El Estado de Nueva York reportó el sábado 2.642 casos de Covid-19, un aumento del 47% comparado con una semana antes. En el Reino Unido y Escocia se registran aumentos récord en los mayores de 70. A pesar de la baja de testeos que se registra en todo el mundo, la semana última hubo un aumento del 8% en las notificaciones con respecto a la anterior. Hong Kong y China que controlaron muy eficientemente la pandemia, ahora tienen que lidiar con brotes que ponen en jaque sus sistemas sanitarios. Aun sin confirmación, se sospecha que detrás de este crecimiento de casos estaría un nuevo subtipo de la variante Ómicron, la BA.2, hermana y más transmisible de la que en la Argentina originó la dramática ola de diciembre y enero. Y según datos del consorcio PAIS, la nueva subvariante ya desembarcó en la Ciudad de Buenos Aires. “Producto de la baja en la positividad, estamos teniendo muy pocos casos para analizar, pero entre esos están apareciendo algunos de BA.2. Acá, en la Ciudad de Buenos Aires, la detectamos. No podemos dar un porcentaje porque el número es muy pequeño, pero hay”, confirma Mariana Viegas, coordinadora del grupo y jefa del Laboratorio de Virología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
“Desde hace semanas se ve un aumento de su prevalencia, con un 38% o más en algunos países europeos –explica la bioquímica Daniela Hozbor, investigadora del Conicet y especialista en vacunas del Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata–. Se trata de un sublinaje más contagioso que el anterior, el BA.1. Incluso algunos ya establecieron el valor de su R0 (número de reproducción básico, que permite cuantificar a cuántos infectaría un paciente si entra en contacto con una comunidad susceptible) y estiman que superaría el 12. Es muy alto y equivalente al de enfermedades con tan alta transmisibilidad como el sarampión (que es viral) o la tos convulsa (o coqueluche, que es bacteriana). Ambas, tremendamente contagiosas”.
La variante Ómicron fue detectada por primera vez en noviembre, pero detectives genéticos de varios centros rápidamente pudieron comprobar que dentro de ese linaje había tres variedades, cada una con su propio conjunto de mutaciones. La que se expandió primero en todo el mundo fue la BA.1, responsable del aumento récord de casos de este invierno en el hemisferio Norte y de la última ola que abrumó a la Argentina. Pero ahora parece ser su “hermana”, que posee ocho mutaciones de diferencia con la anterior, la que está tomando la delantera.
Qué se puede esperar
“Hace varios meses que se está estudiando y por eso tenemos varios datos sobre ella –destaca el virólogo del INTA e integrante del grupo PAIS, Humberto Debat–. El consenso científico dice que es entre un 30 y un 40% más transmisible que BA.1. Las diferencias genéticas también se reflejan en un menor período de incubación y esto hace que su capacidad de dispersión sea mayor. Hay diversos estudios en los que se probó que los contagios intradomiciliarios o en eventos masivos son más frecuentes con BA.2 que con BA.1”.
Ante este escenario, epidemiólogos, sanitaristas y analistas de datos están tratando de anticipar si en las próximas semanas los casos volverán a subir en la Argentina. Y, aunque es difícil asegurarlo (el número actual es muy bajo, pero se acerca el invierno y se dejan de lado medidas básicas de prevención) todo indica que es muy posible. El panorama, sin embargo, no sería tan oscuro como en las “olas” previas.
“Una gran duda que había era si los desarrollos vacunales iban a sostener su protección, pero hay buenas noticias –subraya Debat–. Datos del Reino Unido indican que la que brindan frente a casos graves, hospitalización y fallecimientos es análoga a lo que ocurría con BA.1. Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que para BA.2 se verifica un descenso del 95% al 75% en la protección frente a casos graves. Este número no parece tan espectacular, pero indica que en un contexto de inmunidad menguante puede haber un efecto epidemiológico fuerte y una potencial ola [que afecte a las personas más vulnerables, como los inmunocomprometidos]. Se están viendo indicios de un cambio de tendencia en algunos países de Europa, con incipiente aumento de infecciones, y parecería haber una correlación con la creciente frecuencia de BA.2. Un caso quizás llamativo o para tener en cuenta es el de los Estados Unidos, donde de pronto se detuvo la disminución de infecciones y esto se dio en consonancia con un aumento de la frecuencia de BA.2, que pasó de ser algo más del 13% al 23% en solo una semana”.
