El dirigente social Daniel Menéndez está a punto de renunciar a su cargo en el Ministerio de Desarrollo Social, como subsecretario de Políticas de Integración y Formación, para dedicarse a la campaña electoral como precandidato a diputado nacional por el Frente de Todos. En diálogo con El Destape, anticipa que llevará al Congreso la agenda de los movimientos sociales y advierte que sectores de la política subestiman una realidad social crítica, con niveles alarmantes de pobreza.
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En la previa de la movilización de San Cayetano a Plaza de Mayo, el coordinador nacional del Movimiento Somos-Barrios de Pie explica por qué “los planes sociales fracasaron”. Las fortalezas de la unidad, las tensiones por el armado de listas y la expectativa por la llegada de Juan Zabaleta, intendente de Hurlingham, al lugar de Daniel Arroyo en un ministerio caliente en el que conviven actores de peso del oficialismo.
-¿Qué agenda vas a impulsar en el Congreso?
Hay una agenda que tiene que ver con los movimientos sociales. Durante el macrismo construimos tres proyectos de ley que salieron de manera unánime. La ley de urbanización de barrios populares; la de emergencia social, que creó el Salario Social Complementario y un horizonte de transformación de las políticas sociales, que es el del trabajo por sobre el subsidio; y la ley de emergencia alimentaria sobre el final del gobierno de Macri frente al daño social que provocaron sus políticas. Eso y la agenda de la UTEP de Tierra, Techo y Trabajo. Las organizaciones somos parte del Frente de Todos y constitutiva de este proyecto político.
Hay una agenda de la política que no ve la magnitud del deterioro social. Hay necesidad de impulsar transformaciones en la política social.
"La magnitud del problema requiere una reforma estructural"
-¿Qué significa que la política no ve la magnitud del deterioro social? ¿A quién o quiénes te referís?
-La magnitud del problema requiere una reforma estructural. Lo vemos con preocupación por estar viviendo la realidad de los sectores populares, de los más humildes. Es una realidad que a veces se subestima, que no se dimensiona su magnitud, y creemos que hay que construir respuestas que nos permita ir reconstruyendo y pensarnos en el mediano plazo. La unidad tiene que consolidarse en un proyecto de país que evite las caídas cíclicas que nos dejan siempre en un lugar peor al que estábamos.
Es una situación que contacta con lo que pasa en América Latina, donde hay escenarios en los que esas mismas realidad expresan rupturas de los sistemas políticos.
-Además de la crisis sanitaria que golpeó al mundo entero, ¿cuáles son los obstáculos o limitaciones que tiene el Gobierno, internos y externos, para avanzar en esas transformaciones?
-La pandemia impactó sobre un deterioro que generaron las políticas económicas del macrismo, el endeudamiento, la vuelta al hambre, el deterioro de la estructura productiva, del mercado interno, el cierre de pymes y comercios, ese es el contexto sobre el que impacta la pandemia, que nos deja un escenario muy difícil. El endeudamiento es un elemento condicionante que dejó el macrismo, que incluso fue pensado en esos términos, para condicionar futuros procesos de desarrollo autónomo.
Tenemos una etapa de reconstrucción que tiene que ver con sanar, recuperar el poder adquisitivo del salario, la rentabilidad de las empresas. Hay un proceso inmediato de saneamiento del tejido social es un paso imprescindible para reconstruir un horizonte de progreso y de inclusión.
-Hay resistencias muy firmes de sectores del poder económico y de la política, en la famosa correlación de fuerzas a veces pareciera que hay un empate, ¿cómo se destraba esa situación? ¿Alcanza con la unidad del oficialismo?
-Tenemos por delante un proceso de pospandemia con un país muy deteriorado, y la reconstrucción encuentra una unidad muy sólida en el Frente de Todos. Los debates internos se dan sobre una base de acuerdos muy nítidos, que a veces se subestima en los análisis, y prevalece por sobre los matices que podamos tener. Está claro que de un lado están quienes fomentaron el endeudamiento y la especulación financiera, y del otro los quienes fortalecemos el trabajo y pensamos en la producción, con la inclusión de los sectores populares. Ese es el principal punto vertebrador del sistema político argentino.
