Fake Terminator o el sacrificio inútil

Milei recluta conversos para el show de la gestión, los mercados no la ven y hasta el radicalismo se anima. El rol clave de Leila Gianni. La gran duda que penetra en los votantes moderados de LLA.

09 de junio, 2024 | 19.28

Veinticuatro horas antes de que Leila Gianni se cruzara con Juan Grabois en los pasillos de Comodoro Py, la abogada del Ministerio de Capital Humano había almorzado con Javier Milei. El intercambio de acusaciones que había comenzado en el segundo piso del edificio de los tribunales federales, durante la audiencia de la Sala II de la Cámara Federal, no fue parte de un desborde de la ex funcionaria de Juan Cabandié. El presidente la avala, como lo hace con todos los desertores que hoy se abrazan a su religión. Más que una exponente indisciplinada del megaministerio de Sandra Pettovello, Gianni es hoy el principal sostén de la ex periodista. En eso coinciden quienes conocen la dinámica interna del ministerio que tenía arrumbados en depósitos 5 millones de kilos de alimentos.

La subsecretaria de Legales de Capital Humano ingresa a la quinta de Olivos en forma frecuente y tiene con Milei una relación directa. En Casa Rosada, lo admiten: al presidente no le importa su historia política, solo se fija en su comportamiento actual y en la defensa enérgica que hace de su gobierno. Para el topo que vino a infiltrarse en el Estado con el objetivo de destruirlo, cada converso es una cucarda. 

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Antes que darle a Mauricio Macri los lugares que reclamaba, los hermanos Milei convocaron a ex funcionarios del peronismo que son capaces de reciclarse sin culpa. Daniel Scioli es apenas el más visible. La casta es inmunda solo cuando obtura los delirios refundacionales del presidente. Aunque haya sido militante de La Cámpora y haya pasado de administración en administración, Milei ve en Gianni a una funcionaria que se le parece. Capaz de discutir en público en medio de un gobierno donde la mayoría de los ministros no hablan y se esconden o se acobardan, a Gianni se le atribuyen tantos vínculos que sorprenden. Ni siquiera en LN +, donde algunos le piden la renuncia, pueden estar seguros de que su ascendencia no penetre en el canal que el presidente siente como propio. 

Pettovello es la ministra preferida del presidente, lo conoce desde hace décadas y -según las planillas que el gobierno le entregó a Clarín- hasta pasó la noche en la residencia presidencial el día que Milei se mudó desde el hotel de Eduardo Elsztain. Pero la batalla que le encomendó el divulgador la sobrepasa. Tiene seis denuncias penales en su contra y en Capital Humano admiten que solo zafó de ir a una indagatoria porque la Justicia todavía no probó que parte de los alimentos que estaban en depósitos se habían vencido. Gianni, en cambio, va para adelante. “Si cae ella, cae el ministerio”, dicen en la sede de Juncal y Cerrito. 

Como Milei, el presidente que nació del odio al sistema político, Pettovello nunca se preparó para la función que hoy le toca. Sin antecedentes de gestión, concentra el 67% de los recursos del presupuesto nacional, es la cara de un gobierno que llevó la pobreza al 55% en apenas unos meses y tiene como misión principal ajustar sobre los más necesitados. 

Gianni, la abogada que hasta noviembre pasado rezaba por el triunfo de Sergio Massa, es la cara más aguerrida de Capital Humano y, según dicen en LLA, se cargó al hombro desde el comienzo la cruzada contra las organizaciones sociales que ordenó Milei. Hace tiempo que chocaba con Pablo De la Torre y le advertía a Pettovello que el peronista celeste de San Miguel buscaba construir un ministerio paralelo para recaudar y quedarse con su despacho. En diciembre pasado, Gianni llegó a Capital Humano de la mano del abogado Facundo Echenique. Pero había tenido un primer contacto con los paleolibertarios mucho antes, cuando conoció a Lucía Montenegro en el Club Miraflores del Bajo Flores, donde la legisladora practicaba kick boxing y Gianni acompañaba a su pareja Guido Veneziale, vinculado a los clubes de barrio en la ciudad.  

En el gobierno dicen que el lazo principal de Gianni era con el padre de la legisladora, Antonio Montenegro, un instructor de artes marciales identificado con los carapintadas y ligado a Alejandro Biondini y José Bonacci, el dirigente de ultraderecha que puso su partido a disposición de LLA en el debut electoral de Milei en 2021.

