Controversia por la importación de tres huemules desde Chile

Son considerados “monumento natural” y protegidos por una ley especial; Rewilding Argentina quiere colocarlos en uno de sus campos en la Patagonia, pero algunos especialistas no están de acuerdo

04 de mayo, 2023 | 00.05

Según los cálculos, en la Argentina solo quedan entre trescientos cincuenta y quinientos huemules distribuidos en unos sesenta grupos a lo largo de 1800 km en los Andes. Se trata de una especie considerada “monumento natural” (es decir que tiene la máxima categoría de protección, y una ley especial y única que se la otorga), y está en peligro crítico de extinción.

Ahora, una decisión del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales que resolvió hacer una excepción de la prohibición de ingreso al país establecida por el artículo 3° de la Resolución SAGyP Nº 725/90, permitirá importar tres ejemplares desde Chile y desató una controversia entre la Fundación Rewilding Argentina, que solicitó la autorización, e investigadores y técnicos de Parques Nacionales, y otros organismos científicos locales.

En una nota, Rewilding refuta algunas de las afirmaciones de especialistas que estudian especies amenazadas (que se mencionan en https://www.eldestapeweb.com/sociedad/ciencia/preocupa-el-permiso-de-importacion-de-tres-huemules-de-chile-para-un-zoologico-privado-2023520558). Expresan que “justamente a partir de la situación crítica que atraviesa el huemul es que organizaciones como la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) recomienda llevar adelante proyectos de reintroducción, y el plan nacional de conservación del huemul también identifica las reintroducciones como una herramienta válida. Iniciamos los trámites para importar tres huemules desde Chile, pero aún restan todos los de la vecina república, que debe analizar el proyecto, y decidir si autoriza o no la exportación de los tres ejemplares provenientes de la instalación que posee la Fundación Huilo Huilo en ese país”.

También aclaran que “Solo se pidió UNA excepción a una resolución para que los animales puedan ser transportados directamente a Santa Cruz sin pasar por el Aeropuerto Internacional de Ezeiza. De esta manera, el viaje es significativamente más corto, lo cual es razonable para ajustar el transporte a pautas de bienestar animal”.

Niegan que los animales sean destinados a un zoológico, y destacan que forman parte de un proyecto de reintroducción en el cual serán liberados y no se cobrará entrada a turistas, ya que todos los campos de la Fundación que tienen uso público son de acceso libre y gratuito.

Asimismo mencionan que los trabajos publicados no indican la presencia de “variedades genéticas” vinculadas con la Cordillera de los Andes y sugieren que buena parte de la diferenciación genética actual se debe a la fragmentación resultante de la actividad humana.

En relación con la zona de reintroducción, destacan que solo en el noroeste de Santa Cruz existen datos publicados de por lo menos cinco exploradores distintos que registraron huemules en ambientes abiertos de estepa o de “ecotono” (bosque/estepa). “Algunas de estas observaciones fueron hechas exactamente en el mismo lugar donde se propone la reintroducción –afirman–. Estos ambientes fueron recuperados del sobrepastoreo y ofrecen alimentación de altísima calidad para los huemules si finalmente son reintroducidos”.

Sin embargo, otros investigadores no están tan de acuerdo. Aunque coinciden en que el “reasilvestramiento” (rewilding, en inglés) puede ser una estrategia válida, también destacan que deben cumplirse ciertas condiciones; entre ellas, planificar considerando la conectividad y coexistencia; enfocarse en la recuperación de procesos ecológicos, interacciones y condiciones basadas en ecosistemas de referencia; reconocer que los ecosistemas son dinámicos y cambian constantemente; requerir apoyo y compromiso de las partes interesadas en el proceso; basarse en la ciencia, el conocimiento ecológico tradicional y conocimientos locales  (Reflexiones sobre el reasilvestramiento en la Argentina, https://mn.sarem.org.ar/article/reflexiones-acerca-del-reasilvestramiento-en-la-argentina/).

