Wagner: "Cuando sabés que de todos modos vas a morir no tenés porqué tomarte las cosas tan en serio"

13 de mayo, 2022 | 16.21

(Por Claudia Lorenzón).- En su novela "Vivir", el escritor alemán David Wagner, narra en clave de ficción autobiográfica la espera de un trasplante hepático a partir de una descompensación que sufre su organismo, la convivencia hospitalaria junto a otros pacientes y la incertidumbre ante el posible fracaso del implante, donde sobrevuela la posibilidad de la propia muerte, con un relato cargado de extrañamiento en el que, por momentos, se diluyen los límites entre ficción y realidad.

"La literatura no puede revertir la muerte ni el final, pero puede inmortalizar la vida que la precede", sostuvo Wagner, de visita en la Argentina para participar en la Feria del Libro.

La obra se inicia con una descripción que abre el relato a la transformación física, y con ella, al terreno de lo inédito o poco habitual: una hemorragia provocada por una hepatitis autoinmune que deja al protagonista en una situación de semiinconsciencia, en un escenario narrativo donde la realidad se altera, se vuelve borrosa.

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La vida hospitalaria que fluctúa entre la observación externa, el vínculo con los otros pacientes, la asistencia médica y el paso del tiempo, en un clima que por momentos cobra ribetes carcelarios, también está presente en la obra donde el extrañamiento provocado por la enfermedad pone al personaje en la situación límite de vida o muerte, pero sin caer en la autocompasión.

El pasado del protagonista, huérfano de madre a los 12 años, alimenta la idea de la finitud de la vida, pero también la crueldad con la que se puede ver asaltada la infancia, al cuidado de un padre poco apto para encargarse de un niño, al que deja frente al cuerpo yaciente de su madre en una morgue hospitalaria.

Nacido en 1971, Wagner es uno de los más importantes narradores jóvenes alemanes. Además de las novelas "Cosas de niños" y "De qué color es Berlín", escribió cuentos, prosas breves, poesía y ensayo.

Por la novela "Vivir", editada por el sello español Errata Naturae, recibió el prestigioso Premio de la Feria del Libro de Leipzig, en 2013.

"Me sorprendo todos los días de seguir aquí. Es una sensación interesante", confiesa el autor en una entrevista con Télam en la que además expresa estar "agradecido" por la posibilidad de seguir viviendo.

- Télam: Teniendo en cuenta que partís de una experiencia en primera persona, ¿cómo concebís la literatura en tanto lugar donde lo personal juega un rol hegemónico?

- David Wagner: La literatura ofrece un campo, un espacio en el que todo es posible: lo cotidiano, lo banal, lo especial, lo experimentado, lo inventado. Historias propias, historias de la vida de uno o de la vida de otros. La cuestión es qué se hace con esa historia o qué hacés vos con ella. Cómo se cuenta, en qué tono, con qué melodía, qué ritmo, de eso se trata. Lo importante es cómo se dicen las cosas.

- T: La novela está estructurada en textos breves que narran la historia desde una de las descomposturas más severas del personaje previas al trasplante, hasta que el implante sucede. El libro está armado en base a "retazos" de una vida al filo de la muerte. ¿Cómo fue armar la historia desde lo formal?

- D.W: La lectora o el lector pueden pensar que cada sección retrata un día en el hospital. Además, el libro tiene siete partes. También hay una mística de los números oculta en las páginas, algo de Dante y de los círculos del infierno.

- T: Otro tema unido a este es el tono, en una historia donde hay dolor físico, encierro y una orfandad temprana del protagonista. ¿Cómo fue escribir sin caer en la autocompasión, inclusive dando lugar al humor?

- D.W: No lo sé. ¿Será qué comprendí lo absurdo que es que personas adultas se pasen días y semanas tumbadas en la habitación de un hospital? Una respuesta puede ser no tomarse todo tan en serio. Cuando sabés que te vas a morir de todos modos, no tenés por qué tomarte las cosas tan en serio. Ese sentimiento es el que traté de transmitir. También puede ser que el narrador entienda la enfermedad y la estancia en el hospital como un largo viaje y en este viaje casi todo es interesante. Él se dice a sí mismo que experimentar todo eso es interesante, excitante, emocionante. Es tan interesante que después quiere contarlo, aún cuando hacerlo le genere dolor de tanto en tanto.

- T: ¿La literatura colaboró para vencer el miedo ante la muerte personal, si es que cabe la palabra "colaborar"?

- D.W: Primero sólo conocía la muerte de la literatura, luego la conocí en la realidad. Y entonces intenté –supongo que es algo que hago siempre–, describir este acontecimiento inaudito, porque, ¿no es inaudito que muera alguien a quien amás? La literatura no puede revertir la muerte ni el final, pero puede inmortalizar la vida que le precede. Así es como supuestamente se puede engañar a la muerte. En cualquier caso, escribo con esta ilusión.

- T: En varios tramos del libro la sexualidad aparece desde la atracción que el protagonista siente hacia las médicas o enfermeras, o desde las historias de amor de su pasado. ¿Cómo creés que juega o interviene la sexualidad como antídoto de la muerte?

- D.W: Creo que la sexualidad y la muerte tienen que ver mucho entre sí. El sexo es la pequeña muerte, 'la petite mort', como llaman los franceses al sentimiento posterior a la plenitud. Acostarse con alguien en el mejor de los casos puede significar que se quiera morir por él, o mejor aún, que se quiera morir en unión con él. En el caso de un trasplante de órganos, nos encontramos ante una unión de naturaleza no sexual, pero sí física –hay un órgano del cuerpo de otra persona en tu propio cuerpo– en donde la otra persona, el donante del órgano, ya ha muerto. Como verás, son muchas las conexiones que pueden darse.

- T: ¿Por qué el miedo al trasplante, teniendo en cuenta que era la salida que veían los médicos ante un estado de salud tan delicado?

- D.W: El protagonista, el héroe de esta novela, tiene miedo a la operación, como casi todo el mundo tiene miedo a una operación importante, porque no se sabe cómo va a salir. Y, además, teme que tras el trasplante deje de ser quien era antes. Dejar de ser la persona a la que se ha acostumbrado, él mismo. Tiene miedo de dejar de ser el enfermo. Y tiene miedo de dejar de tener las sensaciones que tiene ese enfermo.

- T: Por algunas descripciones que aparecen en el libro, el cuerpo parece transformarse en un campo de batalla (cortes, cicatrices), ¿cómo es la vida hoy, luego del trasplante?

- D.W: Estoy viajando por el mundo. Y viajo mucho. "Vivir", esta novela de hospitales y trasplantes, me ha hecho viajar por todo el mundo, las traducciones me han hecho ir a China, Turquía, Irán, Egipto, Francia, Italia, España, Dinamarca y ahora Argentina. Estoy muy agradecido por ello.

- T: ¿Cómo te cambió el sentido de la vida, de los demás, de lo que nos rodea, de los otros seres vivos?

- D.W: Hizo que me sintiera agradecido. Y me sorprendo todos los días de seguir aquí. Es una sensación interesante.

Con información de Télam