Si algo reconocen dentro y fuera del gobierno es que a la mejor ministra de la historia la excede por mucho la responsabilidad que asumió. Dicen que el ministerio es “inmanejable” y que el denunciado De la Torre concentró tanto poder porque no tenían a quien designar al frente. En el cuadro se mezclan el amateurismo y la improvisación con la ineficacia. 

Los partisanos del ajuste ya avisan que van a distribuir tarde lo que estaba arrumbado por orden de la Cámara Federal y no van a comprar ni un kilo más de yerba ni un litro más de leche. El gobierno estaba mal informado: el viceministro de Justicia, Sebastian Amerio, le hizo creer a Santiago Caputo que el fallo de la Sala II le iba dar la razón al gobierno. Por el trabajo de Gianni, Pettovello se convenció de que la fe que la unía a De la Torre no alcanzaba para ignorar el riesgo que corría y en su equipo repiten que los hermanos de San Miguel montaron un sistema recaudatorio para hacer política en el conurbano. 

Fake Terminator o rockstar de un caos organizado, Milei cambió las coordenadas de la política y concentra todas sus energías en actuar el papel de líder antisistema con apoyo popular. Pero la realidad desmiente la arenga del ajuste contra la casta y todavía hay que ver si el presidente es capaz de evitar el apocalipsis. Con una recesión salvaje que eleva la desocupación y una debilidad absoluta en el Congreso, a seis meses del inicio de su aventura de gobierno, el presidente empieza a generar interrogantes en sus aliados naturales. 

Milei atravesó su peor semana con todos los indicadores en rojo. La suba de los dólares paralelos y el riesgo país muestran que algo no anda bien: o la pulsión por los bonos de Luis Caputo genera inquietud en los fondos de inversión que quieren cobrar el vencimiento que viene el 9 de julio o el rumbo de un gobierno que no pudo todavía sancionar su primera ley potencia la sensación de que la inestabilidad de fondo no se alteró en lo más mínimo. 

Según CIARA-CEC, la cámara que nuclea a las grandes cerealeras, la liquidación de dólares de mayo cayó en 37% en relación a la del año de la sequía. El agronegocio resiste desde los silos el ritmo de devaluación que conspira contra sus intereses. A eso se suman las declaraciones también apocalípticas del presidente de la cámara, Gustavo Idigoras, que definió a la Argentina como un “jubilado de la agricultura” y anunció el fracaso de la industria aceitera, la fuente principal de divisas en un país sediento de dólares. 

La fragilidad y el amateurismo de LLA bautizó en tiempo récord a Guillermo Francos, el rey de la negociación al que durmieron los radicales que no responden a Rodrigo De Loredo. La votación que consagró una nueva fórmula jubilatoria con el apoyo de dos tercios es un golpe a la línea de flotación del ajuste y representa, según el gobierno, un gasto equivalente al recorte que Milei pretende hacer con la ley Bases. Pero su efecto político es todavía más importante porque el veto que anuncia el presidente puede ser un bumerán para el oficialismo. 

Después de dos décadas de antagonismo, del kirchnerismo y el macrismo, lo que queda del radicalismo y el peronismo dan indicios de una convergencia. La mano derecha de Facundo Manes, Pablo Juliano, negoció con Maxi Ferraro, Germán Martinez y Nicolas Massot para conseguir el quórum y los votos para una media sanción que tiene destino de ley. El jefe de la bancada de Unión por la Patria acordó con Máximo Kirchner facilitar el mecanismo para evitar que el antikirchnerismo se imponga contra el dictamen. Pero entre los gestores del acuerdo que se logró en la sesión hay una nueva generación de dirigentes como Sabrina Selva (UP) que conoce al radical Juliano del Instituto Universitario CIAS, la escuela de liderazgo político del sacerdote jesuita Rodrigo Zarazaga. También pesó la relación de Victoria Tolosa Paz con Massot y Miguel Angel Pichetto.

De Loredo buscó endulzar los oídos de Milei con acusaciones de un radicalismo sin destino, que va a terminar hermanado otra vez con Leandro Santoro. En cambio, en Diputados hablan de un doble juego del cordobés, que asumió sus límites en un tema sensible y dejó correr la confluencia. 

