la cuarta pared y hablar a cámara, tal como lo hace de principio a fin, Enola (Bobby Brown) -aunque no se vista con capa de tweed, un gorro de cazador ni utilice una lupa- agiliza la comunicación con el público/lector que en el caso del relato en el que se inspiró -el de su hermano-, reemplaza las preguntas de su lúcido asistente. En la saga original Watson cumplía el rol de interrogar a Holmes para entender cómo había arribado a sus lógicas conclusiones. En la lectura de Sherlock, todos somos Watson. En el filme de Netflix, ya no es necesario porque Enola se dirige directamente a cada espectador.
Pero la aparición de historias transversales, a las que no se les había puesto atención, o la de figuras que nada tienen que ver con la edición original no es exclusiva de Holmes. O tal vez sí. Veamos. La pareja de enamorados más célebre de todos los tiempos, la trágica obra maestra de Shakespeare "Romeo y Julieta", ha sido actualizada, modernizada y aggiornada miles de veces en el universo de la ficción, desde su publicación original, hace más de 400 años. Aunque ha sido también cuestionada y atacada por su romantización de los vínculos tóxicos (¿Ya lo cancelaron a Romeo?).
Pero pocas historias se animaron a hablar de los amantes de Verona, de los Capuletos y los Montesco, de las familias enemistadas, desde una óptica tan inesperada como lo hace en su libro "When You Were Mine" (2010) la escritora estadounidense Rebecca Serle.
Justamente, en esta novela traducida como "Cuando eras mío" se basa la próxima película romántica que estrenará la plataforma Star+ en fecha a confirmar de este 2002, y de la que por ahora solo se conocen las primeras imágenes. "Rosalina" -título del largometraje- toma la clásica narración de William Shakespeare, pero esta vez se propone narrar la historia de amor jamás contada: la chica que Romeo debía amar. ¡Oh, Rosalina! ¿dónde estás que no te veo?. Es sabido que al comienzo de la tragedia de Shakespeare, Romeo todavía está enamorado de una joven llamada Rosalina -más bien enfermo de amor y deprimido- hasta que su buen amigo Benvolio le aconseja -con buena intención y poca delicadeza- que se busque otra ("examina otras bellezas", le dice). Pero mucho antes del baile de máscaras, del amor a primera vista, del casamiento secreto y de los brebajes de apariencia mortal, es donde se ubica esta comedia romántica, en la que Romeo es "Rob", Julieta es "hermosa, vengativa y un poco loca" y Rosalina -prima de Julieta- está destrozada por no ser correspondida en sus sentimientos y planea recuperar a su chico. ¿Ya sabemos cómo termina?
Pero la idea de proponer un nuevo ángulo a clásicas historias de la literatura universal sucede a veces de manera irreverente y con humor, y otras veces con delicadeza y una lírica brillante como ocurre con "Hamnet" de la escritora irlandesa Maggie O'Farrell, ya mucho más que una promesa literaria en pleno ascenso, quien ha dicho en entrevistas que lo que más le interesa son las narrativas pasadas por alto.
En ese sentido "Hamnet", publicado en Argentina por Libros del Asteroide, se centra en la esposa (Agnes) y los hijos de Shakespeare para una historia que recorre la vida familiar, el afecto, el dolor y la pérdida. Ya en las primeras líneas, la autora aclara que "Hamnet y Hamlet son en realidad dos formas perfectamente intercambiables de un mismo nombre, según consta en los anales de Stratford de finales del siglo XVI y principios del XVII".
Según la referencia histórica que propone la autora, en 1580 vivía en Stratford una pareja que tuvo tres hijos: la mayor Susanna y los gemelos Hamnet y Judith. El niño murió a los once y cuatro años más tarde su padre escribió una obra de teatro titulada "Hamlet". El libro parte de la historia familiar de Shakespeare y transita entre la ficción y la realidad para trazar una hipnótica recreación del suceso que inspiró una de las obras literarias más famosas de todos los tiempos. Si bien en la original, el hijo del difunto rey de Dinamarca planea vengar la muerte de su padre, quien ha sido asesinado por su hermano Claudio, en la novela de O'Farrell también algo huele mal, y es cuando el matrimonio protagónico debe atravesar esta inesperada desgracia.
De figuras que habitan en los márgenes, pero también de personajes impensados -que hacen su aparición en escena por primera vez- se cuentan las historias en los últimos tiempos como también revela la más reciente adaptación a la pantalla grande de un clásico de todos los tiempos: "La vuelta al mundo en 80 días", de Julio Verne.
La nueva serie homónima de la plataforma Universal+ está conformada por ocho capítulos -se sumó al catálogo el pasado 7 de agosto y estrena un episodio cada semana- y retoma la historia original, en la que el aristócrata inglés Phileas Fogg (interpretado por David Tennant) decide en 1872 dar la vuelta al mundo en solo ochenta días. Pero la reinvención esta vez no solo tiene que ver con que su fiel ayudante Passepartout es ahora afroamericano sino que además se incorporó a la travesía una mujer, Abigail Fix (Leonie Benesch), inexistente en el original.
¿Son las nuevas-viejas ficciones un signo de época? En algunos casos se trata de personajes satélite, que otrora ocupaban un papel menor, o en los márgenes, de la ficción original. Y en otros, aparecen nuevas voces que toman el protagonismo del relato y lo desarrollan desde otra mirada o punto de vista, por fuera de la inventiva del primer autor. Tal vez no sea casualidad entonces que una de las etiquetas más utilizadas hoy en redes sociales sea la de "POV" (Point of View), ese mismo "punto de vista" que hoy habilita nuevas ópticas bien disímiles a las del pasado, a tono con las sensibilidades del siglo XXI, pero manteniendo gran parte de lo original, porque en los clásicos la magia sigue intacta.
Con información de Télam