La marcha antifascista le cerró la puerta al odio de Milei: “Al closet no volvemos nunca más”

Miles de personas se manifestaron para levantar la bandera del orgullo, abrazar a la comunidad LGBTIQ+ y ponerle un freno en la calle a los ataques de la Casa Rosada a los derechos. Los reclamos que vibraron con más fuerza.

01 de febrero, 2025 | 21.31

“Abran paso/llegaron las maricas”, “Aquí/está/la resistencia trans”, con esos cánticos tortas, putos, maricas, lesbianas, travestis-trans, luchadoras históricas, mostris, se hicieron lugar para entrar a la Plaza de Mayo, todas detrás de una gran bandera de arrastre con la consigna escrita en colores: “Orgullo antifascista y antirracista”. Detrás de elles, las calles del centro porteño se desbordaron con cientos de miles de cuerpos amontonados bajo el rayo del sol, que respondieron al llamado de una comunidad LGBTIQ+ autoconvocada que, por primera vez en la historia democrática del país, lideró una movilización que condensó una multiplicidad de reclamos que llevaron hasta las puertas de la Casa Rosada y que sintetizaron en un: “Basta” a los discursos de odio del presidente, Javier Milei.

Alma Fernández es una de las travas que está al frente de la movilización, se aleja del cordón de seguridad para tirarse una botella de agua encima de la cabeza y alivianar los más de 30 grados que hace en la Ciudad de Buenos Aires, vórtice del poder político y económico del país y sólo uno de los más de 200 puntos en donde se salió a marchar, desde Ushuaia a Berlín. Ella es una de las impulsoras y creadoras del cupo laboral travesti-trans, que el Gobierno nacional pretende eliminar: “Hace más de 40 años que este colectivo sale a las calles a reclamar, por suerte, la semilla que sembraron grandes como Diana Sacayán, Lohana Berkins y Carlos Jáuregui, hoy están empezando a florecer. Esta es una respuesta al trabajo hermoso que supieron hacer siempre y siempre entendimos que el motor de cambio es el amor”, reflexionó con El Destape sobre este momento histórico. 

Para ella, el desafío a partir de ahora, es “profundizar en salud, en educación, trabajo y cambiar la expectativa de vida tan corta que tiene esta población y por los sueños y por un proyecto de vida travesti más allá de los 35 años”.

Trenes repletos y una Catedral vallada, las horas previas a la marcha

La marcha en la Ciudad comenzó mucho antes de llegar al punto de partida pautado en el Congreso Nacional: primero fue el agite en las redes durante toda la semana -tal vez fue eso lo que llevó al Gobierno nacional a decidir colocar inhibidores de drones en la Plaza de Mayo y evitar una panorámica foto pintada de arcoíris- y, llegado el día, comenzó con los trenes desbordados desde el sur y desde el norte del Gran Buenos Aires. En uno de ellos iba Agustín, de 22 años. Vestía una remera blanca que a la altura del pecho tenía la bandera del orgullo con la inscripción “gay pride”. “Hace un montón no venía una marcha y quería vivir la experiencia de la libertad de expresión”, contó sobre el por qué decidió movilizarse y dijo que sólo tiene amigos heterosexuales y que por eso estaba solo.

Pasadas las 15, cuando las banderas todavía esperaban a ser alzadas desde el asfalto caliente, una milonga antifascista se llevó a cabo en uno de los balcones: “Orgullo, tango y amor”, “feminismos contra las violencias”, “son 3400”, eran algunos de los carteles que les bailarines tenían colgados en sus espaldas mientras se movían al sol del 2x4. 

Al mismo tiempo, sobre Avenida de Mayo un grupo de artivistas eligió hacer un “lapidazo” para graficar las demandas que el Gobierno nacional quiere dilapidar como la salud  y el trabajo, con los más de 30 mil despidos en el Estado y el desguace de direcciones como la de HIV y de vacunas, como sucedió esta semana cuyo recorte pone en riesgo la vida de cientos de personas que precisan de ellos. Acto seguido, se levantaron los abanicos de colores que le dieron lugar a los camiones de la Comisión Organizadora, a la que le siguieron los frentes que aglutinan la mayor cantidad de organizaciones como Orgullo y Lucha y la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), entre otras.

