El gobierno de Omar Perotti cierra su primer año con más dudas que certezas, pero con un espaldarazo final que puede llegar a rendirle frutos en 2021. Una gestión algo gris en los resultados, que dio batalla en lo político pero quizás abrió más frentes de los que puede cerrar, aunque con una buena gestión de lo que fue la pandemia y sus consecuencias. Sin grandes logros para mostrar, con mucha (quizás demasiada) austeridad en lo económico, y una deuda sin dudas en su mayor promesa de campaña, aunque con crédito abierto: la seguridad pública, la "paz y el orden" que fue el slogan de 2019 y la carta (junto a la unidad, hoy perdida) que le permitió ganarle al socialista Antonio Bonfatti.
El rafaelino tuvo un comienzo difícil. Incluso, antes de entrar a la Casa Gris. La extensa y tironeada transición anticipó lo que vendría después: una convivencia difícil no sólo con la fuerza que domina la Cámara de Diputados, el Frente Progresista, sino con el propio bloque oficialista del Senado. En la Legislatura todo estuvo medio trabado, ya que tiene 7 diputados de 50 y se peleó con el bloque de senadores justicialista conducido por Armando Traferri, que terminó partido al medio hacia fin de año con 6 integrantes fieles a Perotti que rompieron con el "Pipi". Luego de mucho pelear logró la Ley de Emergencia que necesitaba al recibir un Estado muy endeudado por la anterior gestión. Sacó el presupuesto 2021 y está a punto de lograr la reforma impositiva, pero le trabaron las leyes de reforma policial y el ambicioso plan Incluir que impulsa el mandatario. Sí pudo sacar la espantosa ley de ART, un proyecto de Mauricio Macri que retomó Alberto Fernández, supuestamente para congraciarse con los empresarios industriales. Nadie puede argumentar sin mentir que es buena para los trabajadores.
Si bien el PJ tiene mayoría (12 de 19) sus propios hombres se la pasaron cobrándole peaje para sacar sus proyectos, y hasta le hicieron maldades como aprobarle un presupuesto incómodo antes de que asuma. La tensión terminó con un enfrentamiento feroz entre el ministro de Seguridad Marcelo Saín y Traferri, que está bajo sospecha por vínculos con el juego clandestino para financiar campañas políticas. Él afirma que lo están "carpeteando" por oponerse a su líder político. Desde el gobierno insisten en que quieren sanear las conexiones entre las instituciones y el delito. La causa ya tiene dos fiscales presos y podría salpicar a dirigentes de la UCR, incluso alguno cercano a Miguel Lifschitz, otro con el que el gobernador no paró de tirarse dardos en todo el año, en especial por la "pesada herencia" que según el mandatario dejó el socialismo. En esta lucha Perotti se juega toda su gestión, dicen algunas lenguas del peronismo paladar negro. Esa parece ser la apuesta.
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Cal y arena
La valoración general sobre la gestión de la pandemia es positiva. Cambió al anciano ministro de Salud Carlos Parola rápidamente, y puso en su lugar a la enérgica Sonia Martorano. Sería difícil marcar errores hoy con el diario del lunes, pero la mayoría fueron seguramente aciertos: el sistema de salud llegó al límite (99% de ocupación de camas) pero el trabajo junto al sector privado fue excelente y no hubo que elegir a quién internar y a quién dejar sin atención. Se consiguieron respiradores, se ampliaron las plazas en efectores públicos, hubo equipamiento e insumos en todos los hospitales, no se descuidaron las poblaciones alejadas de las grandes urbes y el gobierno pareció en control de la situación. Quizás se pueda reprochar una mala comunicación, algo confusa para la población, sobre la apertura de algunas actividades. Pero el objetivo de cuidar a los santafesinos se cumplió. Y la matriz productiva fue conservada ante el parate.
En la faz económica el rafaelino, en particular su ministro de Economía Walter Agosto, mostró una cara durísima en las paritarias con los estatales. "A Agosto es imposible sacarle un peso", recuerda una exministra que lo padeció cuando gobernaba Jorge Obeid. Médicos, enfermeros, docentes y empleados públicos en general empezaron mal el 2020 (el gobierno dio de baja la "cláusula gatillo" y postuló sumas fijas en lugar de porcentajes) y terminaron peor la negociación de cara al año que viene: ATE y UPCN, que son gremios afines a la administración, se le pararon de manos en la previa a las fiestas y lanzaron un paro. A los trabajadores municipales les complicó las negociaciones con los intendentes durante todo el año. La conducta recuerda más a los años de Carlos Reutemann que a otra cosa. Se rumorea que el año, que es electoral, sacaría el pie de la caja y fluirían los fondos.
