Camila O'Gorman y Ladislao Gutiérrez fueron los protagonistas de una historia de amor que conmocionó a Buenos Aires. Ambos fueron fusilados por orden de Juan Manuel de Rosas. Ella tenía 23 años y estaba embarazada, él 24, pero era sacerdote, por lo que generó un gran escándalo en la época.
Ella era hija de una familia de la alta sociedad porteña que escapó con el cura Gutiérrez a fines de 1847. Se instalaron con nombres falsos en Goya, Corrientes, pero fueron reconocidos y entregados a las autoridades. Hoy, 18 de agosto, se cumple un nuevo aniversario del fusilamiento.
Su historia
Ladislao Gutiérrez, de 23 años, y Camila O'Gorman, de 22, con apenas unas semanas de embarazo, enfrentaron su trágico final en una tarde invernal de 1848 en la provincia de Buenos Aires. Los disparos de fusiles resonaron y un grito desgarrador se coló por las ventanas de los vecinos. Primero él, luego ella. Un amor que marcó un hito en la historia argentina.
La historia se inicia en 1843, cuando Camila O'Gorman, quinta de los seis hijos de Adolfo O'Gorman y Joaquina Ximénez Pinto, conoció a Ladislao Gutiérrez, un sacerdote proveniente de Tucumán. Conocido como "Ladislao", fue asignado a la parroquia a la que asistía la familia O'Gorman. Su presencia constante lo llevó a frecuentar a la familia, compartiendo conexiones familiares y amistosas. Ladislao provenía de una familia acomodada, y su tío era el gobernador de Tucumán.
La relación comenzó de manera inocente, con Ladislao tomando las confesiones de Camila. En el confesionario, ella compartía sus pensamientos más íntimos sin verlo a los ojos. Así, el amor fue creciendo en secreto. Camila, educada y hermosa, se sintió atraída hacia el joven sacerdote. Se encontraban en la Iglesia del Socorro, ubicada en Juncal y Suipacha, que en esa época era una zona de quintas.
En ese tiempo, la sociedad argentina se dividía entre Unitarios y Federales, y el gobierno de Juan Manuel de Rosas tenía un fuerte control sobre la vida pública. Camila y Ladislao, ella de familia Federal y él sacerdote, representaban una unión prohibida por las normas de la época.
El romance entre Camila y Ladislao fue creciendo en secreto, pero la relación fue descubierta. El padre de Camila, Adolfo, era un hombre respetado y fuertemente adscrito a la causa Federal. Al enterarse de la relación, no dudó en denunciarlos ante el gobierno de Rosas. La fuga de la pareja en diciembre de 1847 selló su destino.
El trágico final
Bajo identidades falsas, Ladislao asumió el nombre de Máximo Brandier y Camila se convirtió en Valentina Desan. La pareja intentó huir a Brasil, pero su camino se detuvo en Goya, Corrientes, donde se establecieron y abrieron una escuela. Sin embargo, su refugio fue efímero. Un encuentro con un sacerdote irlandés reveló su verdadera identidad, y fueron arrestados por orden de Rosas.
Separados y detenidos, la ejecución de la pareja era inminente. Camila, embarazada de Ladislao, fue motivo para que las leyes de la época impidieran su ejecución. Sin embargo, la decisión final fue ejecutar a ambos de inmediato.
El 18 de agosto de 1848, cinco años después de haberse conocido, Camila y Ladislao fueron fusilados. Su amor prohibido y su trágico final se convirtieron en un símbolo de amor y resistencia en la historia argentina.
A pesar de la dura realidad de la época y las circunstancias adversas, el amor de Camila y Ladislao trasciende como una historia inolvidable de pasión y sacrificio.