(Por Ana Clara Pérez Cotten).- Escrita en un único y largo párrafo, la novela "Pequeña flor", del escritor argentino Iosi Havilio, acaba de ser adaptada al cine por Santiago Mitre como una comedia negra que coquetea con la Nouvelle Vague y, en esa apuesta, no solo llama a repensar las particularidades de ambos formatos, asume la posibilidad lúdica que tiene lo fantástico y advierte como el idioma, en tanto herramienta, desnuda lo complejo de la comunicación en la intimidad de una pareja.
Se trata de un thriller, que por momentos transita el absurdo, sobre un dibujante (interpretado por Daniel Hendler), que por su trabajo se muda a una ciudad del interior de Francia con su pareja (Vimala Pons). Lo despiden, negocia con su mujer quedar al cuidado de su pequeña hija y, en uno de aquellos días de nueva rutina hogareña, recurre a un vecino (Melvil Poupaud) -rico, elegante y amante del jazz que escucha obsesivamente "Pequeña flor" de Sidney Bechet- para que le preste una pala para hacer jardinería. Es a partir de ese punto que establece una rutina muy particular que lleva a la obra al registro del gore y al género fantástico.
Havilio nació en 1974, estudió filosofía, música y cine, es autor de cinco novelas y sus libros fueron traducidos al inglés, al italiano y al croata. Mitre nació en 1980 y "Pequeña flor" -coproducción entre Argentina, Francia, Bélgica y España- es su quinta película, luego de "La cordillera" (2017), "La patota" (2015), "El estudiante" (2011) y "El amor-Primera parte",
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Mitre es amigo personal de Havilio y mientras leía las páginas de la novela advirtió que en aquella trama se escondía el guion de su quinto film, que tenía potencial de adaptación. Siete años después de aquella aproximación lectora, la película abrió la 23ra. edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici) y generó una reedición de un viejo debate que asume nuevas formas: ¿Cómo y con qué herramientas puede el cine adaptar una obra literaria? ¿Qué relación deben guardar la novela y el film? ¿Se trata de generar una sintonía entre ambos formatos o de reinventar y repensar el contenido?
Mitre escribió junto a Mariano Llinás el guión de "Pequeña flor", un texto en castellano y francés que aprovecha el bilingüismo para jugar con la idea del desencuentro en la comunicación amorosa de un matrimonio. El director asume que su obra es "una apropiación". "Mi trabajo fue cambiar el registro y transformarla en imágenes y darle una cualidad cinematográfica para que tuviera valor como película", contó Mitre durante un diálogo abierto con el público de las primeras proyecciones en el marco del Festival.
Y la apropiación fue tal, que el director tomó el final de la novela ambiguo, en el que Havilio detona todas las pistas que había sembrado ante el lector a lo largo del texto- y adopta un nuevo desenlace.
Para el escritor, la historia de "Pequeña flor" narra "las desventuras de lo vincular y de la pareja, esa institución en decadencia". Mitre, en cambio, propone en la película una historia de reenamoramiento a partir de la trama pero también mediante los diálogos que los protagonistas cruzan en castellano y en francés y en los baches de sentido e incomprensión que se generan por la falta de un dominio perfecto pero también por las trampas del lenguaje.
En el marco de ese intercambio con el público que se dio en una de las salas del Centro Cultural San Martín, el escritor y el director mostraron sus matices al momento de definir a "Pequeña flor". Mitre definió el texto como parte del "fantástico argentino", mientras que Havilio prefirió llamarlo "realismo hipersaturado".
"Me parece interesante, tanto en la novela como en la película, cómo se da el cruce de géneros. Porque los géneros nacieron para cruzarse. El realismo, y uno puede decir que es hipersaturado o ligero o recalcitrante, implica una forma extrema en la que los bordes de lo que conocemos como la experiencia vincular, profesional, comunitaria y política se corren. Entonces, se dan situaciones en las que lo que resulta ser se aleja de lo esperable. Y en esa saturación aparece lo fantástico, un derivado natural", explica el autor, en diálogo con Télam, para dar cuenta del porqué de su apuesta por aquello de "realismo hipersaturado".
"Esta historia empieza cuando yo era otro", dice la primera línea de "Pequeña flor", un texto en el que el lector se ve tentado a rastrear los elementos autobiográficos: el protagonista también se llama José, escribe, es padre, vivió en Francia varios años y se separó como el autor. Pero la ficción hace su magia y la huella autobiográfica se pierde en un clima casi onírico.
Havilio, también autor de las novelas "Opendoor", "La serenidad" y "Vuelta y vuelta", cuenta que, de forma esperable pero también muy repetitiva, le han preguntado en los últimos días si acaso "estaba conforme" con la adaptación de su novela.
"Si un artista dice que está conforme con determinada obra es el final, la muerte misma", bromeó con una frase que, en realidad, encierra una posición frente a la misma idea de la adaptación de una obra. Cree que la película, lejos de ser una equivalencia de su novela, implica una transformación copernicana.
"En los traslados o trasposiciones, donde el trabajo de llevar de un lenguaje a otro un determinado mundo hace determinada combustión, las cosas no conforman. La apropiación cambia, transforma, destruye y metamorfosea un texto. Entonces, celebro mucho esta comedia negra y sentimental que resultó de mi novelita. Y eso, más que conformarme, me produce alegría y gratitud", sostiene.
Con información de Télam