Después, dentro del Frente de Todos tenemos los debates sobre cómo y para dónde profundizar ese camino. Hay puntos muy altos de la unidad, con acuerdos sin fisuras sobre las tareas urgentes.
Tensiones por el armado de listas y la llegada de Juanchi Zabaleta a Desarrollo Social
-¿Se sintieron relegados del armado de las listas?
-No, nos sentimos plenamente parte. Los movimientos sociales son una parte central del Frente de Todos, estamos con un lugar protagónico, y estamos convencidos de que el horizonte del frente es lo que nos va a permitir resolver los problemas estructurales y vamos a trabajar para consolidar y fortalecer el espacio.
-La llegada de Zabaleta al ministerio de Desarrollo Social, ¿cómo la toman y qué esperan las organizaciones sociales de esa relación?
-Tenemos una mirada muy positiva de quien sería el nuevo ministro, y aspiramos a que haya un horizonte de transformación de las políticas sociales para dar una vuelta de página a la asistencia y pasar al trabajo. Por lo que conozco a Juan Zabaleta, seguramente va a ser la agenda que vamos a consensuar. Estamos convencidos de que la convocatoria del presidente reafirma que los movimientos populares somos parte de la solución para la realidad social.
-Esta semana llevaron al ministro Martín Guzmán a un espacio comunitario en Ciudad Oculta y a una fábrica recuperada. ¿Cómo analizás la gestión económica en términos sociales y los desafíos que tiene?
-Hay una agenda que se cargó al hombro el ministro de Economía que es resolver el problema de la deuda, una de las tareas determinantes. El problema del endeudamiento es de una gravedad política e histórica que condiciona a la Argentina, casi que es una traición a la Patria del macrismo. Es una tarea titánica que está resolviendo con firmeza y la gestión de Guzmán va a dejar los cimientos que nos permitan pensar un desarrollo a largo plazo.
Movilización de las organizaciones a Plaza de Mayo y el debate sobre el salario universal
-¿Cuál es el mensaje de la movilización de San Cayetano a Plaza de Mayo?
-El mensaje es muy claro en relación a lo que definió la UTEP, un espacio que integran infinidad de organizaciones, el más importante de los movimientos populares, con una agenda muy clara de visibilizar una realidad difícil, dura, y que tiene un horizonte de reconstruir la Argentina con una mirada de integración de los movimientos populares a la solución, como dice Alberto Fernández.
-Uno de los reclamos de esta movilización es la implementación de un salario básico universal. ¿Ves posible y necesario avanzar en ese sentido?
Creemos que parte de esta etapa, y de la integración de los movimientos populares al Gobierno, tiene que ver con transformar los planes sociales. Una parte de la sociedad vive por fuera del mercado laboral pero trabaja, es lo que llamamos economía popular, y tiene que ser la respuesta para combatir la pobreza. Debemos garantizar un ingreso que complemente lo que la gente produce, pero mejorar la capacidad productiva de ese universo de trabajadores. Hay que mirar más a la gente.
El plan fue una respuesta que construyó la política, y que ya hay que descartar de plano, que era la de subsidiar al que estaba por fuera del mercado laboral, de manera temporal, hasta que volviera la Argentina del pleno empleo. En los siguientes veinticinco años, y a pesar de los momentos de crecimiento económico, el país sufrió una transformación estructural en la que el mercado de trabajo no absorbió la demanda de la sociedad.
El plan social como solución temporal terminó siendo una solución crónica. Tenemos que tener la capacidad para ver la realidad, los planes sociales fracasaron porque fracasó la hipótesis de que iba a resurgir un mercado laboral con la generación de empleo que necesitamos. La gente siempre recurrió al trabajo y la producción para salir adelante, y la respuesta de la política fue el subsidio, que ha hecho una daño enorme y además revictimiza a los excluídos, los segrega en barrios populares, y encima se les achaca que son vagos y viven de los planes sociales.