Ursula K. Le Guin: un rescate editorial que ilumina las discusiones más actuales del presente

18 de octubre, 2022 | 19.43

(Por Dolores Pruneda Paz) El resurgido interés por la obra de la estadounidense Ursula K. Le Guin (1929-2018), con la reedición en Argentina de la novela “El nombre del mundo es bosque” y el libro de misceláneas "Las chicas salvajes", viene a reabrir un espacio de llegada al público en general y a romper un cerco editorial que la mantuvo descatalogada por décadas en el país, a pesar de haber sido una escritora famosísima que le dio al fantástico y la ciencia ficción una profundidad filosófica y una sensibilidad feminista inéditas que reconfiguró al género.

Le Guin es un caso extraordinario dentro de la fantasía y la CiFi. Escribió sobre temas estándar -magia, seres mitológicos y conflictos interestelares futuristas- con protagonistas estándar, que aún cuando eran varones daban cuenta de un sistema ideológico eminentemente feminista, taoista, ecologista, que dejaba de lado la operación binaria de enfrentar al bien con el mal dando lugar a mundos donde los conflictos se resolvían por conciliación más que por confrontación, abriendo la paleta de tonalidades de las clásicas, legendarias y espectaculares batallas que colorearon el imaginario de generaciones lectoras enteras.

Las batallas de las fantasías de la autora eran culturales y la fuerza con que las intervenía no era violenta, un caldo filosófico donde cada elemento se iba impregnando de un ecosistema común y resultando en algo nuevo que se leyó en sus 21 novelas, cientos de cuentos y poemarios, libros infantiles, ensayos y traducciones que incluyeron el "Tao Te Ching", de Lao Tse, y poemas de la Nobel chilena Gabriela Mistral.

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Traducida a más de 40 lenguas, vendida por millones en el mundo, en Argentina no era fácil encontrarla. Hasta hace no tanto, sus libros eran objeto de interés de las librerías de viejo y usados, o más bien de reposo, porque no es que buscaran sus títulos especialmente: se podían encontrar joyitas a precios bajos, descontextualizadas del impacto que pudieran tener en la lectura de un presente que Le Guin pareciera haber anticipado hace 50 años como la perspectiva de género o la crisis ambiental.

Esto ahora empieza a saldarse. Grandes grupos editoriales como Planeta -de la mano de Minotauro- y sellos independientes como Hekht reconocen la actualidad y urgencia de los temas que la escritora desarrolló con muchísima repercusión y éxito décadas atrás y la devuelven, o le dan la bienvenida, a sus catálogos, con publicaciones como "El nombre del mundo es bosque", novela de filosofía ecológica sobre un universo que persiste gracias a leyes que no admiten la intromisión humana, y "Las chicas salvajes", libro que contiene el cuento del que toma el nombre, un poemario breve, dos ensayos y una entrevista.

"Editamos el cuento de Le Guin, junto a sus poemas y ensayos porque entendemos que como ella misma dice, en este momento del mundo estamos necesitando un hogar, un resguardo, un lugar desde el que pensar", dice a Télam Natalia Ortiz Maldonado, prologuista del libro de Ursula Koeber Le Guin publicado por Hekht, “The wild girls” en su original inglés, que en la edición argentina no sólo devuelve el apellido de soltera de la autora, sino que lleva una doble traducción, del inglés a un español local, rioplatense, y de ahí al lenguaje no sexista, resultado de una tarea ardua, minuciosa y estética de Gabriela Adelstein.

"Para poder escucharla, para hacerla próxima, decidimos realizar esas dos operaciones de traducción de la mano de Adelstein. La primera fue a nuestra lengua, que no es el español sino el castellano rioplatense. La segunda fue utilizar lenguaje no sexista, sabiendo que la autora señaló varias veces cuánto le hubiese gustado escribir así sus primeras obras, especialmente ‘La mano izquierda de la oscuridad’”, indica la prologuista.

Cuando llevó a la literatura el feminismo que ya estaba en la calle y en 1969 ganó los prestigiosos premios Nébula y Hugo por “La mano izquierda….” -con los años acumularía un total de seis de uno y nueve del otro, además de haber sido la primera escritora en haber recibido en la historia cualquiera de esos dos galardones, los más importantes de los géneros de CiFi y fantasía- Le Guin fue criticada por usar el genérico masculino en el género neutro y fluido de esos personajes que no eran varones ni mujeres más que aleatoriamente y sólo por un momento.

“No había forma de nombrarlo de una manera que fuese comprensible”, respondió a los feminismos que la criticaron en ese momento. Pasadas las décadas -su extensa carrera literaria se extendió 60 años con dos sagas geniales e icónicas, el mundo mágico de Terramar y la federación galáctica de Ekumen-, en el documental “Worlds of Ursula K. Le Guin” explicó: “Estaban pasando cosas en los 70, pero yo no era una feminista ideal. Se hablaba de liberarnos de los varones y los niños, y yo tenía un marido y tres hijos. Me puse a la defensiva”.