Algo que también se planteaba como posibilidad, teniendo en cuenta la gran divergencia que había entre los dos subtipos, era que tal vez la inmunidad generada por la infección canónica con BA.1 no protegería a las personas contra BA.2. Se pensaba que la misma gente que se había infectado con BA.1 se estaría reinfectando con su “hermana”, pero los datos no lo confirman.
“Los resultados que tenemos indican que los niveles de protección siguen siendo buenos –destaca Debat–. Es decir, que tanto BA.1 como BA.2 tienen altísima capacidad de evadir la respuesta inmune conferida por el contagio o por las vacunas, pero que en general los que tuvieron infección reciente de Ómicron (en enero, básicamente con BA.1) tendrían protección frente a BA.2”.
Y tal vez lo más relevante es que las vacunas siguen siendo protectivas; en particular, para quienes hayan recibido el esquema inicial más una dosis de refuerzo (booster).
“No se ve nada diferencial –subraya Hozbor–. Dado que evade más fácilmente al sistema inmune, se necesita el esquema primario más el refuerzo. Según datos del Reino Unido, la efectividad de las vacunas respecto de la enfermedad sintomática después de la segunda dosis cae muy fuerte y se recupera con el refuerzo. En enfermedad grave y muerte es más que adecuada”.
Ante la pregunta de qué conducta deberíamos tomar frente a estos datos, el biólogo molecular Ernesto Resnik, investigador argentino residente en los Estados Unidos, es optimista.
Estrategias exitosas
“¿Es ómicron BA.2 motivo para alarma? No. ¿Es motivo para volver a atrás? No. ¿Todo terminó entonces? No –se pregunta y se responde Resnik–. Ómicron BA.2 parece contagiar un poco más que la original, no produce una enfermedad peor y hasta parece que las vacunas protegen mejor que ante BA.1. Esto último se ve en este trabajo de una colaboración internacional (
doi: https://doi.org/10.1101/2022.03.15.484542) publicado hace dos días y en el que intervinieron
los argentinos Ignacio Mazzitelli y Jorge Geffner. Para todas las vacunas la respuesta a BA.2 es mejor que a BA.1, y ya sabemos que si bien no frenaron las infecciones, sí nos protegieron bien para evitar la enfermedad severa”.
Según Resnik, BA.2 no es motivo de alarma porque la población está inmunizada (en algunos países, como el Reino Unido y la Argentina) con una combinación de excelente vacunación y tres grandes olas de infecciones. Así, el riesgo bajó mucho.
“Con la progresiva acumulación de protección inmunitaria, el riesgo se fue achicando”, afirma. Pero también aclara que aún bajo, sigue siendo preocupante para algunos grupos poblacionales. “Países en los que esa ‘pared’ de inmunidad es mucho menor, como por ejemplo Hong Kong, nos muestran que el virus sigue siendo un peligro –concluye–. No necesitamos continuar batallas anteriores. Estamos bien, pero [la pandemia] no terminó y lo que aprendimos todavía podría tener que usarse en el futuro”.
Para Debat, aunque es imposible anticipar con precisión qué sucederá, “habiendo tenido el país una ola de infecciones tan dramática y tan reciente es poco probable que en el cortísimo plazo cambie la situación epidemiológica en forma drástica”. El especialista hace la salvedad, sin embargo, de que la eliminación global de todas las formas no farmacológicas de prevención (la falta de medidas restrictivas eliminación de uso de barbijo…) puede dejarnos desprotegidos.
