Mientras en el país se desconocen y desacreditan sus logros, y se los asfixia económicamente interrumpiendo la entrega de subsidios ya concursados hace dos años, la Fundación Pew, un entidad norteamericana reconocida por su promoción de la investigación de excelencia, dio a conocer la lista de científicos que recibirán este año los subsidios de su Fondo de Innovación, programa lanzado en 2017 para apoyar equipos de dos investigadores que conformen alianzas creativas e interdisciplinarias.
De los escasos 16 ganadores, tres son argentinos y pertenecen a la planta del Conicet: Daiana Capdevila, de la Fundación Instituto Leloir (FIL); Ana Sol Peinetti, del Instituto de Química, Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (Inquimae); y Tomás Falzone, del Instituto de Investigación en Biomedicina de Buenos Aires (IBioBA) y la Facultad de Medicina de la UBA. Son los únicos latinoamericanos que recibirán 270.000 dólares en tres años para financiar sus estudios. El resto son estadounidenses o trabajan en ese país.
“Es un orgullo que desde la Argentina y siendo jóvenes hayamos podido obtener este subsidio en competencia con gente que tal vez tienen 15 años o más de trayectoria, y todos los recursos del primer mundo”, confiesa Capdevila, que este año fue galardonada con el premio de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
“Es importante no solo por lo que esto significa desde lo material, sino también por el reconocimiento –coincide Falzone–. Además de que nos ayuda a mantener nuestras investigaciones, es reconfortante ver que la ciencia argentina tiene un valor y un reconocimiento de las instituciones que evalúan ciencia de la mejor calidad”.
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Desde hace más de treinta años, la Fundación Pew mantiene un programa de becas para América Latina que subvenciona el entrenamiento de científicos en los Estados Unidos y financia la reinserción posterior en el país de origen. Más recientemente, desde 2017, el Fondo de Innovación selecciona proyectos con standards de evaluación del máximo nivel entre pares de sus exbecarios. Compiten sin distinción los latinoamericanos con sus colegas del hemisferio Norte. Éste último es el que acaban de ganar los científicos argentinos.
Daiana Capdevila (37), jefa del Laboratorio de Fisicoquímica de Enfermedades Infecciosas de la FIL, y Ana Sol Peinetti, a cargo del Laboratorio de Bionanotecnologías del Inquimae, desarrollarán una plataforma de diagnóstico de bajo costo para mejorar la detección de virus emergentes. “Basada en una suerte de ‘interruptor de encendido y apagado’ in vitro, donde moléculas especialmente diseñadas capturarán antígenos [sustancias virales que despiertan la reacción del sistema inmunitario] en muestras de suero de personas infectadas por arbovirus, como el dengue o el chikungunya, entre otros transmitidos por insectos, las investigadoras esperan poder incorporar este tipo de test a la atención médica”, informa un comunicado de su institución.
“El proyecto que ganó el subsidio es una idea con la que venimos trabajando hace tiempo –cuenta Capdevila–. Lo que queremos es mejorar los kits que desarrollamos [gracias a un subsidio para proyectos federales otorgado por el ex Mincyt] incorporando avances que hicimos en sensores para contaminantes ambientales ahora ajustados con las herramientas de Ana a antígenos. Vamos a amplificar con PCR [siglas en inglés de Reacción en Cadena de la Polimerasa] la presencia del antígeno. Si está presente, habrá una reacción de transcripción que amplificará su presencia. Lo que hicimos con los contaminantes ambientales es optimizarla. [En otras palabras], la reacción de transcripción genera una molécula nueva, un ‘transcripto’, que se acumula. Lo que hace la tira reactiva es detectarlo. Esto nos permite reconocer directamente el antígeno y tiene una ventaja fundamental: cuando se amplifica material genético muchísimos órdenes de magnitud, se genera contaminación. Si uno no es experto y lo hace con cuidado, probablemente tenga muchos resultados falsos. Nosotros ese problema no lo tendríamos porque podemos controlar con mucha precisión la amplificación y ajustarla bien a la detección rápida. Al menos, esa es la propuesta que hicimos. Vamos a ver si nos sale”.
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El monto del subsidio les dará la tranquilidad de saber que podrán trabajar en el proyecto durante los próximos tres años “sin estar con la soga al cuello” y al mismo tiempo es un aval para obtener más fondos. “Esperamos reunir datos que nos permitan presentarnos a subsidios de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de los Estados Unidos, por ejemplo, que suelen rondar el millón de dólares. Mi objetivo personal es ganar un par de años hasta que la situación del país se acomode”, comenta Capdevila.
