(Por Ana Clara Pérez Cotten) Los escritores españoles Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero desistieron de seguir usando el seudónimo Carmen Mola cuando hace seis meses ganaron el mítico premio Premio Planeta con su novela La Bestia y, ahora desprovistos de todo disfraz, llegaron a la Feria del Libro para presentar su última obra, reencontrarse con la literatura latinoamericana con la que se formaron y repensar el uso que a lo largo de la historia se le ha dado al seudónimo.
Carmen Mola es tripolar. Lo que buscamos es olvidarnos de esas grandes palabras como `Cultura´ y todo lo que envuelve -que lo disfrutamos muchísimo porque somos buenos lectores los tres- pero que creemos que no es nuestra misión como escritores. No es esa nuestra batalla, cuenta uno de ellos al asumir que apuntan a una literatura del entretenimiento que le dé pelea a las plataformas y los celulares.
La Bestia es una novela pandémica y de registro cinematográfico que aborda la desaparición de niñas en una Madrid de 1834 azotada por una epidemia de cólera que nació a partir de la escritura colaborativa entre los tres. Claro que con la notoriedad de los Mola -como se los conoce ahora que se sabe que son tres hombres- vino la polémica: a algunos lectores y libreros no les gustó que los guionistas se escondieran detrás de una firma de mujer porque vieron en eso una especulación para acomodarse a un mercado editorial que hoy pareciera valorar la autoría femenina.
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No es la primera vez que los amigos -guionistas de profesión- se esconden bajo la identidad de aquella mujer. Publicaron previamente La novia gitana, La red púrpura y La nena, pero el premio -que otorga la tentadora cifra de 1.000.000 de euros- implicó un destape en tres niveles: le dio notoriedad a Mola, a la novela y también al recurso del seudónimo.
-Télam: ¿Cómo viven el día después de recibir el Planeta?
-Antonio Mercero: Es agotador, intenso y bonito. Nos hemos propuesto exprimir hasta la última gota de felicidad de un año que sabemos que no se volverá a repetir. Nos aparta de la escritura y, como escritores, nos sentimos un poco desnaturalizados lejos del escritorio.
-T.: Si tuvieran que definir la voz de la escritora Carmen Mola, ¿Qué dirían de ella?
-Agustín Martínez: Es complicado. ¡A nivel biográfico no sabría qué decir! Tiene hijos, entre dos o tres según quién haya respondido de nosotros, le gusta la bossa nova.
-A. M.: Es una escritora de biografía misteriosa y equívoca.
-Jorge Diaz: Creo que podríamos decir de ella algo que a muchos les parecerá un insulto. Carmen Mola es una "tramista", no es una prosista. Y estamos muy orgullosos de que lo sea. Nuestra intención es hacer una literatura de entretenimiento. Hay una creencia de que los escritores compiten unos contra otros y no es así. Los escritores compiten con Netflix, con HBO Queremos alejarnos de esa idea el escritor como parte de la Cultura con mayúscula y volver un poco a la idea de que estamos ahí para recuperar el placer de la lectura que teníamos de adolescentes. Carmen Mola es tripolar, pero en mi opinión lo que buscamos es olvidarnos de esas grandes palabras como Cultura y todo lo que envuelve -que lo disfrutamos muchísimo porque somos buenos lectores los tres- pero que creemos que no es nuestra misión como escritores. No es esa nuestra batalla.
- A.M.: Es raro porque este tabú que hay con la literatura del entretenimiento, es algo que se derribó hace muchísimo en el cine. Nadie desmiente que Spielberg sea un grande a pesar de su masividad y del objetivo de sus películas. En la literatura, cuesta más asumir que una gran novela puede ser de entretenimiento. En esa batalla estamos.
- T.: ¿Trabajan el triple o un tercio cada uno? ¿Cómo se reparten las tareas de una escritura a seis manos?
- A.M.: Tenemos varias instancias. Creo que la parte más importante es la situación de un escritor tomando decisiones, pensando la trama, ahí se cocina el futuro del libro. Qué giros, qué personajes, qué definiciones. Eso lo hacemos todos juntos, sentados en una mesa, charlamos y discutimos. En un segundo paso, eso pasa a una escaleta muy exhaustiva de más de cien páginas. En una segunda parte, cada escritor se lleva una parte y escribe en soledad. Después, leemos todo el material y lo comentamos. Y cada uno se lleva un tercio para corregir, pero siempre es un texto que escribió otro. Todos pasamos por todas las páginas de toda la novela. Es un ejercicio horizontal.
- A.M.: Y si llegamos a un punto de desacuerdo, bueno, se vota o nos vamos a las manos. Lo que nos suele pasar es que como somos tres, no hay lugar para la condescendencia. Tal vez uno está conforme con un personaje, pero otro advierte que está flojo, que hay que darle alguna vuelta.
-T.: Durante una de las últimas entrevistas que concedió, Elena Ferrante -la escritora italiana que se esconde detrás de ese seudónimo- contó que ese recurso le permite tomar distancia de la obra y evitar dar cuenta de las decisiones autorales en función de su personalidad. Ustedes decidieron revelar su identidad para poder acceder al Planeta, era un requerimiento legal. ¿Qué les permitió el seudónimo durante los años que se ocultaron?
- A.M: Nos dio libertad literaria, nadie te puede reclamar por lo que escribís. Pudimos ser voyeur del fenómeno de Carmen Mola y fue divertido.
- J.D.: Y además pudimos experimentar aquello de que una novela tiene que defenderse por sí misma. Estamos cansados de escuchar que no te publican si no tenemos 100 mil seguidores en Instagram. Lo importante tiene que volver a ser el texto, independientemente de quien lo ha escrito. Es algo que había que reivindicar.
-A.M.: Fue un recurso contracultural para la época. Carmen Mola no era nadie, la autoría estaba disuelta. Pero nos han acusado de genios del marketing y de aprovecharnos del nombre de una mujer porque bueno, siempre hay lugar para la queja.
-T.: Por momentos, no se sabe si la Bestia es un animal, una persona, o una entelequia. ¿Cómo pensaron esa caracterización del mal?
-A.D.: Quisimos trabajar con la idea de un Madrid anclado en las supersticiones. Tiene un montón de lecturas más allá de la cuestión puntual de una serie de asesinatos de niñas en Madrid durante una epidemia de cólera. La falta de cultura que hace que la gente crea en supersticiones. La indiferencia de las clases pudientes y la bestia de la desigualdad social, el rol de la mujer a partir de una niña pobre y huérfana: todas esas son las bestias que hay debajo de un relato de aventuras.
-T.: ¿Carmen Mola pasó del thriller a la crítica social en La Bestia?
-A.D.: Sí, es una novela más ambiciosa. Hay un elemento muy dickensiano. Al principio, cuando charlábamos de la novela, pensábamos en esta idea: esto es Dickens triturado por Carmen Mola.
-T.: Además de Lucía, la Bestia y Diego, Madrid pareciera ser un personaje en la novela. ¿Por qué le dieron ese rol a una ciudad?
-J.D.: Los tres somos madrileños de adopción, la mejor forma de serlo. Hay ciudades literarias: Buenos Aires, Barcelona, Londres Pero Madrid está reflejada en el siglo XIX y después está poco abordada. Queremos reflejar esa Madrid que queremos aun cuando sea dura y quisimos reflejar que esa esperanza está en justamente en los madrileños.
Con información de Télam