¿Por qué es erróneo hablar de “discriminación al revés”?

El término discriminación refiere a un fenómeno social más complejo que una estigmatización. La importancia de frenar los discursos de odio y de reflexionar sobre la construcción de las masculinidades.

12 de junio, 2022 | 12.37

En la portada de la edición publicada el miércoles 8 de junio, el Diario Clarín utilizó el término “discriminación al revés” para referirse al violento ataque que sufrió Tiziano Gravier, el hijo de la modelo Valeria Mazza y el empresario Alejandro Gravier, en un boliche de Rosario. La bajada describía: "Un hijo de Valeria Mazza fue golpeado por ser de clase alta. Le rompieron la mandíbula".

El sábado 4 de junio el joven de 20 años fue brutalmente golpeado. Como consecuencia, sufrió una fractura de mandíbula y se está recuperando en su casa tras varias operaciones realizadas en el Hospital Universitario Austral. El ataque sucedió luego de que le dijeran “tincho”, un término utilizado para burlarse de los chicos de clase media alta.

Pero, ¿por qué es erróneo hablar de “discriminación al revés”? En primer lugar, el término discriminación refiere a un fenómeno social más complejo que una estigmatización. La discriminación es padecida por sectores minoritarios de la sociedad e implica la imposibilidad de acceso a determinados derechos por su condición: étnica, social, de clase, etc.

Por ese motivo, referirse a una persona como “tincho” no implica discriminación, ya que no se le está negando ningún derecho. Sin embargo, se lo está estigmatizando o estereotipando.

Consultada por El Destape, la titular del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), Victoria Donda, calificó el ataque contra Tiziano como “injusto, violento y absolutamente reprochable jurídicamente”.

“En primer lugar, le deseo a Tiziano una pronta recuperación. El INADI y yo personalmente, como lo hacemos siempre, estamos a disposición de la familia para lo que necesiten”, remarcó. “Es importante decir que resulta de mal gusto hablar teóricamente sobre un caso de violencia horrible del cual la víctima se está recuperando en este momento. Sin embargo, la tapa de un diario muy leído nos hace tener que salir a aclarar por qué la discriminación ‘al revés’ no existe. Porque más de mal gusto es aprovecharse de un caso de violencia para intentar confundir. Algo que tiene que quedar bien claro: hablar de ‘discriminación al revés’ es lo mismo que pensar que el feminismo es machismo al revés, por ejemplo”.

Para Donda, lo que se intenta esconder con esos trucos de palabras son las causas estructurales de la violencia, incluso de la violencia que lleva a la trompada a Tiziano. “En este caso, vemos un emergente propio de la violencia naturalizada y fogueada por los discursos de odio que bajan esos mismos diarios y otros personajes lamentables de nuestra política. Y esa es una violencia que le puede llegar a cualquiera, sea de la clase social que sea”, aclaró.

La construcción de las masculinidades

Estos hechos de violencia constituyen, además, muchos de los llamados ritos de iniciación propios de la construcción de las masculinidades.

Ignacio Rodríguez, psicólogo e integrante del Instituto de Masculinidades y Cambio Social, describió el ataque del que fue víctima Tiziano Gravier como “un hecho cotidiano, ligado a las formas en que construimos vínculos entre varones y a la violencia propia de esa construcción”.

“La pelea en la salida nocturna es, a veces, incluso la misma causa que motiva esa salida”, agregó.

En esa línea, vinculó este hecho con el asesinato a golpes de Fernando Báez Sosa, ocurrido en Villa Gesell, el 18 de enero de 2020. “Además de la rotura del lazo social producto de muchos factores, la reafirmación identitaria de pertenencia al mundo masculino necesita de una otredad a ser doblegada, estigmatizada, humillada o cosificada. La complicidad -que en el caso de Tiziano fue de dos personas pero en el de Báez Sosa fue de muchas más- se da porque en esa forma de sociabilidad se hace necesaria la mirada del otro varón que reafirme ese lugar”.

Para el psicólogo, en esos lazos de complicidad se hace indispensable encontrar una “otredad amenazante” para mantener unido el grupo y se puede estereotipar de las más diversas formas. “Primero es necesario identificarlo como diferente para luego ejercer la violencia como modo de adoctrinamiento. El uso de la fuerza y la necesidad de demostración constante son mandatos de una masculinidad normativa que pueden servir para pensar la violencia. Sin embargo, hay otras transversalidades en juego que tienen que ver con clase, contexto socioeconómico, etnia, etc.”

Por otra parte, Donda sostuvo que los caminos que llevan a la violencia contra Tiziano Gravier o contra Fernando Báez Sosa son distintos, pero tienen en común dos cosas: “Por un lado, la violencia exacerbada por el machismo, que es estructural, y por el otro, una conformación social armada sobre la diferencia, que se refleja tanto en el racismo que caracterizó la muerte de Fernando, como en la violencia hacia Tiziano. Por eso, además de condenar a sus responsables directos, debemos atacar las causas estructurales que llevan a estas escenas lamentables”.

“Parte de esas causas son los discursos de odio. En una sociedad desigual, muchas veces los medios de comunicación prenden la mecha para que exista una ‘ley del más fuerte’ que como Estado no podemos permitir. Tenemos que tener un Estado presente que pueda defender a los más débiles, así como una justicia que condene a los responsables. Si no, vamos a estar errando el diagnóstico del problema y explicando lo obvio: toda violencia es condenable. Tal vez sea momento de aclarar: los discursos de odio generan violencia. Parémoslos ya”.