Falzone, por su parte, presentó un proyecto en colaboración con el biofísico y biólogo celular Jonathan Howard, de la Universidad de Yale, en los Estados Unidos, para estudiar procesos de “transporte axonal” [de las prolongaciones que transmiten impulsos nerviosos entre las neuronas] vinculados con la neurodegeneración. “Jonathan es un investigador muy, muy renombrado en mi tema de trabajo, pero nunca habíamos interactuado –explica–. Le escribí proponiéndole la presentación a este programa con una idea que le interesó mucho. Y a partir de ahí, entre los dos empezamos a interactuar para investigar algo muy llamativo desde el punto de vista básico [de las preguntas fundamentales] que es entender cómo se construye la estructura de una neurona y las implicancias que esto puede tener. Estamos tratando de determinar cómo se establece el calibre [diámetro] de sus proyecciones, que responde a un complejo juego de fuerzas. [La respuesta] puede darnos muchas pistas de lo que ocurre en ciertas enfermedades. Por ejemplo, una de las clásicas ‘axonopatías´ que se producen en la mayoría de las enfermedades neurodegenerativas es el swelling, una inflamación que provoca el ensanchamiento de los axones. Ahí se ‘estancan’ un montón de cosas que tendrían que ser transportadas a lo largo de las proyecciones. Estas alteraciones que se observan con agregados de proteínas son marcadores clásicos del Parkinson y del Alzheimer. Entender cómo se establece el diámetro nos permitirá tener una idea de lo que pasa en estas enfermedades”.
No es la primera vez que se presenta, pero en esta oportunidad puso el acento en la interdisciplinariedad del proyecto, en que combinara miradas desde dos campos bien diferentes. “Jonathan lo encara desde la biofísica y yo, desde la biología celular –explica–. Él tiene un modelo de mosca y yo, humano. La pregunta es de ciencia básica, pero muy relevante”.
El subsidio les permitirá iniciar una nueva línea de investigación que explorará cómo va cambiando el diámetro del axón a lo largo del tiempo y qué modula su estructura. Para elaborar su hipótesis, los científicos tuvieron en cuenta una curiosidad del desarrollo neuronal. Cuando la neurona empieza a producir sus neuritas [prolongaciones], de las que una va a ser el axón y las otras, las dendritas, mientras todavía son indefinidas, los diámetros son iguales. Luego, cuando el axón, que va a ser muy largo, empieza a madurar, es muy finito cerca del cuerpo celular; en cambio, las dendritas son más anchas cerca del cuerpo celular y se van haciendo cada vez más finitas a medida que se alejan. “Ahí empieza a haber una serie de razones que nosotros proponemos como posibles determinantes –explica Falzone–. La estructura del citoesqueleto [que mantiene la forma de la célula] es muy distinta en la parte inicial del axón comparado con las dendritas; las dinámicas de transporte de aquél parecen ser mucho más reguladas, como si tuviera un ‘sistema de peaje’ que deja pasar algunas cosas y otras, no. La fuerza eléctrica también es muy distinta en la parte inicial del axón. Vamos a tratar de diseccionar cada uno de sus componentes para ver cómo podrían estar modulando el diámetro”.
Según destaca el científico, cuando existen anomalías, el ensanchamiento puede duplicar o triplicar el diámetro de estas proyecciones, y se ve ‘acumulación’ de cargas y desorganización de los carriles, de la estructura del citoesqueleto, que es la que los sostiene. En varias enfermedades neurodegenerativas estos desarreglos son muy significativos y característicos, aparecen temprano y están asociados con la pérdida de conectividad cerebral. Están vinculados con el envejecimiento, y con golpes o daño físico, como ocurre en el “Alzheimer pugilístico”.
“Continuos golpes generan aceleraciones y desaceleraciones muy fuertes que pueden llevar al ensanchamiento, lo que rompe la conectividad, la posibilidad de que estas células sigan comunicándose entre sí, la pérdida sináptica y otros procesos que pueden derivar en una enfermedad”, subraya Falzone.
Y concluye: “Lo relevante y lo reconfortante, para mí, es tener este reconocimiento cuando desde el gobierno existe un desprestigio tan significativo, se degrada y se minimiza nuestro aporte a la sociedad. Que una entidad, una fundación como ésta, confíe en lo que nosotros proponemos, en que nos puede dar no solo la posibilidad de progresar en el conocimiento, sino en utilizarlo para avanzar, es una satisfacción”.
Desde 2017, fueron cinco los argentinos reconocidos con el Innovation Fund: Roberto Grau, de la Universidad Nacional de Rosario; Juan Ugalde, Carlos Arregui y Diego Álvarez, de la Universidad Nacional de San Martín; y Ariel Bazzini, del Stowers Institute for Medical Research, en Estados Unidos. En esta edición, los tres galardonados argentinos son los únicos latinoamericanos de la lista que investigan en su país.