Perotti da una imagen de "agarrado" con los fondos en general, pero quizás le pueda jugar a favor el haber instalado una imagen de austeridad y de "ordenar las cuentas del Estado". Los empleados del Estado, que en Santa Fe son muchos, ya lo detestan. Todo se verá en las próximas elecciones. Mientras tanto, las encuestas muestran una caída de su imagen positiva: según la consultora Innova, hoy tiene 47 puntos en Rosario. En mayo, en plena pandemia, tenía 80. Su imagen cayó junto a la de Alberto Fernández (pasó de 88% a 51%). Pablo Javkin, según la misma medición, solo perdió 10 puntos: el intendente de Rosario cosechaba 82% y ahora tiene 72%.
Núcleo duro
La mesa chica es pequeñísima, con un núcleo de poder hiper corto. Perotti es desconfiado y deja afuera a otros sectores de sus decisiones. El kirchnerismo, en sus facetas leales a Agustín Rossi o al Movimiento Evita se la pasó pidiendo que abran el juego a líneas internas, pero jamás sucedió. El bielsismo se lo facturó desde el día uno. Su construcción abroquela hoy a 6 senadores, y presidentes comunales e intendentes que le responden y esta semana hacen un acto de apoyo. Se quedó sin ministro de Gobierno por la renuncia de Esteban Borgonovo, y no hubo reemplazo. La relación con la vicegobernadora Alejandra Rodenas, puesta por Traferri, es incómoda. Hasta se dice que se peleó con el senador nacional Roberto Mirabella, su compañero de ruta y amigo entrañable desde hace décadas, porque no lo deja tener perfil propio en su función legislativa, puesto en el que lo reemplazó al asumir la Gobernación santafesina.
Si no fuera porque Nación baja fondos, pareciera que todavía no mostró mucho y ya pasó un año. Todo el tiempo parece que hay que esperar que pase algo para que arranque. Primero la ley de emergencia, después la pandemia y la crisis económica. Perotti es un poco soporífero para hablar en público. Pero la gran pregunta es qué va a pasar con esta apuesta por el mani pulite que advirtió ya en su discurso de asunción, en una provincia harta de ver como la policía, la Justicia y hasta la política ha sido cómplice, por acción u omisión, del avance del narcotráfico, las guerras de sicarios que se cobran vidas hasta de niños en balaceras en las zonas marginales de las grandes urbes, y los robos de poca monta que enardecen a los vecinos y se producen fuertemente en zonas liberadas por las fuerzas de seguridad.
A todo o nada
"Mi sensación es que es medio horrible todo, pero siempre tuve en claro que se la juega toda con el tema seguridad. Si le sale bien este quilombo, se lleva puestos a todos y se para él. Imagínate en un escenario donde terminan preso un senador, un ex ministro de seguridad, un par de fiscales, un juez federal y muchos canas. Es noticia nacional", aporta un dirigente peronista que simpatiza de Saín y cree que Perotti hace bien en recostarse en esa línea, aunque le gustaría ver otras. Es cierto que el gobernador, de salirle bien un proceso de limpieza de este estilo apoyando políticamente un proceso serio de la Justicia, podría ser visto como el gran saneador. Pero la calle seguiría caliente.
Seguridad era una de las principales banderas de campaña. Si bien hubo una gran inversión para equipar a la policía, para sacar la cabeza del agua, en un año bravo en el que dijo de todo y los medios se mofaron de él, Saín debería poner ímpetu en poder enfriar el territorio. Menos muertos, menos tiros, más presencia preventiva, más confianza del ciudadano en los efectivos policiales son algunos de los factores que empezarían a acomodar las sandías en la caja. Destruir a los rivales electorales mostrando que estaban sucios no lo va a generar por sí solo, y la reforma policial aparece hoy con esta correlación de fuerzas como el sueño más largo del mundo. El ruido mediático que puede generar mandar a prisión a manzanas podridas de la política, la Justicia y la policía es un gran capital, pero no es algo que haga que la gente no tengo miedo al volver a su casa.