La fiebre hemorrágica argentina (FHA) o “mal de los rastrojos” es una enfermedad endémica en el país. Desde que hay una vacuna preventiva, todos los años se informan entre 15 y 50 casos en una extensa zona geográfica dedicada a la actividad agrícola: sur de Santa Fe y de Córdoba, norte, centro y sudeste de Buenos Aires y noreste de La Pampa, un área en la que se calcula que viven y trabajan alrededor de cinco millones de personas.
Pero un documento de la Sociedad Argentina de Infectología lanza una llamada de alerta. En las últimas semanas, se está observando alta circulación del virus: en lo que va de esta temporada ya se notificaron 65 casos sospechosos en la Provincia de Buenos Aires (uno de ellos, fallecido) y en la provincia de Santa Fe, otros 65.
“Esta es una enfermedad endemoepidémica; es decir, que hay un número de casos sostenidos todos los años –explica desde Santa Fe la infectóloga Fernanda Ferrer, integrante de la Comisión de Enfermedades Emergentes de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI)–. Se trata de una patología conocida, que está presente en general para esta época del año, desde marzo a octubre, pero puede darse más allá de esa época. En las últimas semanas se está observando un aumento. Es importante subrayarlo para que la comunidad médica esté al tanto, que sospeche de la enfermedad y la diagnostique a tiempo, porque hay una ventana de oportunidad para administrar el tratamiento específico, que es plasma de convaleciente. Hay que indicarlo antes del octavo día; de lo contrario, pierde eficacia”.
Sin embargo, a veces no es tan fácil identificarla rápidamente, ya que tiene manifestaciones clínicas que comparte con otras infecciones que circulan en la zona, como la leptospirosis, el hantavirus y, ahora, también el Covid. “En este sentido, plantea un desafío”, destaca Ferrer. Al igual que ocurre con aquellas, las primeras señales son fiebre, dolor de cabeza, muscular y retroocular, cansancio…
Según el documento de la SADI, la FHA es una enfermedad viral aguda grave, producida por el virus Junín y que se transmite entre roedores. El reservorio principal es Calomys musculinus y excepcionalmente Calomys laucha (o ratón maicero) que viven en ámbitos rurales y domésticos periurbanos. El contagio se produce a partir del contacto directo con secreciones y excretas de roedores que se aerosolizan e ingresan por las vías respiratorias o heridas en la piel.
El periodo de incubación es de una a dos semanas. Luego del octavo día, desarrolla alteraciones hemorrágicas, renales y neurológicas graves. Sin tratamiento la mortalidad alcanza el 30%. El diagnóstico se hace a través de una muestra de sangre del paciente tomada en el momento agudo y a los 60 días del cuadro clínico. Ante la sospecha, se indica tratamiento con suero hiperinmune o de recuperados, que evita la progresión a formas graves y disminuye la mortalidad al 1%.
Los especialistas no saben la causa del aumento que están advirtiendo. “No podemos decir por qué ocurre; lo tendrá que estudiar el Instituto Maiztegui, que es el centro de referencia –comenta Ferrer–. Pueden influir distintos aspectos del vector, su hábitat y comportamiento, ya que aunque la transmisión interhumana no está totalmente descartada (puede ocurrir por contacto con secreciones del paciente), se la considera excepcional”.
Ferrer desestima la posibilidad de que el aumento de casos se haya dado por el bache en la producción de la vacuna contra la fiebre hemorrágica, Candid#1, ya que en las provincias había stock de dosis. “Es una enfermedad inmunoprevenible –subraya–. O sea, se previene a través de la vacuna, que es segura, muy inmunogénica y está disponible en el calendario nacional en forma gratuita para todas las personas mayores de 15 años que viven en la zona endémica o que van a trasladarse allí a trabajar”..
Aunque esta patología suele asociarse con el peón de campo, el solo hecho de residir en la zona endémica, sobre todo en áreas peirurbanas o rurales, implica un riesgo. “Todos los que vivimos y trabajamos en esa área debemos vacunarnos –enfatiza la especialista–. Esta es una llamada de atención tanto para que los individuos se inmunicen como para que el personal de salud lo indique. No es tarde. A las dos semanas de administrada la vacuna se generan anticuerpos y se da una sola vez en la vida”. Las contraindicaciones son estar embarazada o amamantando, padecer déficit inmunitario congénito o adquirido, cursar enfermedades agudas febriles, padecer afecciones crónicas que puedan afectar la respuesta inmune y terapias inmunodepresoras en el momento de la vacunación.
De los 65 casos sospechosos notificados en la Provincia de Buenos Aires, 6 fueron confirmados (9%, todos sin vacunar), 1 resultó negativo y 58 arrojaron resultados no conclusivos (se mantienen a la espera de segundas muestras para completar los estudios).
El fallecimiento correspondió a una mujer de 42 años que tenía como antecedente epidemiológico haber participado de un evento social en una zona rural del partido de Ramallo. Para el mismo período de 2021 se habían notificado 13 casos sospechosos y un caso confirmado en el municipio de San Nicolás.
De los informados en Santa Fe, se confirmaron cinco, 14 se descartaron y 46 permanecen en estudio.