El primer amor es un fenómeno universal que fascina a la humanidad. Desde la literatura hasta la música, el cine y la poesía, el concepto es retratado de innumerables maneras a lo largo de la historia. Sin embargo, ¿qué dice la ciencia sobre este poderoso sentimiento? La neurociencia revela algunos de los misterios detrás de la persistencia y la intensidad de los recuerdos asociados con el primer amor. Según una investigación liderada por la neurocientífica Catherine Loveday, de la Universidad de Westminster, Londres, estos recuerdos excepcionalmente nítidos persisten a lo largo de los años con una importancia notable, incluso en personas de edades avanzadas. En esa línea, Loveday sugiere que la memoria autobiográfica desempeña un papel crucial en esta fenomenología.
¿Cómo se explica? Durante la adolescencia, un período en el que suelen florecer los primeros romances, el cerebro está en su punto óptimo para registrar información, lo que contribuye a la nitidez y persistencia de estos recuerdos. La intensidad emocional asociada con el primer amor desencadena respuestas fisiológicas y neuroquímicas que parecen priorizar la consolidación de estos recuerdos. Es como si el cerebro estuviera programado para capturar y retener estas experiencias de manera excepcionalmente vívidas.
Pero además, desde una perspectiva neuroendocrina, esta experiencia está vinculada a cambios hormonales significativos, especialmente durante la pubertad. Hormonas como el estrógeno, la testosterona, la serotonina, la dopamina y la oxitocina juegan un papel crucial en la atracción inicial y en la regulación de respuestas emocionales y conductuales, creando una compleja “sopa química” que intensifica y profundiza los sentimientos.
De la cabeza al corazón
En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, (UNQ), el divulgador y director del Laboratorio de Cronobiología de la UNQ, Diego Golombek, destaca que el amor, al igual que otras experiencias emocionales, está intrínsecamente ligado a la actividad cerebral y a la actividad química del cuerpo. En ese sentido, subraya que las emociones intensas no solo se experimentan a nivel cerebral, sino que también se manifiestan a través de sensaciones físicas, como el aumento del ritmo cardíaco y la sensación de “mariposas en el estómago”, asociadas a procesos químicos en el cuerpo.
Pero más allá de la neurobiología, el primer amor tiene un impacto profundo en el desarrollo social y emocional. En esa dirección, la investigación de Loveday resalta la importancia de abordarlo desde una perspectiva integradora, reconociendo tanto la complejidad de las experiencias individuales como su relevancia para comprender los procesos fundamentales del desarrollo humano y las interacciones sociales.
Con todo, detrás de ese recuerdo que genera una sonrisa en los labios, hay un complejo entramado de neurobiología y emociones que recuerda la profundidad y la belleza de la experiencia humana.
Con información de la Agencia de Noticias Científicas