El Pierre Auger se empezó a construir en 1999 y a partir de la investigación en el observatorio se han escrito 135 artículos científicos, 518 tesis y 1600 presentaciones en conferencias científicas. Parte de los datos generados son públicos y se pueden encontrar en opendata.auger.org. El costo de funcionamiento es de unos dos millones de dólares por año y es aportado por los 18 países miembros. La continuidad del proyecto también se debe al apoyo de políticos locales, provinciales y nacionales. Funcionó de forma ininterrumpida y con proyectos cada vez más importantes durante 25 años y recientemente se logró extender su funcionamiento por diez años más. Ahora continuarán investigando a los rayos cósmicos -partículas que vienen del espacio, todavía no se sabe exactamente desde dónde- hasta el 2035, paso significativo para la ciencia.
Ingomar Allekotte es gerente de proyecto para la colaboración internacional del Pierre Auger. Físico, Allekotte también trabaja en el Centro Atómico Bariloche de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y es docente del Instituto Balseiro. En diálogo con TSS, dijo: “El observatorio tiene impacto en muchos aspectos: económico, porque lo mantenemos con el aporte de varios países. Con eso pagamos sueldos e insumos acá. Vienen 250 científicos de todo el mundo y también viene mucho equipamiento. Tenemos un centro de visitantes que recibe anualmente la misma cantidad de gente que la población de Malargüe. Y también tiene un impacto cultural y educativo muy importante. Se hace la feria de ciencias y se impulsa a los chicos de acá a que se interesen por la ciencia y se acerque a la sociedad a un pensamiento científico, que es un valor difícil de cuantificar. También hace que la gente de acá se conecte con el mundo y que se conozca a Malargüe. Un premio Nobel vino aquí y donó los fondos para hacer una escuela bilingüe que forma a chicos todos lo años y es de primera calidad. También se pagó la fibra óptica para conectar a Malargüe, que en su momento costó un millón de dólares y fue financiado por el proyecto. Y por último, obviamente, la formación de doctorandos que se hace aquí”.
Qué son los rayos cósmicos
Los rayos cósmicos son partículas que vienen del espacio, todavía no se sabe exactamente desde dónde. Son núcleos de átomos, neutrones, o protones que vienen con una energía muy alta, chocan contra nuestra atmósfera y generan una de lluvia de partículas. De muy variada energía, a medida que aumenta su energía su frecuencia de arribo disminuye significativamente. Dicha frecuencia es de 1 por km2 por año a energías de 1019 eV y de 1 por km2 por siglo a 1020 eV. Por eso es que es necesario que los sensores ocupen una superficie tan grande y de otra forma sería imposible poder detectarlos.
Los rayos cósmicos recorren grandes distancias del universo antes de llegar a la Tierra. Los de mayor energía tienen una trayectoria menos afectada por los campos electromagnéticos en su camino hasta aquí, por lo que sería posible poder descubrir su fuente extrapolando su dirección de arribo a la Tierra. Hay muchas hipótesis sobre éstos. Se piensa que las partículas pueden ser aceleradas por agujeros negros, o por sistemas que tengan dos estrellas en las que una le roba material a la otra y termina expulsándolas a gran velocidad al espacio. Durante los últimos 25 años de datos recolectados una fuente muy importante de los rayos parece ser la constelación Centaurus.
Durante la conferencia en la que se anunció la extensión del financiamiento se encontraron el presidente del CONICET, Daniel Salamone, y el presidente de la CNEA, Germán Guido Lavalle, quienes expresaron su apoyo al proyecto que busca conocer secretos del universo. “Ha sido una visión de quienes gobiernan el municipio, la nación y la provincia de que este proyecto es importante y es bueno tenerlo acá. El apoyo político siempre es importante, sin una política que apoye la ciencia es muy difícil”, expresó Allekotte.
Si bien el CONICET Y la CNEA apoyan el proyecto principalmente con recursos humanos, hay preocupación entre las autoridades por el personal que está pensando en irse del país a por lo bajo que están los montos de las becas y los sueldos de la institución nuclear.
El gerente de Financiamiento del proyecto, Stan Bentvelsen (de Países Bajos), dijo durante el acto de firma del convenio por los próximos diez años de financiamiento: “Este tipo de instalaciones solo se pueden hacer si hay inversión a largo plazo y nunca he visto un experimento en donde se saque tanto provecho del financiamiento obtenido como se hace en la Argentina”.
Consultado sobre los beneficios que trae al país tener este tipo de proyectos, Allekotte respondió: “El hecho de tener jóvenes interesados en la ciencia y en la tecnología o a los que les gusten los trabajos manuales, o pensar y hacer teoría, ayuda a tener un país más desarrollado, más inclusivo y con mayores oportunidades para todos. Es importante mirar el largo plazo. Lo podemos ver al revés y preguntarnos por qué tenemos un Auger hoy acá, que nos da los beneficios económicos directos. Y es porque hubo una tradición científica en la Argentina, porque hay gente formada, porque hay una CNEA con infraestructura y gente que pudo albergar esto, de lo contrario sería imposible”.
El observatorio tiene tres tipos de sensores principales: los de detección de ondas de radio, los tanques de radiación Cherenkov y los detectores de fluorescencia. Actualmente, se están agregando unos sensores de partículas diseñados y construidos en la Argentina que van enterrados tres metros bajo tierra. Todos estos equipos buscan detectar los chubascos generados por los rayos cósmicos en tres dimensiones.
Instalaciones como el Gran Colisionador de Hadrones (LHC, en inglés), ubicado entre Francia y Suiza, donde trabajan científicos de 100 países, también estudian la forma en que se comportan las partículas elementales en entornos de alta energía mediante su aceleración, pero no logran reproducir estos entornos al nivel de ultra alta energía de los rayos cósmicos, por lo que el aporte del Pierre Auger es fundamental para analizar aspectos desconocidos de la física de partículas.
Los años de funcionamiento del Pierre Auger dieron lugar a un importante bagaje de conocimientos sobre cómo operar este tipo de instalaciones y han permitido que mucha gente de Malargüe y los alrededores gane formación técnica. “Estamos viendo que tener acá una infraestructura tan importante, con gente que sabe manejarla y conoce sobre instalar estos sensores en el campo, que no es nada fácil, también se está convirtiendo en un campo de pruebas para probar diferentes instrumentos, inclusive para hacer otros experimentos que no son el objetivo original del Auger. Esto también trae aportes económicos, culturales, científicos y gente de todo el mundo que quiere hacer investigaciones acá. También notamos que con nuestros instrumentos para ver rayos cósmicos podemos detectar alteraciones de la atmósfera en lugares tan lejanos como Córdoba o Santa Fe, algo que no habíamos previsto pero hoy lo podemos estudiar”, afirmó Allekotte.
Con información de la Agencia TSS