Un reciente estudio científico llevado a cabo por científicos de la Universidad de Ámsterdam y publicado en la revista Cell Press iScience reveló una sorprendente relación entre el tamaño de la amígdala, una región del cerebro vinculada a las emociones, y las inclinaciones políticas de las personas. Este descubrimiento, basado en el análisis de imágenes por resonancia magnética de 928 individuos, indica que el tamaño de esta estructura cerebral podría ser un factor clave para entender las diferencias ideológicas entre conservadores y progresistas.
La investigación tenía como objetivo replicar y ampliar los resultados de un estudio anterior, realizado en 2011, que ya había sugerido una correlación entre el tamaño de la amígdala y las posturas políticas, aunque en aquella ocasión solo participaron 90 estudiantes universitarios del Reino Unido. En esta nueva versión, los científicos neerlandeses optaron por incluir una muestra mucho más diversa, tanto en términos de edad como de orientación política, lo que permitió obtener resultados más representativos de la población general.
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El hallazgo más destacado del estudio fue que las personas con inclinaciones políticas conservadoras tienden a tener una amígdala ligeramente más grande que aquellas con posturas más progresistas. La amígdala es una parte fundamental del cerebro que juega un papel clave en la regulación de las emociones, especialmente las relacionadas con el miedo, la ansiedad y la percepción de amenazas. Los investigadores creen que este mayor tamaño podría estar vinculado a una mayor sensibilidad hacia la incertidumbre y el riesgo, lo que llevaría a un deseo más fuerte de seguridad, un rasgo comúnmente asociado con las ideologías conservadoras.
El estudio también encontró que la relación entre el tamaño de la amígdala y el conservadurismo no es uniforme, sino que varía según el partido político con el que los individuos se identifican. Por ejemplo, aquellos que apoyaban al Partido Socialista, conocido por sus políticas económicas radicalmente izquierdistas pero con valores sociales conservadores, presentaban una mayor cantidad de materia gris en la amígdala que quienes apoyaban partidos más progresistas. Esto subraya que la relación entre el cerebro y la política es compleja y no puede ser explicada únicamente en términos de ideología económica o social.
Una de las características más interesantes del estudio fue la comparación entre los sistemas políticos bipartidistas, como el del Reino Unido, y los multipartidistas, como el de los Países Bajos. Los científicos querían comprobar si estas diferencias en el sistema político afectaban las estructuras cerebrales de las personas. El estudio confirmó que la diversidad ideológica de un sistema multipartidista como el neerlandés ofrece una visión más matizada de cómo las diferentes posturas políticas se reflejan en el cerebro.
Este análisis más detallado permitió observar que, además de la amígdala, otras áreas del cerebro también están relacionadas con las creencias políticas. Por ejemplo, se descubrió que el volumen de materia gris en la circunvolución fusiforme derecha, una región del lóbulo temporal involucrada en el reconocimiento facial, estaba positivamente asociado con el conservadurismo económico y social. Esta región del cerebro está vinculada a la capacidad de identificar rostros, lo que podría estar relacionado con cómo los individuos conservadores procesan la imagen de figuras políticas emblemáticas o la percepción de personas que representan ciertos valores ideológicos.
Qué conclusiones dejó el estudio
A pesar de los hallazgos anteriores, el estudio no pudo confirmar todas las asociaciones encontradas en investigaciones previas. En particular, los científicos no encontraron una correlación significativa entre el conservadurismo y el menor volumen de materia gris en el córtex cingulado anterior, una región cerebral asociada con el control de impulsos y la detección de errores. No obstante, los investigadores ampliaron su análisis para incluir otras regiones del cerebro y explorar cómo las diferentes estructuras podrían estar vinculadas con la identidad política de los individuos.
Este enfoque más amplio reveló una serie de conexiones entre la identidad política y la anatomía cerebral que podrían ser fundamentales para futuras investigaciones. Si bien las resonancias magnéticas utilizadas en este estudio solo proporcionan información sobre la estructura anatómica de las diferentes áreas del cerebro, los autores del estudio sugieren que futuros trabajos deberían integrar datos sobre las conexiones funcionales entre estas regiones, con el fin de comprender mejor cómo el cerebro procesa la información relacionada con las creencias políticas.
Con información de EFE.