El cine argentino es de los principales del mundo en idioma castellano. ¿Sabías que nuestro país cuenta con el mayor promedio de salas de cine por persona del continente?
Cada etapa de nuestra historia se vio reflejada en la producción cinematográfica. Seguí leyendo para conocer todo sobre el cine en Argentina, desde el comienzo.
Historia del cine argentino
Orígenes
En 1896 se realizaron las primeras proyecciones de películas en Argentina, en el clásico Teatro Odeón de Buenos Aires. El evento fue organizado por Francisco Pastor, el dueño de la sala. También por quien sería más adelante un fundador de la revista Caras y Caretas, Eustaqui Pellicer.
La primera experiencia del público ante las grandes proyecciones fue impactante. La historia cuenta que la gente se asustó en una escena en que una locomotora avanzaba en su sentido. Los límites de la pantalla fueron, al comienzo, difíciles de entender.
Una de las primeras películas producidas en el país fue, en 1897, La bandera argentina, filmada por el camarógrafo franco-argentino Eugène Py. La toma consistía en dicha bandera flameando en el mástil de Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada.
El año anterior el alemán Federico Figner ya había filmado una serie de cortos en Buenos Aires. Sin embargo, La bandera argentina es considerada por muchos como la película que inauguró el cine argentino.
El cine mudo
11 años después de La bandera argentina, el cine nacional estrenó su primera ficción. El fusilamiento de Dorrego, dirigida por Mario Gallo, fue el primer paso hacia el mundo de las películas argumentales.
José A. Ferreyra fue el personaje más destacado del cine mudo argentino, aunque su trabajo continuó una vez incorporado el sonido. Lo más curioso de su producción es que trabajaba sin guión. Su labor incluía una importante cuota de improvisación sobre la marcha.
Los temas y protagonistas de sus películas giraban en torno al día a día en los barrios porteños más humildes. Estamos hablando del origen del cine popular argentino.
Ferreyra ponía en imágenes lo que el tango decía con su música. De hecho, él mismo escribía canciones de ese género para ser cantadas antes, durante o después de las proyecciones.
A principios del siglo XX, el cine mudo ponía en imágenes lo que el tango decía con su música.
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Nobleza Gaucha
En 1915 se estrenó Nobleza gaucha, dirigida por Humberto Cairo. Inspirada en el Martín Fierro y Santos Vega, su argumento se desarrollaba tanto en la ciudad como en el campo.
Tuvo un éxito sin precedentes. Fue proyectada en 25 cines porteños y en otros países. Hasta el día de hoy, se mantiene como la película muda más taquillera del cine argentino. ¿Sabías que la marca de yerba inspiró su nombre en este film?
El cine pornográfico
Un dato curioso: Argentina se considera el primer centro de producción de películas pornográficas en todo el mundo. Si bien este tipo de cine nació en Francia, es en Buenos Aires donde comenzó a producirse a gran escala.
Por supuesto, esto sucedía de manera clandestina. Las empresas francesas Pathé y Gaumont mudaron al país sus producciones porno, escapando de la censura del gobierno francés.
La primera película de este género de la que se tiene registro fue filmada en Argentina. A principios del siglo XX, en el país se filmaba, proyectaba y exportaba películas porno a todo el mundo.
El cine sonoro
La primera película con sonido filmada en Argentina fue dirigida por el ya mencionado José. A. Ferreyra. El largometraje, llamado Muñequitas porteñas, fue estrenado en 1931, dando inicio a lo que se llamó la “época dorada del cine argentino”.
La incorporación del sonido fue primero posible gracias a la tecnología Vitaphone. Este sistema cambió el cine para siempre, haciéndolo más atractivo para el público.
Vitaphone fue creado por Bell Telephone Laboratories y luego adquirido por Warner Bros. El sonido se grababa en discos, que luego eran reproducidos en simultáneo con la película.
Avances tecnológicos
En 1933 llegó a la Argentina el sistema Movietone. Este nuevo sistema logró grabar el sonido y la imagen en simultáneo y proyectarlo también al mismo tiempo. Es decir, la banda sonora pasó a estar guardada en el mismo soporte que la imagen.
Movietone significó un avance tecnológico muy importante para la industria del cine. Con su llegada al país, surgieron los primeros estudios cinematográficos nacionales: Argentina Sono Film y Lumiton.
Más adelante llegó el sistema de sonido óptico Phonofilm. Con este es que se grabaron los primeros videoclips argentinos, protagonizados por Carlos Gardel.
La época dorada del cine argentino
La incorporación del sonido al cine no fue un cambio simple. La idea de lo que constituía una buena película fue transformada. Los actores y actrices tuvieron que aprender a cantar para sobrevivir en la industria.
Las primeras películas sonoras producidas con los modernos sistemas sin discos fueron: Tango y Los tres berretines. Ambas fueron estrenadas en 1933 por los estudios Argentina Sono Film y Lumiton, respectivamente.
El cine comenzó a ser, en esta época, un negocio altamente rentable. La incorporación del sonido había significado no solo una mejora del producto. Lo había hecho accesible al público: el cine se volvió algo popular.
