(Por Ana Clara Pérez Cotten) De visita en el país para presentar su último libro, "Pasión por la ignorancia", en el marco de la Feria de Editores, la filósofa, socióloga y teórica jurídica eslovena Renata Salecl analiza cómo la negación y la ignorancia juegan un papel fundamental en nuestra vida cotidiana, así como también en instancias como la pandemia y la guerra, y explica por qué a veces la angustia pareciera no encontrar tope: "La guerra y el impacto de las redes sociales hacen que vivamos angustiados pero aquello convive con el deseo de cerrar los ojos para ignorar lo que pasa y seguir", dice.
Salecl nació en 1962 en Eslovenia, es investigadora en el Instituto de Criminología de la Facultad de Ljubljana y profesora en el Birkbeck College de la Universidad de Londres. Todos los años da clases en la Facultad de Derecho Benjamin N. Cardozo en Nueva York sobre psicoanálisis y derecho y también dicta cursos sobre neurociencia. Sus libros fueron traducidos a quince idiomas y, en Argentina, Ediciones Godot ya publicó "Angustia", "El placer de la transgresión" y "La tiranía de la elección".
En su último texto -que ilumina muchas cuestiones pertinentes a la pandemia- aborda cómo las sociedades se posicionan frente a lo que no saben o lo que eligen no saber: ¿Cómo lidiamos con el conocimiento traumático? ¿Por qué las sociedades suelen encontrar la forma de negar la información que podría socavar el orden existente?
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"Pasión por la ignorancia" -título inspirado en el término que usó Lacan para describir a aquella actitud que tomaban sus pacientes cuando hacían todo lo posible para evitar reconocer la fuente de su padecimiento- da cuenta de cómo el desarrollo de la genética y el big data cambiaron el universo de aquello que podemos conocer, pero aún así elegimos negar e ignorar porque esa información es fuente de nuevas angustias y riesgos. "La supuesta economía del conocimiento es más bien una economía de la ignorancia", plantea durante la entrevista con Télam y llama a repensar el concepto de ignorancia a la luz de "un cambio revolucionario en la naturaleza del conocimiento".
- Télam: ¿Cómo operaron la negación y la ignorancia durante la pandemia?
- Renata Salecl: Muy fuerte, pero no es algo exclusivo de nuestros días. En esta pandemia vimos una lógica alrededor de la negación muy similar a la que pudimos ver en otras a lo largo de la historia. Cuando todo esto comenzó, me puse a estudiar la gripe española y descubrí fuerzas de negación muy similares para afrontar estos cambios muy fuertes, la búsqueda de un culpable y hacia el final, el hartazgo. Por ejemplo, uno de los carnavales más importantes en Brasil fue para esa época y la gente estaba de fiesta como si fuera el fin del mundo; eso no podría haber tenido lugar sin un mecanismo de negación muy aceitado para dejar de ver el peligro sanitario que escondía.
- T.: Escribió en el libro que "en tiempos de guerra, la angustia puede ser abrumadora. ¿Cómo nos afecta hoy, en pleno conflicto Rusia-Ucrania?
- R.S.: La angustia está muy presente. Creo que desde el momento en el que escribí el libro a hoy, las cosas solo empeoraron. La guerra y el impacto de las redes sociales hacen que vivamos angustiados pero aquello convive con el deseo de cerrar los ojos para ignorar lo que pasa y seguir. De hecho, estoy trabajando alrededor de la apatía, porque creo que es un estado del ánimo que nos hermana por estos días. En Europa tenemos una guerra terrible a pasos de la puerta, estamos en una crisis económica y energética que no sabemos en qué va a derivar y además, sentimos por primera vez con fuerza el impacto de la crisis climática. Estuve en Londres: en los parques donde había pasto verde ahora hay maleza y sequía, todo es color amarillo y es muy impactante a simple vista. ¿Cómo planear una vida con ese escenario?
- T.: ¿Y la apatía es lo que sigue cuando negar no alcanza?
- R.S.: Es otra de las formas que encontramos de taparnos los ojos para no ver. Me interesa trabajar en cómo las redes sociales aumentan la angustia y la ansiedad. Nos bombardean con noticias e información, pero por otra parte hay como una suerte de falta de confianza en la ciencia y en la autoridad. ¿De qué nos sirve saber si no creemos en nada? Cada vez más, la gente desconfía de los hechos y de la verdad, todo parece cuestionable e irrelevante. Entonces, es muy entendible que nos sintamos poco interpelados por una verdad compartida pero es muy peligroso para el futuro.
- T.: "Después de grandes atrocidades, viene el debate por los números", escribe en el libro y analiza la negación del número de víctimas en las guerras de Bosnia y Kosovo. En Argentina, sucede algo similar con el número de desaparecidos durante la última dictadura militar en los setenta. ¿Qué hay detrás de esa negación?
- R.S.: Cuando las sociedades atraviesan situaciones dramáticas hay un deseo muy fuerte de salir adelante, de olvidar para seguir. Y es entendible: no podemos vivir en nuestro trauma. En el nivel individual, creo que es entendible esta negación como una forma de proteger un futuro. Por supuesto que eso no quiere decir que ese trauma no aparezca más adelante en otros episodios. Pero también hay un nivel político que explica esta negación del trauma social: se dan peleas en la interpretación y se especula con la reconciliación. Estuve en Colombia y allá pasa lo mismo con las víctimas de las FARC: las víctimas pueden escuchar a los secuestradores y a veces después de unas disculpas pueden perdonar. Poner las cosas en palabras puede ser una forma de reconciliarse con un pasado traumático.
- T.: La negación tiene un papel claro en la forma en la que afrontamos la guerra y los traumas sociales. ¿Pero cómo opera en el hechizo del amor?
- R.S.: La negación y la ignorancia son muy importantes en el amor y sobre todo en la primera etapa, la del enamoramiento. Saber mucho del otro puede arruinar el enamoramiento. Por eso la aparición de Google, el gesto de googlear al otro para descubrirlo, cambió mucho la forma en la que nos vinculamos. Cerramos los ojos cuando besamos y también lo hacemos cuando nos enamoramos.
T.: En sus trabajos, utiliza muchas nociones de psicoanálisis, una disciplina que ha sido muy negada. ¿Por qué cree que ocurre esto?
- R.S.: ¿Dónde? ¡No acá en la Argentina!
- T.: Bueno, también pasa en la Argentina.
- R.S.: Creo que ocurre en varios lugares del mundo, por razones epistemológicas pero también materiales. Por un lado, ha habido una suerte de batalla entre la psiquiatría y su percepción farmacológica de la enfermedad mental. Por otra parte, la necesidad de terapias rápidas es real en sociedades donde afrontar un tratamiento psicoanalítico largo es muy costoso, en tiempo y en recursos económicos. Es entendible que el conductismo y su idea de solucionar rápido se hayan impuesto como paradigma. Sin embargo, abrazo al psicoanálisis sabiendo que la teoría de Freud necesita ser revisitada a la luz de la época. Yo no hago clínica, pero mis amigos psicoanalistas que se dedican a la clínica me cuentan que advierten que a pesar de que vivimos en una sociedad muy distinta a la que le tocó a Freud, los padecimientos individuales y los síntomas son muy parecidos. Las preguntas, incluso, son las mismas: ¿Quién soy? ¿Soy amado? ¿Qué quiero hacer? ¿Cómo me consideran los otros? Vivimos en una sociedad moldeada por el neoliberalismo y las redes sociales y eso genera mucha presión por el reconocimiento; esa dinámica es una fuente de angustia cotidiana y considerable.
Con información de Télam