Matías Alonso. La cereza es una fruta delicada ya que tiene una cáscara muy fina, que no le da protección contra golpes. Si estos ocurren, eso puede producir pequeñas depresiones en la fruta que generan un daño al que se lo llama pitting, que recién puede ser visible un par de semanas luego de golpeada, por lo que las consecuencias de golpes en el proceso de lavado y empaque solo se pueden percibir cuando la fruta llega a destinos internacionales y eso genera pérdidas de producto.
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Así, algunas cerezas que se veían de primera calidad al salir de la planta de empaque al cabo de unos días solo se pueden vender como última calidad, o directamente deben ser descartadas luego de ser exportadas a otras partes del mundo.
Investigadores de la Agencia de Extensión del INTA de Los Antiguos, en Santa Cruz, una zona con mucha producción y procesado de cerezas, se pusieron en contacto con los investigadores del instituto de Agroelectrónica del INTA Castelar con la idea de desarrollar un dispositivo que pudiera analizar todo el procesado que tiene la fruta hasta su empaque final.
Así fue como nació la cereza electrónica, un dispositivo capaz de medir las aceleraciones y golpes que sufre el fruto durante su procesamiento sin afectar la producción. Este artefacto tiene el tamaño y suavidad de una cereza para poder pasar por todos los procesos de selección de la fruta y así mide lugares adonde los golpes están fuera de la norma y podrían dar lugar a “machucones” que se revelarían semanas después.
El proceso se inicia con un paso por una cinta elevadora, luego se realiza un lavado y posteriores procesos de clasificación y empaque. En todos estos pasos, la fruta puede ir golpeando con paredes metálicas de la maquinaria que pueden producirle daños. Algunos de esos golpes pueden ser inocuos y otros no. Ahí es adonde las mediciones de lo que “siente” la cereza electrónica son útiles para saber si hay que modificar algún paso de la fruta, si alguna caída en batea debe ser de menor altura o si alguna curva se debe hacer a menor velocidad. También se está viendo cómo afectan los golpes a las diferentes variedades de cereza ya que algunas son más resistentes o de diferentes tamaños, por lo que pueden verse afectadas en diferentes partes de la máquina.
Cuando se registran estos golpes mecánicos que afectan a la fruta se pueden cambiar partes del procesado de la fruta y así aumentar mucho el precio de venta final del producto al ser de primera calidad. Esto permite mejorar la productividad y las ganancias de las empresas de este sector.
La Argentina se está convirtiendo en un productor de cerezas de relevancia mundial. En la campaña del verano 2023-2024, la Argentina exportó 7200 toneladas de cerezas y viene en aumento sostenido en todas las campañas. El principal comprador fue Estados Unidos, con 2300 toneladas, adonde el kilo de cerezas se paga cuatro dólares FOB. El segundo comprador fue China, con casi la misma cantidad y un precio FOB de 4,4 dólares promedio. El siguiente mercado fue Europa, que compró 1600 toneladas a un precio FOB de 4,5 dólares.
Sensible y electrónica
Andrés Moltoni, investigador del INTA y referente del laboratorio de Agroelectrónica, le dijo a TSS: “La gente de Los Antiguos viene trabajando hace muchos años tratando de ver cómo reducir el daño a la cereza porque eso perjudica a todos los productores. Cuando llega la partida a destino quizás es descartada o se penaliza su calidad. Entonces, la gente de Los Antiguos enseña cómo cosechar la fruta para que no se golpee y también como evitar los golpes dentro de la planta de empaque, ver cómo son las cintas transportadoras y las clasificadoras, si hay saltos o golpes fuertes. Pero les faltaba un instrumento de medición más específico, si un golpe es realmente dañino. Ahora tienen el dato cuantitativo”.
La primera versión de la cereza electrónica era un poco más grande y sirvió para hacer algunas mediciones, pero ya la última tiene el tamaño exacto y la dureza de la cereza, un aspecto fundamental para que pueda asimilarse su comportamiento al de las plantadas en la zona. Una complejidad extra es que la cosecha y procesado de cerezas dura unos pocos meses de verano, por lo que las pruebas al prototipo se deben hacer en ese período, antes de que se acaben las cerezas y se apaguen las máquinas. La cereza almacena internamente los datos pero también los transmite por bluetooth en tiempo real.
También se trabajó mucho en cuál debería ser el encapsulado del dispositivo, para que se pareciera a la piel de la cereza. Para esto se probó con impresiones en 3D de diferentes materiales y formatos. El dispositivo contiene un acelerómetro, un microcontrolador, baterías de litio y conectividad bluetooth. “Tiene un bajo consumo como para poder hacer varias pasadas con una sola carga”, explicó Moltoni.
Según el investigador del INTA, “este dispositivo formaba parte del proyecto de Agroelectrónica y fue financiado también por Los Antiguos”. El artefacto está en proceso de registro y se está analizando cuál va a ser la forma de que genere valor. “Estamos viendo si el INTA va a producir las cerezas electrónicas para vender a las empacadoras y que ellas sean las que analicen sus procesos, o si serán nuestras para que el INTA brinde el servicio de optimizado de procesamiento de fruta y que sea contratado por las empresas como una consultoría cada vez que se requiera por cambios en la producción. El objetivo es que se pueda calibrar la empacadora y así garantizar que la fruta tenga el daño mínimo”, agregó Moltoni.
Hace cuatro campañas que se están ajustando los prototipos y el proyecto empezó hace unas seis. El dato generado por esta fruta electrónica permitirá mejorar la competitividad de la cereza argentina a un costo muy bajo. Cuando el producto llega a otro país y se abre el empaque, el porcentaje de daño puede hacer variar el precio final que se paga. “Lo que no está para góndola se vende a la industria para hacer dulces, pero el precio es mucho menor. Por eso es tan importante poder disminuir el daño”, explicó Moltoni.
Consultado sobre por qué no fueron las empresas privadas quienes desarrollaron este instrumento, el investigador del INTA dijo: Quizás ellos no le ven el negocio o no tienen los recursos para hacerlo, o es una inversión muy grande para una sola empresa. Nosotros, desde el Estado, que tenemos esas capacidades, podemos hacerlo y mejorar la productividad de toda la industria”.
Con información de la Agencia TSS