“Los héroes de la fantasía que yo quería escribir habían sido siempre varones y no sentí la necesidad de que fuesen otra cosa, hasta que me di cuenta de que incluso en la saga de Terramar no había mujeres y que las que aparecían dependían de los varones. Tardé 17 años en poder darle un final en el que la protagonista femenina no se casara”, repasa en el documental la autora de la primera escuela de magos de la historia de la literatura, ganadora de la Medalla de la National Book. Foundation, importantísimo premio de la literatura estadounidense, que a sus casi 85 años dedicó a “todos aquellos que fueron excluidos de la literatura durante tanto tiempo”.

“A mis compañeros -dijo-, autores de fantasía y ciencia ficción que en los últimos 50 años han visto recaer este premio en manos de los llamados realistas”: “se aproximan tiempos difíciles” y “vamos a necesitar las voces de aquellos que ven alternativas a la forma en que vivimos”, a “los realistas" de “una realidad más amplia”.

“La escritura de Le Guin es además un hogar -subraya Ortiz Maldonado- y necesitamos imaginar y repotenciar sus prácticas y silencios para reencantar este mundo y a ‘nosotrxs’ con él. Como el ladrar de ‘lxs perrxs’ o el ulular de las aves nocturnas, no podemos adquirir esas capacidades sin ‘otrxs’ que nos muestren cómo hacerlo. La infancia que portamos, ese territorio imaginante y proteico, necesita ser llamada en arrullo, el hogar es un centro del mundo donde es posible la respiración, la neumática rítmica, allí donde sabés el modo en que se hacen las cosas cuando los biomas sociotécnicos son incomprensibles y crueles. El hogar, dice Le Guin, sabia y obrera, se imagina a partir de los relatos que nos dicen quiénes somos y quiénes son ‘lxs nuestrxs’, dónde está la magia, el bosque, la crueldad”.

“Cuando el mundo parece estar preso del relato sociotécnico y las capacidades de imaginar parecen estar adormecidas -advierte-, una escritura fantástica se muestra como la más realista, la más política, la más insumisa”.

Desde Minotauro, la editora Paola Lucantis destaca como importante que “Le Guin viene a redescubrir nuevas lecturas en Argentina, es lo mismo que está pasando ahora con Annie Ernaux y el aborto, o lo que pasó con Aurora Venturini, como tantas otras autoras prestigiosas y muy leídas en su momento, que se subieron a la ola de lo que pasaba en la época en la que escribían, con denuncias o pensamientos sobre el feminismo y el lugar de las mujeres, y que una generación después quedaron fuera de las librerías”.

“Con esa decisión sus literaturas vuelven al alcance del gran público, de los lectores que no son de nicho, la vigencia de lo que escriben y de sus posiciones y de sus pensamientos, esa actualidad, vuelve a las mesas de las librerías para volver a ser debatida”.

Minotauro rescató para Argentina “Lavinia”, novela donde Le Guin emancipa a ese personaje de la “Eneida”, según Virgilio ganado por Eneas como esposa en combate contra Turno, dándole voz y capacidad de acción.

Los otros tres títulos que recuperó son de la serie de Ekumen, confederación intergaláctica fundada por un pueblo antiguo que plantó humanos en planetas habitables. “La mano izquierda de la oscuridad” (1969), obra maestra indiscutida de la ciencia ficción que transcurre en la planeta andógino e intergéneros de Gueden; "El nombre del mundo es bosque" (1972), situado en el planeta Athshe; y “Los desposeídos” (1974), otra de sus obras notables, que desarrollada en los mundos gemelos de Anarres y Urras contrasta a una sociedad capitalista pero vibrante que oprime a la clase inferior con una utopía sin clases basada en el ideario anarquista, opresiva en su propia manera conformista.

Ursula Kroeber nació en Berkeley, California, el 21 de octubre de 1929, la menor de cuatro hermanos y única hija de dos antropólogos reconocidos, Alfred L. Kroeber y Theodora Quinn Kroeber. Él experto en los indígenas de California y ella autora de un emblemático libro, “Ishi in Two Worlds” (1966), sobre la vida del “último indio salvaje” de California.

Graduada en Radcliffe College en 1951, especializada en Literatura de la Edad Media y Renacimiento en la Universidad de Columbia y becaria de Fulbright en París. Fue ahí donde conoció a su esposo, el historiador y también becario, Charles Le Guin. Al regresar a Estados Unidos dejó los estudios de posgrado para criar a sus tres hijos, en Portland, donde daba clases de Historia en la Universidad Estatal.

Con información de Télam

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