Las primeras estrellas
En la década del 30 surgieron estrellas del cine argentino cuyos nombres resuenan hasta el día de hoy. Libertad Lamarque, Tita Merello, Pepe Arias, Luis Sandrini y Niní Marshall.
Así es que surgió una nueva lógica de producción. El público quería ver a sus actores y actrices favoritos. Comenzaron, entonces, a producirse obras en función de estas estrellas.
Esta lógica, llamada “star system”, fue inventada por Hollywood y replicada en el país. Es una manera de asegurarse el éxito de una película, basado en la popularidad de su protagonista.
Cine durante el peronismo
¿Sabías que la neutralidad de Argentina durante la Segunda Guerra Mundial tuvo repercusiones en la industria del cine nacional? Estados Unidos castigó al país suspendiendo la importación de película virgen.
Esto tuvo como obvia consecuencia un enorme retroceso para la industria, que carecía de los medios para seguir produciendo. El cine se seguía consumiendo, pero eran principalmente películas mexicanas las que se proyectaban en las salas.
La ley de cine
En 1947, bajo la presidencia de Juan Domingo Perón, se aprobó la ley 12.299, comúnmente denominada “ley de cine”. ¿Qué significó esto?
La ley de cine protegió a la industria con una serie de medidas:
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Se aumentó el financiamiento a partir de créditos baratos, otorgados por el Banco Industrial, a las productoras y estudios.
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Se sancionó que todos los cines del país debían exhibir al menos una película argentina por mes.
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Se sancionó también que toda película nacional debía ser estrenada en el año inmediatamente posterior a su realización.
Durante la primera presidencia de Perón se aprobó la ley 12.299, que tenía como objetivo proteger y apoyar al cine argentino.
Aumento de producción
Las medidas proteccionistas que el peronismo otorgó a la industria cinematográfica tuvieron inmediatas consecuencias. El cine argentino creció y volvió a consumirse más allá de las fronteras nacionales.
Un símbolo de esto es la película Dios se lo pague, dirigida por César Amadori y protagonizada por Zully Moreno y Arturo de Córdova. Se estrenó en 1948, inaugurando el Primer Festival de Cine Argentino.
Fue el primer film argentino en ser nominado como mejor película extranjera en los Premios Oscar. Fue vista en muchos países y batió récords de audiencia.
Cine durante la “Revolución libertadora”
A partir del derrocamiento de Perón, se suspendieron los créditos que tanto ayudaban a la industria. Durante el gobierno de facto autodenominado “Revolución libertadora”, el cine argentino vivió su peor momento.
Esto se relaciona directamente con la persecución política que sufrieron muchos de los realizadores audiovisuales argentinos, ligados al peronismo o a la izquierda. A partir de la caída de la producción, muchos estudios de cine cerraron sus puertas.
Iniciativas gremiales
En 1957, Fernando Birri fundó en Santa Fe el Instituto de Cinematografía de la Universidad del Litoral. El objetivo era hacer un cine “realista, popular y crítico”. Este sería un antecedente importante para el cine de militancia, que surgiría más adelante en el marco de la censura y la represión.
En 1958 se creó la asociación Directores Argentinos Cinematográficos (DAC), a partir de la fusión de dos entidades preexistentes. Implicó un fortalecimiento del sector gracias a la conjunción de fuerzas de dos asociaciones. Ambas compartían el interés en la industria, pero se enfrentaban en lo político.
El DAC sigue en funcionamiento hasta el día de hoy. Se dedica a fortalecer la industria y a difundir el cine argentino.
Hacia un tercer cine
Tras un breve periodo democrático, Argentina volvió a sumirse en una nueva dictadura militar. A pesar de la censura, un cine militante y popular se siguió produciendo. El carácter político del cine quedó en evidencia. Los jóvenes de la industria ponían en riesgo su vida para hacer películas críticas a la dictadura.
El carácter político del cine quedó en evidencia mientras los jóvenes ponían en riesgo su vida para hacer películas críticas a la dictadura.
Entre 1965 y 1967, en plena dictadura y proscripción del peronismo, “Pino” Solanas y Octavio Getino realizaron, clandestinamente, La hora de los hornos. Se trata de un film de cuatro horas y media, dividido en tres partes:
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“Neocolonialismo y violencia”.
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“Acto para la liberación”.
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“Violencia y revolución”.
La hora de los hornos es un claro llamado a la revolución. Dado el contexto histórico, no pudo ser estrenada en Argentina hasta 1973, cuando el proceso militar autodenominado “Revolución argentina” llegó a su fin. Para ese entonces ya había circulado por toda Europa y ganado numerosos premios.
La hora de los hornos inauguró un cine estrictamente político en la Argentina. Más que una película, es un ensayo político-cinematográfico.
Solanas y Getino fundaron el Grupo Cine Liberación, cuyos objetivos especificaron con un manifiesto llamado Hacia un tercer cine. Se definía en oposición a las producciones de Hollywood y al “cine de autor”.
