Un grupo de investigadores argentinos logró el nacimiento de cerditos a los que se les eliminaron dos genes (uno es responsable del rechazo hiperagudo en humanos y el otro, el del receptor de hormona de crecimiento, permite que no superen los 100 kg), en lo que sería el primer paso en el camino hacia la producción de órganos aptos para xenotrasplante, que exige no solo eliminar (knockout), sino también insertar (knockin) genes.
“Por razones regulatorias, decidimos abordar primero los knockout para luego avanzar en los knockin”, aclaró Rafael Gonzalez-Martín, investigador principal de este proyecto que incluyó a científicos y científicas de las facultades de Agronomía y Veterinaria de la UBA, y el INTA.
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Tras muchos años de experimentos, y de la creación de una empresa tecnológica llamada New Organs Biotech (que recibe inversiones de la aceleradora de startups GRID X, Gador y el grupo Insud), los cinco lechones nacieron el 1° de enero de este año. Su caracterización molecular confirma que están editados para el principal gen responsable del rechazo hiperagudo entre cerdos y primates. “Según nuestro conocimiento, estos son los primeros nacidos en América latina, un logro que requirió mucho esfuerzo y trabajo en equipo”, afirmaron los científicos.
Aunque probaron diferentes técnicas de fertilización (como inyección intracitoplasmática de espermatozoides, ICSI, y fecundación in vitro, FIV), el éxito llegó mediante la sincronización del ciclo reproductivo de cerdas donantes y receptoras. Las donantes fueron faenadas para obtener embriones de una sola célula (cigoto) que luego fueron implantados en las receptoras. De 100 procedimientos, lograron estos cinco primeros animales modificados. El trabajo está pendiente de publicación y todavía no fue revisado por pares.
“Hace mucho tiempo, cuando supo que estábamos haciendo modificaciones genéticas de embriones, Favaloro me planteó que se necesitaban más corazones para trasplante y que los de cerdos se adaptaban muy bien –recordó Daniel Salamone, jefe del Laboratorio de Biotecnología Animal de la UBA–. Este es un momento muy emotivo para mí, lo siento como un hito en mi carrera”.
Según los investigadores, aunque todavía hay mucho camino por recorrer, el proyecto ya fue fructífero por las técnicas que ayudó a adquirir (por ejemplo, la ecografía porcina o la implantación en las trompas de Falopio), algunas de las cuales solo se dominan en países centrales. “Este desarrollo no solo es valioso por lo que conseguimos, sino también por lo que nos permitió aprender”, afirmó Olinda Briski, una de las protagonistas de este logro.
“Diseñar” un cerdo para xenotrasplantes no es tarea sencilla. Según explica el doctor Adrián Abalovich, jefe de emergencias del Hospital Eva Perón, de San Martín, y coordinador de la Comisión de Xenotransplantes de la Sociedad Argentina de Trasplantes (SAT), que colabora con el otro equipo argentino que trabaja en este tema en la Universidad Nacional de San Martín, para utilizarlos con este fin a los animales hay que realizarles entre ocho y nueve modificaciones genéticas.
“Tres o cuatro son knockout (es decir, que se bloquean o ‘cortan’ genes porcinos) –dice– y el resto son knockin: se les agregan genes humanos que regulan la respuesta inmunológica del receptor y modulan la coagulación. En suma, se retiran tres segmentos de ADN porcino y se agregan seis humanos”.
Una vez que se realizan esas modificaciones genéticas, hay que corroborar que se hayan concretado correctamente. Además, es preciso asegurarse de que los ejemplares estén libres del retrovirus endógeno porcino C (PERV-C, según sus siglas en inglés).
“Todos los cerdos tienen PERV-A y PERV-B, pero los virólogos y establecimientos que investigan en este tema, que no son muchos, coinciden en que tienen que estar libres de PERV C –subraya Abalovich–, porque está demostrado que cuando este último se combina con el A, el índice de replicación aumenta enormemente. Dado que alrededor de un 20% de los cerdos están libres de PERV-C, hay que estudiar los genes de una muestra de porcinos y seleccionar por PCR aquellos libres del retrovirus. Hoy, ninguna entidad regulatoria del mundo aprobaría el uso de cerdos con este virus. Además, se requiere trabajar con un equipo multidisciplinario, que incluya tanto a especialistas en edición génica y biotecnología animal, como en estudios preclínicos y clínicos”. Por supuesto, para avanzar en este terreno (como en cualquier modificación de plantas o animales) la ley dispone que hay que solicitar aprobación de la Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria (Conabia).
New Organs Biotech está formada por cuatro investigadores: Rafael Fernández-Martín y Laura Daniela Ratner, y los becarios doctorales Olinda Briski y Gastón Emilio La Motta. También participa Federico Navas. Según Fernández-Martín, todavía no está clara su composición accionaria debido a nuevas normas vigentes en el Conicet.