El radicalismo que le rompió el invicto muy rápido a Francos y durmió al karina-menemismo dice que era necesario dar un gesto a la sociedad en el momento en que Diputados votaba el aumento de sus dietas. Pero hay algo de fondo: piensan que el gobierno de Milei y la crisis no resuelta entre las cabezas de UP le dan una oportunidad al partido que fue furgón de cola de Macri en el poder. Es un grupo que rechaza el seguidismo de los gobernadores de su partido con la extrema derecha. No solo es Lousteau, también es Manes. Pretenden volver a representar a los sectores medios postergados, recorren los barrios populares y creen que el peronismo está inhabilitado para ser la alternativa a LLA. “Milei es para el peronismo lo que fue el 2001 para el radicalismo”, dicen. 

Por eso, no sería extraño que los acuerdos más o menos discretos con UP se repitan. Aunque la frase genera urticaria en Macri, esa facción de la UCR dice que el kirchnerismo no pica. Defienden un pragmatismo que le permita al radicalismo perder el miedo y, sobre todo, reconciliarlo con los resultados. Milei y Macri encuentran nuevos elementos para detestarlos igual o más que a cierto tipo de peronismo. El problema de fondo es el gobierno, que no funciona.

Los Milei buscarán recuperarse con el dato de inflación de mayo -hija de la recesión- y la aprobación de la ley bases en el Senado, pero los votos no están asegurados si el presidente que necesita el apoyo radical los amenaza al mismo tiempo con un veto.

Con evocaciones a Macri y Menem, Caputo -converso de la primera hora- dice que lo peor ya pasó y que el gobierno no va a defraudar. Pero economistas como Marina Dal Poggetto no ven cuál es el programa de Milei y se preguntan si no le está haciendo pagar a la sociedad un ajuste que no te lleva a ningún lado. No hay recuperación en V y mucho menos, dólares para financiarla, el Banco Central cada vez compra menos divisas y hay que rezarle a Xi Jinping porque viene un bimestre con altos vencimientos de deuda en dólares. La tasa de interés negativa agita al dólar y conspira al mismo tiempo contra el anunciado fin del control de capitales. 

En el bolsillo, el aumento de la tarifa de electricidad que viene -tiene como blanco a la clase media y la clase baja- puede superar el 155% en algunos casos. Eso se da sobre ingresos pulverizados. Según datos de la consultora Equilibra, en el primer cuatrimestre del año, los sueldos de los empleados públicos perdieron 24% en relación al primer cuatrimestre de 2023; los de los informales, 18%, y los asalariados privados registrados, 11%. ¿Quién ganó?

Basado en entrevistas de dos horas con ocho grupos de votantes de Milei, un estudio muy interesante que acaba de publicar la Fundación Friedrich-Ebert-Stiftung apunta a los imperdonables del presidente. El primero es que sea “más de lo mismo”, “un político más”, y solo busque el beneficio del propio grupo o de “los amigos del poder, como lo hizo Macri”. El segundo es que se compruebe que el sacrificio que está haciendo la sociedad es inútil: que se constate la ineficacia e incapacidad de Milei para salir adelante y la recompensa nunca llegue. 

En los testimonios de votantes moderados de LLA de todo el país y distintas edades, se puede ver que la insensibilidad de la dirigencia política ante el sufrimiento de la población incubaron un componente central del fenómeno Milei: el resentimiento. Con un rechazo absoluto a la intervención estatal -que ven como fuente de injusticias-, a los beneficiarios de planes sociales y apoyo incluso a los despidos en el Estado, votar a Milei para ellos fue la última esperanza y la única salvación posible. Un acto de fe. 

Sin embargo, en ese mismo grupo de personas que votaron a Milei hay quienes ya sienten “decepción” y se dicen “traicionados” por un presente de sufrimiento personal y familiar que puede ser en vano. Pensaban que iba a ser diferente y descubrieron que la casta son ellos mismos, “la clase media para abajo”. No es casual que Luis Caputo aparezca entre los votantes de la extrema derecha como “el gran referente de la casta en el gobierno”. 

Parte esencial del 26% que le dio la victoria en segunda vuelta, los moderados de Milei exigen una mejora económica rápida para mantener su apoyo y dicen que un fracaso que implique más sacrificio para “los de abajo”, puede ser contestado con reclamos y movilizaciones en la calle.  De todas maneras, el estudio realizado por Esther Solano, Pablo Romá y Thais Pavez advierte que el fracaso económico no implica el fracaso ideológico. Sería un error estratégico, dicen, pensar que un escenario donde Milei no termine bien su gobierno significará la derrota de las subjetividades y categorías que ya gobiernan el debate público.