Un reciente estudio publicado en la revista Biology Letters reveló que cuando de perros se trata, el tamaño del cerebro está relacionado con la inteligencia, y que, contrariamente a lo que muchos piensan, las razas más pequeñas podrían tener cerebros más grandes en proporción a su cuerpo, y por ende, capacidades cognitivas más avanzadas.
El estudio fue liderado por Ana Balcárcel, bióloga y paleontóloga del Instituto de Ciencias Evolutivas de Montpellier, Francia, y analizó a 1.682 perros de 172 razas diferentes, usando cráneos conservados en el Museo de Historia Natural de Berna, Suiza.
La investigación, además de cuestionar viejos mitos, también reveló que la inteligencia canina va mucho más allá de la relación entre el tamaño del cerebro y las habilidades cognitivas, ya que factores como la memoria, el comportamiento y la función ejecutiva tienen mucho más peso de lo que se creía.
¿Cómo se midió la inteligencia en los perros?
Una de las primeras conclusiones del estudio fue que las razas de perros pequeños, como el chihuahua, el pomerania y el pug, tienen cerebros que, aunque más pequeños en términos absolutos, ocupan una mayor proporción de su cuerpo en comparación con las razas más grandes. En otras palabras, el tamaño del cerebro relativo (comparado con el tamaño corporal) juega un papel crucial en las capacidades cognitivas. Esto contradice la creencia común de que un cerebro más grande es sinónimo de mayor inteligencia.
Los perros pequeños, por lo tanto, tienen cerebros más grandes proporcionalmente, lo que parece dotarlos de una ventaja en áreas clave como el aprendizaje y la memoria a corto plazo. Estas características son fundamentales para evaluar la inteligencia de un perro, ya que son indicativas de su capacidad para aprender rápidamente y adaptarse a nuevas situaciones, especialmente durante el entrenamiento.
Lo que es aún más interesante es que estos perros pequeños, a pesar de su tamaño cerebral relativamente grande, también presentan una serie de comportamientos emocionales más intensos. Por ejemplo, suelen mostrar mayor ansiedad por separación, mayor agresividad y una tendencia a demandar más atención.
Si bien esto podría parecer un inconveniente, también refleja la compleja naturaleza de su inteligencia, que no se mide únicamente por la capacidad de ejecutar comandos, sino por cómo responden a estímulos emocionales y sociales.
¿Por qué los perros de trabajo tienen cerebros más pequeños?
A lo largo de la historia, hemos considerado a razas de perros grandes como el rottweiler, el pastor alemán o el husky siberiano como las más inteligentes, sobre todo por su capacidad para realizar tareas de trabajo complejas como guiar a personas con discapacidad, detectar sustancias, o participar en labores de rescate. Sin embargo, el estudio reveló que estos perros, aunque extremadamente eficientes y entrenables, tienen cerebros relativamente más pequeños en relación a su cuerpo.
La clave no está en el tamaño del cerebro, sino en la función ejecutiva, es decir, la capacidad de controlar el comportamiento, retener información a corto plazo y ejecutar tareas complejas. Los perros de trabajo como los mencionados anteriormente tienen una función ejecutiva altamente desarrollada, lo que les permite realizar tareas específicas con gran destreza, pero, esto no está relacionado con un cerebro más grande, sino con un conjunto de habilidades cognitivas adaptadas a las exigencias de su labor.