El tercer cine sería, frente al cine-industria, artesanal. De información, de verdad, de agresión. Deja de ser espectáculo para ser acto. Con el mismo espíritu de resistencia surgieron otros grupos, como el Grupo Cine de Base, liderado por Raymundo Gleyzer.
Cine durante la última dictadura
El cine cómplice
Durante el oscuro proceso autodenominado “de reorganización nacional”, la industria cinematográfica argentina recibió un trato diferente. Contrario a lo que había sucedido en las dictaduras militares anteriores, esta vez el sector no fue desatendido por completo.
Conscientes del poder simbólico de los productos culturales, el régimen se dedicó a apoyar a determinadas producciones cinematográficas. Se otorgaron subsidios y premios a aquellas películas cuyo mensaje convenía transmitir.
Aquellas que carecían de contenido crítico y tenían un discurso afín al gobierno, eran financiadas hasta el 100% por el Estado nacional. Se buscaba enaltecer los valores familiares y religiosos.
Así fue como esta vez las carteleras siguieron llenas de títulos argentinos. Eso sí, con un vaciamiento de contenido.
Censura y represión
En paralelo, hubo una fuerte censura. El “Ente de Calificación Cinematográfica” fue el organismo responsable de ejercerla. El corte de escenas se hizo algo habitual en las películas que lograban ser reproducidas.
Muchos cineastas, como Raymundo Gleyzer, fueron secuestrados por sus ideas políticas y siguen desaparecidos. Entre los que pudieron continuar con su trabajo, se instaló un lenguaje metafórico para sobrepasar la censura y aún así transmitir un contenido crítico.
Por ejemplo, Tiempo de revancha, de Adolofo Aristarain, es una alegoría del contexto político y los desaparecidos. El enfrentamiento de una persona a una gran empresa sirve de metáfora para decir lo que no se podía decir.
Otras películas que usaron la metáfora para eludir la censura fueron:
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Los muchachos de antes no usaban arsénico, de José Martínez Suárez.
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Crecer de golpe, de Sergio Renán.
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La isla, de Alejandro Doria.
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Los miedos, también de Doria.
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Últimos días de la víctima, de Adolfo Aristarain.
Mientras tanto, desde el exilio se producían películas y documentales que denunciaban abiertamente la situación de Argentina. Estos films circulaban por fuera del país.
Nuevo cine argentino
En la década de los 90 surgió el “Nuevo Cine Argentino” (NCA). El movimiento se inauguró con la primera película del escritor y cineasta Martín Rejtman, Rapado. Fue filmada en 1991 y estrenada cinco años después.
Está basada en un libro de relatos del propio Rejtman. El estilo de la película, que sintetiza el que el NCA adoptaría, es simple y minimalista.
A finales de siglo comenzaron a popularizarse los estudios de cine en Argentina. En consecuencia, se dio una proliferación de cortometrajes nacionales.
Surgieron, a partir de entonces, dos grandes corrientes temáticas. Por un lado, el “costumbrismo social”, realista y minimalista. Por el otro, el “gender cinema”, ligado a cuestiones de identidad y género, de un estilo mucho más personal.
Directores actualmente vigentes como Israel Adrián Caetano, Bruno Stagnaro, Lucrecia Martel y Sandra Gugliota, aparecieron en la escena en esta época. Eran jóvenes cineastas con un futuro prometedor.
El cine argentino del siglo XXI
En 2001, la producción independiente Nada por perder, dirigida por Quique Aguilar, constituyó un hito en la historia del cine. Fue una de las primeras películas rodadas y posproducidas de manera íntegramente digital.
No fue presentada en ningún festival de cine y la crítica no fue del todo benevolente. Sin embargo, hoy se la considera una película de culto. ¿Los motivos? Retrata lo peor de la corrupción política argentina, y se entrenó 11 días antes de que se anunciara el corralito.
En 2009 se estrenó El secreto de sus ojos, dirigida por Juan José Campanella. Es hasta el día de hoy una de las películas más taquilleras del cine nacional.
Fue la segunda película argentina en ganar el Oscar a la mejor película extranjera. La primera había sido La historia oficial, de Luis Puenzo (1985). Ambas problematizan distintos aspectos de la oscura etapa de nuestra historia que representó la última dictadura militar.
Entre las películas destacadas de los últimos tiempos, no podemos dejar de mencionar Relatos salvajes, de Damián Szifron. ¿Sabías que es el mismo director de la serie Los simuladores?
La película, estrenada en 2014, está compuesta por seis historias protagonizadas por actores y actrices reconocidos, como Ricardo Darín y Érica Rivas. Es la producción más taquillera en la historia del cine argentino. Batió récords de audiencia y compitió en más de 15 festivales internacionales.
Conclusión
A partir de finales del siglo XIX el cine forma parte de nuestra historia. Estudios y directores pioneros se lanzaron a crear cine mudo. Luego vinieron las estrellas, como Niní Marshall, Luis Sandrini y Libertad Lamarque. Este arte se popularizó, sin perder su esencia.
Desde la proyección muda de la bandera hasta la denuncia política y la comedia negra. Cada película representa algún aspecto de lo que significa ser argentino. Para conocer más sobre las producciones culturales argentinas, seguí leyendo El Destape.