“No sea indiferente” 

Cuando el camión central comenzó a andar, un cántico sonó al unísono: “Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las travestis en la cara de la gente”. Como dijo Alma Fernández, esa población, que tiene una expectativa de vida de entre 35 y 41 años en la Argentina, por lo general es excluida de las casas a temprana edad y muchas acaban en la prostitución para subsistir. Los llamados de la comunidad se entrelazaron a toda hora con otros también históricos. Por ejemplo, los que se escuchan cada 24 de marzo para conmemorar el inicio de la última dictadura cívico militar: “Olé, olé, olé, olá, como a los nazis, les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”.

"Vamos derrochando alegría en las calles, por el derecho al goce, que es nuestro, mientras la derecha nos quiere derrotadas nosotras estamos luchando juntas en las calles", lanzó la escritora travesti Susy Shock, que acompañó con su voz el trayecto de la movilización. Antes de dar paso a la fiesta -siempre cargada de mensajes-, dejó uno para la dirigencia política que pareciera no estar a la altura de las circunstancias: “La dirigencia tiene que entender que tiene que dejar nacer de los bordes lo nuevo”, dijo para demostrar que acá no hay ninguna minoría, sino que, como dijo en una entrevista radial, “la única minoría en este país son los ricos”.

Las niñeces existen y las trans, también 

Entre carteles como “tu voto en la calle mata”, “nosotros somos la libertad” y “somos más putxs que fachos”, están Noah y su mamá, Ana Arroyo. Ambos van con la bandera de la Asociación Civil Varones Trans, representada con los colores celeste y rosa. Noah tiene 13 años y su comunidad es una de las más atacadas: el presidente busca eliminar el DNI no binario, según filtraron fuentes de la Casa Rosada a los medios y, así transgredir el derecho a la identidad. “Estoy acá porque me parecen muy importantes las leyes que nos protegen hoy, es necesario que sigan vigentes. Creo que todo el esfuerzo que hicieron muchas personas que ya no están lo tenemos que defender”, sostuvo. 

Al contrario de lo que los propagadores de las fake news sobre el tema dicen, Noah afirma que “nadie te obliga a ser trans, es algo que vos sentís y te vas dando cuenta y a veces es muy difícil”.

Su mamá, a su lado, contó que hay otras cosas que no se están diciendo detrás de las palabras que destila el Presidente: “Lo que se naturaliza que se puede decir es terrible. Sin ir más lejos estoy con una denuncia contra una docente de la Ciudad porque desde el Ministerio porteño no hicieron nada”, reclamó. También contó lo que significa acompañar a niñeces y adolescencias trans: “No tenemos manera de visibilizarnos. A ellos no los conocen, no los escuchan y, a nosotros, tampoco, y nos juzgan. Lo que notamos es un montón de desinformación, sobre todo acerca de los tratamientos hormonales, las operaciones, cómo se manejan y a partir de qué edad se hacen. La sociedad no sabe absolutamente nada de nuestra realidad”, dijo casi con temor de subir un poco más la voz. 

Los heterosexales que dijeron presente en la marcha

Juliana y Betty son dos amigas que están en sus treintis. Son de las personas heterosexuales que se acercaron por solidaridad y más: “No formo parte de la comunidad, pero tengo amigas, amigues, sobrines, que tienen derecho a vivir en libertad. La postura del presidente retrocede. No se mete sólo con la comunidad, también con los abuelos, con los trabajadores del Estado. Creo que hay gente que desconoce y lo siguen defendiendo sin argumentos”, dijeron.

“Siento que es una obligación mía estar presente hoy, porque hay que defender los derechos de todos a ser lo que quieran ser. Con cada palabra me siento agredida”, dice María Díaz Pérez, apodada Maruja -aclara-, que lleva un sombrerito rosa, tipo Heidy y acompaña desde el borde del cordón de la calle la movilización a sus 78 años. Es heterosexual también y llegó hasta ahí con su hija Verónica y su yerno Pablo, también heterosexuales.

Otra fue Carmen Verón, abuela de Kiara, de 13 años; que también fue con su amigo Dylan, desde Solano, Quilmes. “Es la primera vez que vengo a una marcha del orgullo, la vine a acompañar. A mi nieta le gustan las chicas y yo la amo y sus papás también. No está cometiendo un crimen. El presidente tiene se tiene que dedicar a otras cosas, la gente tiene hambre. Es un nazi, yo le digo”, cerró.

