Con una asistencia que casi duplica la de la edición anterior, más de 200 estudiantes de 40 universidades distribuidas en 10 países de la región se someten por estos días a un entrenamiento intensivo en la resolución de problemas mediante la programación de computadoras, una preparación para participar en la competencia ICPC, la más antigua y prestigiosa del mundo. Se realiza desde 1970 y en sus sucesivas ediciones participaron más de 400.000 jóvenes.
A diario, hasta el próximo viernes, los chicos y chicas se reúnen durante nueve horas en los salones de la Universidad Nacional de Rosario para someterse a un exigente programa de charlas en el que aprenden de profesores y anteriores participantes, y ponen a prueba su preparación para afrontar los desafíos de este torneo que podría abrirles las puertas a interesantes oportunidades laborales.
“A la mañana, de 9 a 12, hay clase de teoría con disertantes que son en general ex competidores –cuenta Mariano Crosetti, él mismo campeón latinoamericano con su equipo en la edición 2016–. Por ejemplo, esta vez están los chicos de la UBA que obtuvieron un resultado histórico en la última competencia e integrantes de otros grupos que ganaron títulos similares. Hay un excelente nivel de profesores. Y a la tarde hacemos clases de práctica, pero de una forma especial, porque es un simulacro de competencia. Estamos cinco horas en las mismas condiciones que encontrarán durante el torneo. Trabajan en equipos de tres personas que comparten una computadora y tienen que aprender a ir rotando entre ellos. Se practica no solamente la resolución de problemas, sino también hacerlo en equipo y bajo presión, y con una tabla de posiciones exactamente igual a la de una competencia real. Es bastante extenuante”.
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Los costos de comida y alojamiento corren por cuenta de los participantes, pero la UNR puso a disposición su comedor, con precios muy económicos, y varios hostels de la ciudad también ofrecieron promociones para hacerlos accesibles a los estudiantes.
El encuentro, que se realiza desde 2010, va rotando por las universidades nacionales de distintas provincias. Crosetti cuenta que hay chicos que llegan muy preparados, pero que no fue su caso. “La primera vez que vine a un entrenamiento como éste, en 2012, mientras cursaba el segundo año en la facultad, no estaba acostumbrado a este ritmo y al tercer día me dije ‘Me vuelvo a Rosario’”, confiesa.
Hoy, el ex campeón latinoamericano trabaja en una startup de inteligencia artificial, Quark AI, y es profesor de la UNR, de la UTN y de la Universidad Austral. Y aunque reconoce que los participantes en estas competencias lo hacen en primer lugar porque les gusta, también se benefician de la “vidriera” que ofrecen a los reclutadores que suelen merodear por ellas en busca de nuevos talentos.
“El primero que de estos training camps fue algo un tanto improvisado que se organizó en la UBA, un poco siguiendo el modelo de universidades de Europa del Este –cuenta–. Por alguna razón, en esos países hay una larga tradición de estas competencias, abundan los clubes de programación competitiva, que es lo que nosotros hacemos: resolver problemas muy parecidos a los que planteaba [Adrián] Paenza en la televisión, pero con una computadora. Los que vienen, lo hacen antes que nada porque les atrae, pero también les puede servir desde el punto de vista profesional. Yo hice dos pasantías en Google, en California, Estados Unidos, y el contacto surgió a través de las competencias. Y las entrevistas me resultaron muy fáciles, porque eran problemas muy parecidos a los que ensayábamos. De mis compañeros de equipo, uno está trabajando en Facebook, en Londres, Reino Unido, y otro, en Google, en Munich, Alemania. Y ellos también ingresaron a partir de las competencias. A veces es un esfuerzo participar. Yo veo chicos que tienen que pedir vacaciones para asistir; es un aliciente pensar que pueden tener otros beneficios”.
La próxima competencia mundial de programación se realizará en Astana, Kazajistán, a partir del 21 de septiembre. El ciclo de selección de los participantes se realiza por etapas. Primero, hay una competencia nacional, que en nuestro caso es el Torneo Argentino de Programación, que se hace simultáneamente en diferentes ciudades del país. Hay sedes en Rosario, en Buenos Aires, en La Matanza, en Córdoba y hasta en Chilecito, La Rioja. Los cuatro mejores equipos de cada universidad van al torneo regional, que será en la Universidad Nacional de La Matanza y en diferentes capitales latinoamericanas el 9 de noviembre. Los que se clasifican van a la Copa Programadores de América, que será en San Salvador de Bahía durante el mes de febrero de 2025, aunque todavía no está confirmada la fecha exacta.
Los clasificados para la competencia de Astana ya fueron seleccionados en el ciclo anterior y algunos están participando en el training Camp de Rosario. Un equipo de la UNR representará a la Argentina en la final mundial y se ganó el lugar después de destacarse en la competencia super regional que se realizó en Guadalajara, México, en marzo.
“Todo esto lo hacemos a pulmón, es totalmente voluntario –cuenta Crosetti– y nuestra idea es que esos chicos, cuando vuelvan, sean entrenadores o profesores para seguir promoviendo estos eventos”.
Los organizadores también informan que, a los asistentes presenciales, se suman aproximadamente 4000 asistentes virtuales. Los videos en su canal de youtube suman 60.000 reproducciones y 1.500 suscriptores. Por el reconocimiento que se ganaron, este año participan como sponsors, GTS Digital, empresa que opera en mercados financieros utilizando procedimientos automatizados, Avature y Accenture, dos gigantes de escala global.
Los contenidos de este año y clases de ediciones previas se pueden encontrar en la página https://www.pc-arg.com/tc-arg/more_info. También se los puede seguir en el canal de YouTube: https://www.youtube.com/@trainingcampargentina8088.