Después de la aprobación de la ley de etiquetado de alimentos, un grupo de organizaciones de la sociedad civil piden que se actualice la norma sobre los niveles permitidos de grasas trans y aceites parcialmente hidrogenados (APH) en alimentos. Este miércoles Consumidores Argentinos, Fundeps (Fundación para el Desarrollo de Políticas Sustentables), FAGRAN (Federación Argentina de Graduados en Nutrición), FIC Argentina (Fundación Interamericana del Corazón Argentina) y Sanar (Sociedad Argentina de Nutrición en Alimentos Reales) presentaron los datos de dos investigaciones que muestran que el consumo de estos productos es mucho más alto de lo sugerido por la OMS y la OPS, y que, dado que su producción está dominada por un puñado de compañías locales, su eliminación de los alimentos es viable.
Las grasas trans no son necesarias para ninguna función biológica del organismo ni ofrecen beneficio alguno para la salud; pero se usan ampliamente en productos como margarina, galletitas, snacks, baños de repostería, entre otros ultraprocesados, así como también en productos de panadería y comidas artesanales. Se calcula de las ochenta mil muertes anuales en Argentina, dos mil son causadas por enfermedades cardiovasculares relacionadas con el consumo de grasas trans, informa FIC.
“Es el principal y más indeseable efecto de esas grasas industriales –explica Julio Montero, expresidente de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios, que no participó en estos trabajos–. Alteran la relación con los dos tipos de colesterol, pero podría haber otros mecanismos no tan convencionales, como modificar la coagulabilidad de la sangre; o sea, la predisposición a trombosis por ejemplo”. Se considera que elevan los niveles de colesterol “malo” (LDL) y disminuyen los del “bueno” (HDL).
“Esta investigación pone en evidencia que hay productos que contienen niveles peligrosos de grasas trans. Se recomienda que el Estado avance en una política que contemple las recomendaciones de la OMS y OPS”, detalla el informe de Consumidores Argentinos. En septiembre, esta ONG presentó una propuesta para actualizar la normativa de grasas trans en el Código Alimentario Argentino.
Aunque en 2010 la Argentina fue pionera en la regulación sobre este ingrediente en la región con una campaña para eliminarlas de los alimentos procesados, se modificó la Ley 18.284 del Código Alimentario Argentino limitando su uso a un 2% del total de grasas en aceites vegetales y margarinas destinadas al consumo directo y a 5% del total de grasas en el resto de los alimentos, esos porcentajes quedaron desactualizados frente a las recomendaciones actuales de la OMS y la OPS: ambos organismos aconsejan eliminar directamente los ácidos grasos trans de los comestibles o reducirlos a un máximo del 2% del contenido total de grasas en todos los productos. También indican que se deberían prohibir los aceites parcialmente hidrogenados.
El estudio realizado por FIC, el primero que hace un análisis químico de muestras de distribuidoras mayoristas y fabricantes de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, arrojó que el 100% de 18 margarinas de uso industrial tenían niveles de ácidos grasos trans por encima del límite del 2%: el porcentaje promedio fue del 20,1%, con un mínimo de 4,8% y un máximo de 39,3%. El 39% presentaron porcentajes más altos de grasas trans que de cualquier otro ácido graso.
Se trata de productos que se utilizan en panaderías (mayormente para la elaboración de facturas, tortas y otras elaboraciones artesanales), y otros de venta en supermercados y cadenas de comida rápida. Además de las personas con mayor vulnerabilidad socioeconómica, entre los grupos más expuestos a los efectos deletéreos de estos alimentos se encuentran los chicos. Las grasas trans no solo se utilizan en empaquetados (galletitas, crackers, snacks, alfajores, chocolates), sino también en pre-fritos o fritos, margarinas vegetales de consumo directo y otros ofrecidos en restaurantes, bares, servicios de catering.
Las grasas trans se producen de forma industrial convirtiendo aceite líquido en grasa sólida (un proceso llamado “hidrogenación”). Esto permite que los aceites no se “oxiden” y se vuelvan rancios, pero además les otorga una textura similar a las de origen animal.
“Desde nuestra perspectiva como organización de consumidores consideramos que los alimentos no son ni deberían ser un producto más. La alimentación saludable es un derecho humano básico fundamental” –dijo Sergio Procelli, presidente de Consumidores Argentinos, durante la presentación de estos resultados.
Por su parte, Victoria Tiscornia, magister en Nutrición e Investigadora del Área de Políticas de Alimentación Saludable, e integrante de la Fundación Interamericana del Corazón Argentina, afirmó que “la evidencia es clara y contundente. Es necesario que se apruebe la propuesta conjunta en la Comisión Nacional de Alimentos (CONAL) y que se escuche el reclamo de las organizaciones que la presentamos”.
Según la última Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, realizada en 2019, en el país se registra un consumo “alarmante” de grasas trans, dijeron los expositores.