Un mensaje para toda la dirigencia política 

“Me parece que la dirigencia argentina necesita reconocer en el movimiento homosexual argentino y todas sus variantes que la construcción política va por otro lado, por manifestarse, por armar asamblea, por escucharnos”, opinió, en medio de la multitud que saltaba al ritmo de Chocolate Remix, Matias Casadey, que llegó desde Rosario con la organización Yarará. 

Mientras desde el micrófono se escuchó un tímido “queremos candidatas de acá” -teniendo en cuenta que este es un año de elecciones legislativas en las que el Presidente buscará ampliar su bloque- Angrela Martínez se saca una foto tipo diosa con un cartel que dice “zorres conurbanas combativas”. ¿Qué opinas sobre esa propuesta?, le consultó este medio: “Queremos candidatas mostris porque realmente están representando a nuestro colectivo, es lo que nuestra comunidad está pidiendo, que representen en acciones lo que están haciendo en palabras”, sostuvo. 

La marcha fue tan grande que se volvió difícil caminar y movilizarse de un lado a otro. Por momentos sólo se abrían huequitos en donde se podía respirar un poco, tomar aire o encontrar algún vendedor de agua para seguir. En uno de ellos, estaba Damián Dorfman, de la mano con su pareja y sus dos hijos pequeños, de 6 y 10 años. “Nos tienen miedo”, dice León, el más grande, que quiere tener voz también y plantear su disgusto sobre lo que está pasando.

“Creo que la dirigencia política a veces no está a la altura de las circunstancias y no se hace cargo de defender las demandas, no somos nosotros los que nos pasamos tres pueblos, son ellos los que no están a la altura”, sostuvo. También reflexionó que, a su entender, quienes dicen que “nos pasamos” deberían “dejar de analizar a través de las categorías de la derecha y del fascismo. Si no tenemos nuestras categorías, las inventamos”, sugirió, para quienes están faltos de imaginación.

Los dichos de Milei tuvieron su repudio en la calle, pero también en la Justicia y desde las instituciones: hubo más de una decena de demandas presentadas en el orden nacional e internacional, pedidos para que el Congreso se expida sobre el tema -impulsados desde la oposición como Unión por la Patria, Encuentro Federal, la Coalición Cívica y Democracia para Siempre- y pedidos de juicios políticos. Entre las primeras denuncias presentadas estuvo la del diputado socialista, referente de la FALGBT Esteban Paulón: “Era una forma de hacer una acción e inaugurar una nueva estrategia, porque sentimos mucho desamparo, porque la mayoría de la dirigencia política está con las patitas en el agua”, explicó y contó que la también sumaron un pedido de habeas corpus colectivo para el resguardo de las personas. 

La Plaza de Mayo

Las calles vibraban cuando la cabecera de la marcha comenzó a acercarse a la Plaza de Mayo, cierre de una movilización, que por primera vez levantó la consigna antifascista y antirracista. A les mostris, putos, tortas, lesbianas, travestis y trans, que se autoorganizaron en una asamblea para saltar a las calles las acompañaron durante todo el trayecto desde todo el arco político -excepto La Libertad Avanza-, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, personal del Hospital Laura Bonaparte -que buscan cerrar-, sindicatos y organizaciones sociales.

“Lo dijo Lohaya y Sacayán, al calabozo no volvemos nunca más”, comenzaron a cantar mientras cientos de personas se hacían a un lado para hacerles paso. “Unidad de las maricas y al que no le gusta, fascista, fascista”, sumaron también. En la reja de la Casa Rosada, varias banderas de colores estaban colgadas junto con la Argentina y una foto denunciaba algo así como las relaciones carnales que impone Milei a la Argentina con Estados Unidos por su vínculo ¿homosexual? con el magnate republicano con el que sólo los ricos se benefician. El título era “mucho sexo gay” y allí se veía a Milei con un beso bien carnoso con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump; mientras el magnate Elon Musk festeja detrás.

La multitudinaria marcha cerró sin un documento conjunto por decisión de la Asamblea, pero dejó claro que en Argentina sólo existen dos géneros, como decía unos de los cientos de flyers que se difundieron: fascista y antifascista.