Mauricio Macri tuvo momentos de mucho cariño con Javier Milei pero, hoy por hoy, está muy molesto por el “ninguneo”, el empuje hacia la “humillación”, la falta de “respeto”, de reconocimiento y el “maltrato” diario que recibe el PRO desde la Casa Rosada. La ayuda de los amarillos al Gobierno dependerá de la aparición de un cambio rotundo en la actitud de los libertarios y, si no, la gobernabilidad se verá complicada.
En el PRO perciben que permeó en su su votante, como contó ayer El Destape, la idea de que el partido fue y es muy generoso con un gobierno que, sin estructura, logró bastantes avances en sus primeros meses. Pero no es el único gesto que realza al macrismo, ya que los empresarios también reconocen que Mauricio es el “sostén” de esta gestión.
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Los amarillos están convencidos de que la gobernabilidad depende de su apoyo y ayuda y que, sin ella, la Casa Rosada se verá en una situación compleja. Por eso, advierten sobre su potencial capacidad de daño, no solo electoral sino también política, y apuran a los libertarios para que empiecen a mejorar su vínculo con el PRO. No se descarta que en los próximos días el bloque de Diputados de una señal, haga un movimiento para marcarle la cancha a Milei. Tanto Macri como sus dirigentes más cercanos saben que sólo necesitan de diez legisladores propios para hacerle la vida imposible al presidente. Con su apoyo, puede impulsar una ley o sostener un veto, pero sin él todo se desmorona.
Para terminar de definir si la pelota caerá para uno u otro lado, el macrismo pide acuerdos políticos rápidos. Si los amarillos empiezan a percibir respeto – no ya señales de respeto -, el vínculo tal vez mejore, pero no definirán ninguna posición hasta que eso ocurra. El gobierno no tiene mucho tiempo.
La advertencia sobre esta delicada situación fue lanzada por el propio Macri, varias veces, esta semana. No sólo cuando, el martes, habló de la necesidad de una “combinación” de liderazgos y espacios políticos sino, un día después, cuando le marcó la cancha a Milei al plantear que el objetivo de que la gente no se vaya del país es compartido, no individual.
Esta alarma se prendió después de varios días de enojo por un hurto similar. En el PRO, aseguran haber llegado a un acuerdo con el sector universitario para incluir en el Presupuesto 2025 una mejor partida para las casas de altos estudios. Este entendimiento fue sustraído por los libertarios, que lo tomaron como propio y vincularon al desfinanciamiento de las PASO, con el que el macrismo no está de acuerdo (quieren PAS) y, además, consideran que nada tiene que ver con la discusión educativa.
El macrismo quiere reconocimiento de sus banderas. Ficha limpia, boleta única en papel, privatización de Aerolíneas Argentinas, negociaciones educativas y, ahora, la permanencia de argentinos en suelo argentino, sin éxodo.
Pero también, el macrismo quiere una devolución de favores. No sólo que se impulsen proyectos en el parlamento, sino – especialmente – que se avance con soluciones para la difícil gestión de la Ciudad de Buenos Aires, el territorio que Macri no quiere dejar liberado al azar. Los libertarios no mostraron un trabajo conjunto con el oficialismo porteño bajo la excusa de tratarse de fuerzas diferentes.
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CABA es determinante a la hora de pensar en el vínculo entre el PRO y La Libertad Avanza. La falta de respuestas para las dificultades de la Capital Federal se suman, además, a los acuerdo políticos tejidos entre milanesa y milanesa en Olivos y otras reuniones reservadas que derivaron en un incumplimiento de la Rosada.
Por eso, el PRO avanza con la última oportunidad al gobierno para que reconozca que los necesita, no sólo a nivel electoral, sino de supervivencia. A la hora de pensar en las urnas, por la estructura y la falta de candidatos. En un territorio populoso, donde los amarillos miden poco, un dirigente se jacta de poder poner, sin recursos, mil fiscales.
Esta percepción que tiene el macrismo sobre su turbulento vínculo con el gobierno está bastante extendida, pero también se reconoce que Mauricio, a veces, es demasiado duro con el oficialismo. No sólo porque, hace no mucho, estuvieron a punto de sellar el acuerdo y Macri decidió cancelar la operación, sino porque la última aclaración suya a Milei estuvo de más (el tuit en que le advirtió que el freno al supuesto éxodo es “nuestro” y no sólo suyo).