Protocolo, contacto estrecho, DISPO y ASPO, vacunación y pandemia: Este fue parte del decálogo allá por 2019 cuando el COVID-19 asomaba como una amenaza para la salud del mundo. Si bien, 4 años después, la pandemia y el distanciamiento suenan lejanos, científicos del mundo investigan los secretos del pasado, para prevenir en el futuro
Uno de los grandes misterios que existe desde el inicio de la pandemia es por qué, a pesar de estar en contacto estrecho con personas contagiadas con COVID-19, en muchos casos familiares, parejas y compañeros de trabajo, no enfermaron con el virus.
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Planteando el interrogante de si algunas personas son inmunes o desarrollan defensas especiales ante esta enfermedad, el ensayo publicado en la revista Nature contó con un grupo reducido de voluntarios sanos y sin factores de riesgo, entre 18 y 30 años a quienes se les suministró el virus por vía nasal para estudiar y monitorear las formas de contagio y la respuesta inmune en cada caso. Los primeros resultados dieron cuenta de que ciertos factores genéticos y de respuesta inmune pueden jugar un papel crucial en la resistencia al virus. En algunos casos, los voluntarios mostraron una respuesta inmune robusta que neutralizó el virus antes de que pudiera establecerse en el cuerpo.
“Este es un estudio experimental con voluntarios sanos, lo que se llamaría estudio de desafío o challenge study, esto se aplica más que al desarrollo de vacunas. En este caso se realizó con consentimiento informado, en un ambiente totalmente controlado, cumpliendo todos los códigos de ética locales e internacionales como es el de Helsinki. Lo más interesante de este estudio es sin duda su resultado. En un ambiente controlado, donde se hizo un monitoreo todos los días de la respuesta inmune de los pacientes analizando su nivel de anticuerpos en sangre y realizando test de hisopado nasal se descubrió por qué algunos pacientes presentaban síntomas y otros no”, comenta la Dra. Mónica Foccoli, jefa de la División Infectología del Hospital de Clínicas.
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La clave entre sintomáticos y asintomáticos: inmunidad secretora local a nivel nasal
“El sistema inmune de cualquier persona tiene dos formas principales de protegerse: por un lado la generación de anticuerpos que viajan por la sangre y por otro lado, la generación de anticuerpos a nivel de las mucosas, a nivel del tubo digestivo, el tubo respiratorio, etc. En todas las mucosas que genera el cuerpo tenemos inmunidad protectora y secretora. Aquí es que existe la diferencia entre quienes presentaron síntomas y quienes no: la mucosa nasal retuvo el virus”, comenta Foccoli.
Según la infectóloga esto ayuda a explicar por qué en ambientes de trabajo y en hogares algunas personas presentaban síntomas y otras no. Aunque aún no se puede determinar qué factores hacen que ciertas personas desarrollen componentes en sus mucosas que obstaculicen la proliferación del virus en el organismo, el desafío está ahora planteado en qué se puede hacer para que el sistema inmune desarrolle mucosas resistentes al virus.
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Estudios en estado de emergencia: una cuestión moral y ética
“Una pandemia es una situación extraordinaria ya que está en riesgo de enfermedad y muerte de muchas personas. Esto es lo que implica un riesgo extraordinario. En las situaciones extraordinarias los estados, los gobiernos de cada estado, que son los que deben regular, controlar las investigaciones y ponerles límites, pueden eventualmente autorizar, es decir, sacar normativas que autoricen cuestiones que en situación ordinaria no estarían autorizadas”, comenta el Dr. Juan Carlos Tealdi, asesor de Bioética de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.
“Las investigaciones en humanos o que involucran a humanos, están muy tipificadas en situaciones ordinarias y vamos a considerar la pandemia como algo extraordinario. En esos contextos, puede resultar éticamente razonable el considerar su realización, aunque no hubiese sido aprobado o realizado en situaciones ordinarias como las que vivimos hoy, 4 años después de la irrupción del virus” describe el especialista.
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Tealdi comenta que hay que tener en cuenta que todo estudio que se va a llevar a cabo en humanos tiene que ser precedido de estudios que se llaman preclínicos. Esto es gracias a evidencias aportadas por estudios en animales, por ecuaciones matemáticas que proyectan qué puede pasar con determinada situación y con estudios en tejidos que no son directamente en el cuerpo humano. Todos estos antecedentes preclínicos deben estar a la vista antes de autorizar lo que se llama primer estudio en humanos. Según el experto, siempre hay un primer estudio, ya sea en la búsqueda de un medicamento, algún procedimiento o diagnóstico. Para eso, se experimenta en humanos pero eso requiere mucha rigurosidad científica y respetar los procesos anteriormente explicados.
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“En todos los casos, ordinarios o extraordinarios, se exigen resultados y procesos sumamente transparentes, por lo cual resulta importante establecer una pirámide para plantear estos dilemas morales y éticos que van desde las autoridades nacionales, regionales, la Justicia y los comités de bioética de las instituciones, ya sean hospitales, sanatorios o laboratorios donde se lleven a cabo este tipo de investigaciones y estudios”, cierra Tealdi.