En un editorial para la Revista de la Facultad de Ciencias Médicas de Córdoba titulada “Lecciones aprendidas en la pandemia de Covid-19: nuevas perspectivas en prevención de enfermedades respiratorias”, la socióloga Sol Minoldo, el infectólogo Javier Farina, miembro del comité asesor del presidente, y el bioquímico y analista de datos Rodrigo Quiroga, desarrollan cuáles son las recetas exitosas que a su juicio deberían seguir utilizándose. No solo para prevenir una potencial ola de Covid, sino también otras patologías de gran impacto en la salud pública.
“Las mismas medidas que reducen la circulación del Sars-CoV-2 son efectivas para disminuir la de gripe y otras enfermedades respiratorias, cuyos causantes son virus con amplia evidencia de transmisión por aerosoles. Una estrategia condicionada por la ‘fatiga pandémica’, que reniegue de sostener cualquier medida de cuidado durante la ‘nueva normalidad’, implicaría perder la oportunidad de favorecer una adopción generalizada de prácticas saludables y de avanzar en mejoras de infraestructura para hacer más seguros los espacios de interacción social”, escriben.
Entre otras, destacan:
● Mejorar la ventilación. De manera similar al modo en que hace décadas logramos combatir las enfermedades gastrointestinales garantizando agua limpia como derecho humano, llegó la hora de hacer lo mismo con el aire limpio para minimizar la prevalencia y morbimortalidad, no sólo de Covid-19 sino de todas las enfermedades respiratorias. Es clave monitorear la ventilación, utilizando sensores de dióxido de carbono (CO2) en ambientes públicos (hospitales, sanatorios, bancos, oficinas), comerciales (bares, restaurantes, shoppings), laborales y educativos. En aquellos ambientes donde fuera insuficiente, es importante colocar nuevas aberturas/extractores y utilizar purificadores donde esto no fuera posible o suficiente. Adicionalmente, es importante que de manera continuada se realice la mayor cantidad de actividades posible al aire libre, en especial cuando involucre la interacción de muchas personas.
● Uso de barbijos. Debería regularse de acuerdo con el peligro de la variante circulante, la incidencia y el riesgo que implica cada actividad (según aforo, tamaño, duración, ventilación). Hay actividades de altísimo riesgo en las que sería recomendable que el uso de barbijos continuara siendo obligatorio (transporte público, autos particulares, hospitales, sanatorios) y otras situaciones de menor riesgo donde su uso debería depender de la circulación viral comunitaria. Además, sería fundamental promover un adecuado ajuste al rostro (para evitar fugas) y favorecer el uso de los de alta calidad (idealmente KN95 o KF-94).
● Comunicación. Es importante que transmita previsibilidad. Resulta clave para conseguir alta adhesión, adopción y correcta implementación de las medidas de cuidado, por lo que amerita ser diseñada por especialistas, recurriendo a las diversas herramientas, conocimientos interdisciplinarios y tecnologías disponibles.
● Vigilancia epidemiológica y genómica. Para disponer de información sobre los niveles de circulación viral y poder tomar decisiones oportunas de acuerdo con cada contexto epidemiológico, es importante mantener un dispositivo de vigilancia que combine modalidades pasivas y activas, con un esquema de testeo diseñado de manera inteligente y continuar con el monitoreo genómico de variantes.
● Planificar acciones de contingencia frente a posibles variantes de preocupación y/o futuras pandemias. Ante el riesgo de que surjan variantes más agresivas, más transmisibles y que reduzcan la efectividad de las vacunas, sería importante definir marcos de intervención predecibles, que dispongan bajo qué circunstancias sería oportuno recurrir a las medidas más restrictivas pero epidemiológicamente eficaces utilizadas durante la pandemia (como regular aforos, favorecer el trabajo en modalidad home office, la escolaridad virtual, las restricciones a las actividades nocturnas, etc.), así como retomar intervenciones tales como el rastreo de contactos y/o la vigilancia sanitaria (con testeo y oportuno aislamiento) de la movilidad internacional.
“Hacer uso de lo aprendido estos últimos dos años, nos permitiría plantearnos el objetivo de emerger de la pandemia con un nivel menor de morbimortalidad por enfermedades respiratorias”, finalizan.