“¿La verdad? Me dejaron con la boca abierta”, confiesa el obstetra rosarino José Belizán, que hoy recibe una de las distinciones más prestigiosas en el plano internacional al trabajo destacado en salud pública: el premio de la Fundación Gairdner, un honor en el que lo precedieron nada menos que Luis Federico Leloir, César Milstein y René Favaloro. En la lista de ganadores del resto del mundo figuran Katalin Karikó y Drew Weissman (que desarrollaron la tecnología de las vacunas de ARN mensajero); Anthony Fauci, (nfectólogo que condujo la respuesta racional a la pandemia de COVID-19 en los Estados Unidos); Jennifer Doudna y Emmanuell Charpentier (descubridoras de la técnica de edición genética CRISPR); Luc Montagnier y Robert Gallo, (descubridores del VIH); Shinya Yamanaka (que logró reprogramar células maduras de la piel en totipotenciales); James Watson y Francis Crick (por el descubrimiento de la estructura de la doble hélice del ADN) y Craig Venter (uno de los pioneros del Proyecto Genoma Humano), entre muchas otras estrellas de la ciencia.
El Premio Internacional Gairdner se otorga en Canadá desde 1959 “a investigaciones con base científica que hayan mejorado la salud y el bienestar de quienes se enfrentan a desigualdades sanitarias en todo el mundo” y reconoce a “los científicos biomédicos más creativos y destacados del mundo”.
“Tengo que admitirlo, es un premio de mucha jerarquía mundial. Hicieron una revisión de toda mi carrera muy, muy elogiosa. Casi me desmayo cuando me llamaron por teléfono”, agrega desde Rosario, la ciudad donde nació y reside el también investigador del Conicet que hoy trabaja en el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS).
Belizán es el séptimo latinoamericano y el quinto argentino en ser considerado merecedor de este galardón por sus avances en perinatología (la rama de la medicina que se ocupa de la salud de la madre y el recién nacido). Uno de sus principales aportes lo realizó hace más de cuatro décadas, durante su exilio del país en los años de la dictadura militar, cuando advirtió que mujeres guatemaltecas de bajos recursos, pero con alta ingesta de calcio (por la forma en que preparaban el maíz antes de la molienda), tenían también baja frecuencia de preeclampsia o hipertensión durante el embarazo, una afección que causa entre 50.000 y 70.000 muertes maternas por año en el mundo. A partir de sus estudios de varias décadas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó la recomendación de que todas las mujeres con bajos niveles de calcio aumenten su consumo durante la gestación.
Un detalle particularmente destacable es que estudió en su ciudad natal y allí también desarrolló gran parte de su carrera. En 1976 marchó al exilio hasta el retorno de la democracia. Entre 1997 y 2004, fue director del Centro Latinoamericano de Perinatología (CLAP), con sede en Montevideo, que coordina toda la investigación de América Latina y el Caribe.
“En mis inicios trabajé como obstetra –cuenta el científico–. Antes del exilio, trabajaba en una maternidad pública. Regresé sin nada y un grupo de médicos me permitió trabajar con ellos en la práctica privada, acá, en Rosario. Juntos creamos un pequeño centro de investigación que luego fue creciendo y tuvo bastante repercusión mundial. Lo llamamos 'Centro Rosarino de Estudios Perinatales'. Todo ad honorem. Los 16 años que investigué allí fueron sin salario, pagándome de los ingresos de la medicina privada”.
Belizán es un convencido de que, aun con dificultades, se puede hacer buena investigación al Sur del Ecuador. “Definitivamente sí –destaca–, porque al estar cerca de los problemas y conociéndolos es como surgen las preguntas. Lo que hay que tener es actitud de investigador, preguntarse por las cosas que suceden y ver cómo pueden remediarse. Y es fundamental formarse en metodología de la investigación. Le digo una cosa: yo tuve ofrecimientos del extranjero, varios, y siempre quise regresar a la Argentina. Porque el sentimiento que uno tiene es que trabajando aquí y lo hace para su gente; en cambio, estando en el extranjero, se trabaja para uno. Sinceramente, para mí, es un poco egoísta. Acá se pueden formar recursos humanos, se va creando un ambiente que gratifica, porque al investigador lo que más lo hace feliz es lo que brinda a los demás, no a sí mismo. [Por otro lado], para nosotros es muy importante la equidad. Cuando unos tienen demasiado y a otros no les alcanza, tratamos de buscar intervenciones que tengan aplicación en las poblaciones más deprivadas”.
