¿Por qué tomar una vasito de cerveza o una copita de vino durante el embarazo puede ser suficiente para producir en el feto lesiones neuronales, que afecten lo cognitivo y lo conductual, además de trastornos físicos? Cuando una mujer embarazada bebe, el alcohol atraviesa la placenta, el órgano que nutre al feto en el útero. En ese sentido, la exposición del feto al alcohol puede causar problemas de por vida. Y cuanto más temprano es el embarazo, mayores alteraciones.
Se sabe que, en primer lugar, el alcohol ataca directamente al cerebro y que ese cerebro dañado puede provocar diferentes discapacidades que van a afectar a la persona toda su vida. “No hay dosis seguras ni permitidas de alcohol durante el embarazo”, afirma Marta Brashi, médica pediatra, hebiatra y toxicóloga del Hospital de Niños Niños Ricardo Gutiérrez y del Dispositivo Pavlosvky.
En diálogo con la Agencia de noticias científicas de la UNQ, Brashi explica que los trastornos del espectro alcohólico fetal son un grupo de afecciones que pueden presentarse en una persona cuya madre bebió alcohol durante el embarazo. “Estos trastornos se relacionan con alteraciones en el crecimiento y el desarrollo, tanto en el aspecto neurocognitivo como físico, a nivel cardíaco, renal, de la visión y la audición”. Comúnmente, una persona con estos trastornos tiene una combinación de todos.
Nuevos estudios
Según un reciente estudio de la Universidad de Viena, el consumo de alcohol durante el embarazo, incluso en cantidades bajas o moderadas, puede modificar la estructura cerebral del bebé y retrasar su desarrollo. La investigación analizó resonancias magnéticas realizadas a 24 fetos entre las semanas 22 y 36 de gestación y la exposición al alcohol de las madres se determinó mediante encuestas.
En los fetos expuestos al alcohol, la puntuación total de maduración fetal era significativamente menor que en los controles emparejados por edad, y el surco temporal superior derecho, que interviene en la cognición social, la integración audiovisual y la percepción del lenguaje, era más superficial.
La investigación destaca que se observan cambios cerebrales en los fetos incluso con niveles bajos de exposición al alcohol. Y puntualiza que el retraso en el desarrollo del cerebro del feto podría estar relacionado específicamente con un retraso en la etapa de mielinización (fundamental para el funcionamiento cerebral) y una girificación (vinculada a la formación de pliegues en la corteza) menos marcada en los lóbulos frontal y occipital.
Con todo, al no ser genéticos, los trastornos de espectro alcohólico fetal sólo los padece la persona cuya madre bebió alcohol durante el embarazo. En ese sentido, son 100 por ciento evitables, si no se consume alcohol durante esa época. Es fundamental, entonces, el desarrollo de programas de información y prevención que traten de paliar o reducir los riesgos del uso (y abuso) de alcohol durante el embarazo.
Con información de la Agencia de Noticias Científicas