Técnicos del Comando Conjunto Antártico (Cocoantar) y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) dieron el puntapié inicial para cosechar dos variedades de lechuga, rúcula y perejil en el Módulo Antártico de Producción Hidropónica (MAPHI) de la Base Marambio. El desafío consiste en abastecer a la población de vegetales frescos para los meses que van de abril a noviembre y son los más complicados en términos de acceso a la Antártida. El método utilizado para cultivar las verduras es la hidroponía, técnica que prescinde del uso del suelo y los nutrientes que necesita la planta para crecer son provistos a través del agua.
En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas, Jorge Birgi, Investigador del INTA y de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, cuenta que la idea nació en 2015, a raíz de una consulta realizada al Instituto desde Base Carlini, sobre la posibilidad de generar verduras frescas en un ambiente hostil como el de la Antártida. En base a esa consulta, el investigador comenzó a descartar posibles problemas que podría tener para generar los cultivos en ese lugar. Finalmente, se realizó el primer módulo de producción y, aunque no se concretó, fue el puntapié inicial para lo que siguió después. En 2017 se ejecutó la primera etapa del proyecto, que consistió en seleccionar un lugar y ver la disponibilidad de servicios en la Base Marambio. Después de cinco años y una pandemia de por medio, empezó la cosecha del esfuerzo.
Técnica ideal
“Hidroponía significa trabajo en agua y es todo cultivo que se produce en ausencia del suelo. Nosotros seleccionamos esa técnica debido a que hay restricciones. No se puede ingresar suelo a la Antártida ni tampoco podemos extraer suelo del lugar porque estaríamos dañando el ambiente. Entonces, una forma de llevar adelante los cultivos era utilizando agua y diseñamos el módulo en base a la producción hidropónica”, cuenta el investigador del INTA.
Aunque dentro de la hidroponía existe más de un método, el utilizado en la Antártida es de circulación cerrada, lo que implica que no hay pérdidas de agua. Todo lo que entra como agua en el sistema, sale como vegetales o se evapora a través de las hojas de la planta.
Jorge Birgi explica los motivos de esta decisión: “Seleccionamos ese sistema porque lo consideramos el más eficiente en el uso del agua. Además, podemos controlar algunos procesos, relevar datos a distancia y modificar algunas variables de producción como las horas de luz que se le dan a las plantas, datos de temperatura, humedad relativa y nivel de tanque”.
En cuanto a la producción de las lechugas, la rúcula y el perejil, se cultivan en cajones de producción de diez litros que tienen una serie de características pensadas a medida para lo que es la disponibilidad de trabajo, la mano de obra y los recursos de la Base Marambio.
La idea desarrollada por Birgi tiene el objetivo de no sobrecargar a quienes trabajan en la Antártida. “Hay que recordar que cada persona que viene a Base Marambio tiene un rol definido y nosotros estamos sumando una tarea. Entonces, incorporamos automatismo y telemetría para que gran parte del trabajo se haga de manera remota y se pueda generar la mayor cantidad de verduras frescas con el menor trabajo posible”, destaca el investigador.
Relevancia
Si bien la Base Marambio tiene una ventaja significativa con respecto a otras ya que cuenta con un aeródromo que permite el aterrizaje del avión Hércules para vuelos de abastecimiento, están limitados por cuestiones meteorológicas y la disponibilidad del avión. Entonces, esto condiciona el aprovicionamiento de vegetales, en especial los más perecederos para la población civil y militar. Por eso, autosuministrarse implica dejar de lado todas las restricciones.
Si bien el INTA lideró el trabajo, también participó un grupo interdisciplinario de profesionales y técnicos de la Universidad de la Patagonia Austral, el Comando Conjunto Antártico y la Dirección Nacional del Antártico. “No es menor el hecho de que tantas personas se pongan de acuerdo para solucionar los problemas y cumplir un objetivo. Eso es destacable porque nos da un mensaje, si nos ponemos de acuerdo en llevar adelante una tarea y ejecutamos lo que hace falta para solucionar los problemas, finalmente se logran, sin importar las dificultades o lo crítico que sea el contexto en el que estamos trabajando”, subraya Birgi.
Cabe destacar que del proyecto comandado por Jorge Birgi, también participan Federico Vassallo, vicecomodoro del Comando Conjunto Antártico (Cocoantar), y Cesar Araujo Prado, suboficial auxiliar encargado de la división Prevención de Accidentes, Seguridad e Higiene y Ambiental del Cocoantar.
Por Nicolás Retamar
Con información de la Agencia de Noticias Científicas