Sin embargo, también reconoce que la agenda de la región está en gran medida ausente de los programas de financiación globales. “Por ejemplo, desde la Fundación Gates y otras, no dan nada a América Latina. Ellos tienen su prioridad en el África subsahariana, en Asia. Nosotros somos ‘una especie en transición’: no estamos tan mal como muchas de esas regiones, salvo Haití. Entonces nuestro rol es poner nuestros problemas en el escenario, investigar sobre nuestros temas”.
Para Belizán, uno de los principales problemas de salud perinatal en América latina es que las evidencias científicas no se aplican o tardan mucho en aplicarse. “La evidencia científica se logra a través de investigaciones, estudios clínicos randomizados, metaanálisis, revisiones, etcétera –explica–. Afortunadamente, hoy tenemos mucho acceso a saber qué es lo mejor para aplicar en la medicina asistencial, pero algunas cosas ni siquiera se aplican. Es decir, al profesional formado en nuestras universidades le cuesta cambiar lo que estudió. Entonces, ese cambio que mejora los resultados de sobrevida y calidad de vida tarda mucho [en verse en la práctica médica]. Para darle un ejemplo: en el mundo se dejó de hacer la episiotomía [una cirugía menor que se hacía durante el parto para ensanchar la abertura de la vagina] gracias un estudio que hicimos nosotros en Rosario y Neuquén, y que se publicó en The Lancet. Demostramos que la episiotomía rutinaria no es conveniente, que en lugar de ser un beneficio se puede hacer daño. Es un procedimiento muy agresivo para la mujer, muy desagradable. Después de cada parto, sufren molestias y dolores a causa de ese corte. Eso llevó a que muchos países del mundo dejaran de hacerla. Me acuerdo de una vez que estaba con un obstetra en la universidad de Laval, en Québec, y me dijo que había gente del organismo de salud pública de la provincia que quería hablar conmigo. Vinieron y me trajeron un gráfico de cómo se había reducido allí la episiotomía. Y yo les pregunté porqué me mostraban eso. Me miraron con sorpresa y después me dijeron que gracias a nuestro trabajo se había dejado de lado esta práctica en la provincia de Québec. Y lo mismo me pasó en Ginebra y en otros lugares. Me lo dicen en países desarrollados, pero acá todavía lo están haciendo”.
Otro gran problema en la atención de la salud materno-infantil son las cesáreas, cuyo número sigue aumentando en toda la región. “Ya hay tres o cuatro países en los que la mitad de los partos son por cesárea –destaca Belizán–. Parece ser lo ‘normal’. Sin embargo, nosotros hicimos un estudio en la Argentina y después una revisión en el nivel mundial y vimos que cuando se le pregunta a una mujer en las etapas precoces de su primer embarazo qué tipo de parto prefiere, la enorme mayoría, más del 80%, contesta parto vaginal. Muy pocas dijeron al principio del embarazo que querían hacerse una cesárea. Quiere decir que en el transcurso de sus controles, puede ir cambiando de opinión. Tal vez, el prestador de salud le va sugiriendo eso, no sabemos bien, pero el deseo de las mujeres, tanto en el país como en el mundo es tener un parto por vía vaginal. En cierta forma este auge de la cesárea está yendo en contra del deseo original de la mujer”.
En este sentido, el especialista reconoce que muy probablemente un formato diferente de atención podría favorecer una mejor atención del parto. “Un ejemplo son los países escandinavos –apunta–. En Suecia, que conozco bastante bien, los partos los atienden parteras en lugares que parecen una casa, con habitaciones amplias, donde pueden estar los hijos dando vueltas… Sólo llaman a un especialista cuando se dan cuenta de que hay alguna complicación. Ojalá en nuestro país los partos los atendieran las parteras que lamentablemente están marginadas por cuestiones que no logro entender”.
Para que no quede duda, aclara que, cuando se hace con una indicación precisa, la cesárea salva vidas, de la mujer y del niño. Pero cuando se hacen más que las necesarias o directamente sin necesidad, a corto y a largo plazo aumentan las consecuencias no deseadas para ambos. “Está bien demostrado –afirma–. Inclusive publicamos sobre eso dos artículos [en revistas científicas], uno en Epidemiology y otro en Birth, mostrándolo. Definitivamente, la cesárea innecesaria, en el nivel poblacional, está causando daño”.
A los 77 años, Belizán tiene 277 publicaciones indexadas en PubMed, informa el IECS en su comunicado. En la base de datos de referencias bibliográficas Scopus tiene más de 10.000 citaciones científicas, mientras que en Google Scholar, 22.500 citaciones. Fue miembro del cuerpo editorial de diversas revistas científicas, entre ellas The Lancet. Además, fue revisor en 36 rpublicaciones e instituciones de investigación;, entre ellas, los National Institutes of Health (NIH), de los Estados Unidos, el Medical Research Council, del Reino Unido, y Grand Challenges, de Canadá.