En los últimos meses, la desocupación en Argentina mostró señales de alerta, reflejando la precariedad en el mercado laboral del país. Entre noviembre de 2023 y julio de 2024, se perdieron 146.465 puestos de trabajo en el sector privado formal y 8.692 en el empleo de casas particulares.
Estos datos se suman a un panorama económico que combina salarios bajos con un retroceso en la cantidad de empleos disponibles. Esta caída no afecta por igual a todos los sectores, siendo la construcción y la industria los más perjudicados. De hecho, el sector de la construcción sufrió una pérdida del 15% de sus puestos de trabajo, lo que marca una tendencia preocupante en áreas clave de la economía.
El último relevamiento de expectativas del Mercado del Banco Central sugiere que la desocupación podría seguir en aumento, estimándose un crecimiento del desempleo del 7,8% al 8% entre el tercer y el cuarto trimestre de 2024. Este aumento es una clara señal del impacto que la pérdida de empleos formales está teniendo en la economía.
A pesar de estas cifras negativas, la tasa de desempleo no ha sido aún peor, gracias al incremento del empleo informal. La respuesta de los trabajadores ante la falta de empleo formal ha sido buscar alternativas, como el trabajo en negro o las “changas”, que aunque mejoran la situación económica a corto plazo, no dejan de ser una muestra de la precariedad laboral y las dificultades que enfrentan las familias argentinas.
Cuántos puestos de trabajo se perdieron en el segundo semestre de 2024, según el Indec
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el empleo informal ha mostrado un notable crecimiento, compensando parcialmente la caída del empleo formal. En el segundo trimestre de 2024, se perdieron 160.356 puestos de trabajo asalariados formales en comparación con el año anterior. Sin embargo, en ese mismo período se crearon 154.579 empleos no registrados y 113.432 puestos de trabajo por cuenta propia.
Este fenómeno de “informalización” del empleo refleja la necesidad de muchas personas de adaptarse a una realidad laboral que no ofrece suficientes alternativas formales. En muchos casos, estas actividades informales se han convertido en una necesidad para sobrevivir, a pesar de que incrementan la carga laboral de los trabajadores.
El impacto de esta situación se ve reflejado en el día a día de los argentinos, quienes deben recurrir a trabajos temporales o informales para subsistir. Sin embargo, este tipo de empleo no ofrece las mismas garantías ni derechos que el empleo formal, como la seguridad social o las licencias laborales, lo que genera una mayor vulnerabilidad en el largo plazo.
Esta precarización del trabajo no solo afecta a las personas directamente involucradas, sino que también tiene un impacto negativo en la economía en general, ya que limita el consumo y la capacidad de ahorro de las familias, factores cruciales para la recuperación económica.
El aumento de la desocupación y la expansión del empleo informal son señales claras de la fragilidad del mercado laboral argentino. Si bien el crecimiento del empleo no registrado ayuda a paliar parcialmente la pérdida de empleos formales, la situación refleja una necesidad urgente de políticas públicas que promuevan la creación de trabajos estables y de calidad, que mejoren los niveles salariales y que favorezcan la formalización del empleo, clave para una recuperación económica sostenible en el país.