Shehuen, el primer huemul nacido en cautiverio en 70 años

“El rewilding como estrategia de conservación de la biodiversidad es súper válido –comenta Alejandro Valenzuela, docente en la Universidad de Tierra del Fuego, coordinador de la Comisión de Nutrias de la  UICN y miembro de la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (Sarem)–. En el mundo, hay ejemplos icónicos: los lobos en [el Parque] Yellowstone, el lince ibérico... En fin, existen casos emblemáticos que funcionaron y generaron beneficios a largo plazo en el ecosistema. Pero lo primero que hay que buscar cuando uno reintroduce una especie es que la amenaza que llevó a su extinción en ese sitio haya desaparecido. Esto se aplica no solo al huemul, sino también al yaguareté, los tapires... En otras palabras, si al yaguareté en Corrientes lo extinguieron los campesinos porque se comía el ganado, ¿qué nos hace pensar que ahora no va a pasar lo mismo? Se requiere un trabajo importante con las comunidades, pero la mayoría de los proyectos de reintroducción en la Argentina se hacen sin tener en cuenta estas exigencias. Por otro lado, hasta qué punto deben destinarse recursos, fondos, individuos que están en peligro de extinción para una traslocación que en principio no pareciera que vaya a ser exitosa. Suponiendo que la estepa fuera el lugar adecuado, con tres individuos, después de un tiempo van a ser todos hermanos o primos hermanos. Entonces, esa población va a ser endogámica, lo que va a exigir suplementar el grupo con ejemplares de otro lado… Una de las propuestas sería obtenerlos de silvestría; o sea, de las poblaciones que hay en el Parque Nacional Perito Moreno y en el Parque Nacional de los Glaciares, o en estancias vecinas. ¿Y tiene sentido limitar una población que está relativamente estable, pero muy vulnerable? ¿O destinar millones de pesos y dólares para introducir tres individuos en un sitio en el que no estamos seguros de que hayan estado, donde además las amenazas no sólo no se removieron, sino que es uno de los lugares que sufre mayor desertificación y erosión del suelo por la explotación ganadera?”

Para Valenzuela, incluso en el caso de que se hubieran recuperado muchísimas hectáreas, hay otros desafíos. “Pongamos el caso del yaguareté –propone–. El Parque Nacional Iberá es el más grande de la Argentina, es un área protegida gigantesca. Introdujeron los yaguaretés, pero la población más cercana está a 600 kilómetros. Esos animales, cuando empiecen a aumentar en número, van a tener que salir. Y en esos 600 kilómetros hay campos cultivados, vacas. Sí, el ambiente del Iberá está recuperado, pero se está poniendo una población en el medio de la nada, sin conectividad con ninguna otra. Si uno reintroduce poblaciones aisladas, dentro de unos años tendrá que llevar más, que probablemente serán silvestres”.

Acerca del área en la que se piensa reintroducirlos, Pablo Teta, doctor en biología y presidente de la Sarem, no está de acuerdo con que esta especie tuviera una distribución amplia en la estepa. “Es decir, el huemul es una especie de bosque que ocupó sobre todo áreas ecotonales (donde éste se mezcla con la estepa) –explica–. En algún momento del año, se movían a esos espacios más abiertos, pero ése nunca fue el hábitat óptimo. No hay consenso en la comunidad científica sobre cuál era la distribución del huemul en los siglos XVIII y XIX; por ende, no queda clara la necesidad de reintroducirlo en ese sector de la Patagonia. Hay dos trabajos que son muy contradictorios entre sí: uno dice que se lo encontraba hasta la costa Atlántica y Tierra del Fuego, y otro dice que los registros son muy pocos, y que muchos o son erróneos, o inciertos o discutibles. De hecho, en este momento hay un preprint [trabajo científico que todavía no fue sometido a revisión por pares] en el que se discuten todos estos supuestos registros del huemul en la estepa patagónica. Además, son de hace más de 100 años, con otro contexto ambiental y climático”.

El científico también disiente con la conveniencia de “abrir un nuevo frente”, y apostar por una nueva población de muy pocos individuos (con los riesgos que implica), en lugar de poner toda la energía en preservar las que ya existen en áreas protegidas. Según afirma, son necesarios entre 50 y 500 individuos para iniciar una población sostenible en el tiempo.

Informes de Parques Nacionales y otros fueron negativos en cuanto a la necesidad de importar estos animales –dice–. De acuerdo con las normas de la UICN, si uno va a reintroducir una especie en un determinado lugar, lo primero que tiene que  saber es por qué esa especie se extinguió ahí y asegurarse de que esas causas hayan cesado. En la mayoría de los casos se tiende a hablar de factores antrópicos, pero el ser humano puede causar extinción de muchas maneras; desde la modificación de los hábitats, hasta la cacería o la introducción de enfermedades. Si no queda claro cuál es el motivo por el que una especie se extingue, no debería procederse a una reintroducción”.

Por su parte, Werner Flueck, que junto con su esposa Jo Anne Smith-Flueck, también bióloga, un puñado de voluntarios y la Fundación Temaiken, lideran una iniciativa para salvar al huemul de la extinción, aclaró que por ahora no comparte proyectos con la Fundación Rewilding Argentina, y que no considera una prioridad la importación de ejemplares. “Como herramienta, puede ser una opción en el futuro, como se practica en todo el mundo con muchas especies. Pero eso requiere evaluaciones y estudios previos. En este caso no hubo nada de eso. Es decir, los intercambios como herramienta son válidos cuando se los puede fundamentar, pero en el presente caso no se hizo. Hay otras necesidades”, concluye.