"Nuestro sistema solar fue visitado recientemente por tecnología alienígena avanzada procedente de una estrella distante", afirmó Abraham "Avi" Loeb, astrónomo israelí y uno de los más destacados de la Universidad de Harvard. El hallazgo hace tres años del objeto interestelar Oumuamua confirma que la inteligencia extraterrestre no es un mito de la ciencia ficción sino que podría evidenciarse en el espacio.
Oumuamua, que en hawaiano significa "primer mensajero distante", fue visto por primera vez en octubre de 2017 por el astrónomo canadiense Robert Weryk gracias al telescopio Pan-STARRS desarrollado por la Universidad de Hawái.
Su punto de origen, tres años después de su descubrimiento, sigue siendo un misterio. Mientras varios investigadores creen que podría ser la nube molecular gigante (GMC) W51, para otro sector de la comunidad científica "sería imposible que Oumuamua hubiera realizado un viaje tan largo hasta el Sistema Solar sin acabar hecho pedazos" ya que se encuentra a 17.000 años luz de nuestro planeta.
En una primera instancia, los estudiosos aseguraron que se trataba de un asteroide, pero la idea dio por el suelo cuando notaron que el objeto interestelar no mostraba signo alguno de sublimación o evaporación, signos típicos de la cola de dichos cuerpos (llamada coma) que siempre apunta en dirección opuesta al Sol.
Luego, se comprobó que su órbita era demasiado excéntrica y su velocidad demasiado alta como para ser un objeto propio del Sistema Solar: se trataba, sin duda alguna, de "algo" que llegó desde otra estrella.
La explicación de Loeb
El hombre de Harvard, que también es director del Instituto de Teoría y Computación, se erige firme sobre los científicos más reacios a reconocer la vida extraterrestre al publicar su tesis "Extraterrestrial: The First Sign of Intelligent Life Beyond Earth" (Extraterrestre: el primer signo de vida inteligente más allá de la Tierra), un libro en el que relata la "apasionante historia del primer visitante interestelar que se avista en nuestro sistema solar".
"El Oumuamua es una pieza de tecnología avanzada creada por una civilización alienígena distante", definió sin medias tintas. "Se movía demasiado rápido a lo largo de una órbita extraña y no dejaba rastro de gas o escombros a su paso. Sólo había una explicación concebible: el objeto era una pieza de tecnología avanzada creada por una civilización alienígena distante", aseguró.
¿No es un asteroide?
Tras el hallazgo del Oumuamua en 2017, desde la Agencia Espacial Europea (ESA por sus siglas en inglés) aseguraron que se trataba de un asteroide, desestimando la posibilidad de que sea una señal extraterrestre.
La aceleración del objeto alargado y de color rojo debía ser causada por cierta emisión de gases que los astrónomos no lograron evidenciar porque, según el astrofísico israelí, la velocidad del objeto y la ausencia de gases alrededor directamente refieren falta de movimiento.
Tampoco su composición está clara. Se llegó a sugerir que estaba hecho de hielo de hidrógeno molecular, lo que habría servido, entre otras cosas, para explicar su extraña aceleración. Pero esa idea fue duramente rebatida por el propio Loeb en un estudio de agosto del 2020, publicado en The Astrophysical Journal Letters.
Según el científico, podría tratarse de un objeto muy antiguo que, tras cumplir su misión continúa su viaje, inerte, a través de la inmensidad del espacio.