Shock cambiario y recesivo

El resultado de semejante devaluación con casi nula compensación será un inmediato salto inflacionario que impactará de lleno en los sectores de ingresos fijos.

12 de diciembre, 2023 | 21.05

La espera terminó, pero recién empieza. El ministro de Economía, Luis Caputo, anunció un escueto plan de 10 medidas sin mayores sorpresas. No se trató de un programa de estabilización, sino de un shock cambiario con una duplicación del precio del dólar. El oficial pasará a costar 800 pesos por unidad. Las compensaciones serán un aumento “transitorio” del impuesto PAIS hasta el 30 por ciento para las importaciones, que quedarán totalmente liberadas, y de las retenciones a las exportaciones para todos los bienes “no agropecuarios”, aunque no se detallaron las nuevas alícuotas. Es decir, el campo es el gran ganador, dicho esto para quienes esperaban una devaluación compensada a la Krieger Vasena, el ministro de economía de Juan Carlos Onganía. En la guerra de lobbies, el agro resultó intocable.

El resultado de semejante devaluación con casi nula compensación será un inmediato salto inflacionario que impactará de lleno en los sectores de ingresos fijos. Habrá que refinar los números, pero un piso de entre el 30 y el 40 por ciento en diciembre podrá considerarse exitoso.

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Para compensar los efectos sociales del shock cambiario en los sectores de menores ingresos, el ministro anunció la duplicación de la AUH y una suba del 50 por ciento en la tarjeta alimentar. Debe notarse que estos beneficios alcanzan al 60 por ciento del decil de menores ingresos, por lo que el grueso de la población quedará fuera de toda compensación. Debería esperarse un fin de año caliente, salvo que la población acepte que la supuesta casta contra la que votó es ella. También se mantendrán los planes Potenciar Trabajo de acuerdo a lo establecido en el Presupuesto 2023, pero, según señaló Caputo, eliminando intermediaciones.

En el comienzo de su exposición el ministro realizó una explicación estilo jardín de infantes sobre el déficit fiscal que no ahorró siquiera la comparación con el modelo del gasto de los hogares, según el cual el déficit del sector público no es una variable endógena a la evolución del PIB, sino una simple suma entre ingresos y gastos, donde lo que no ingresa se debe financiar con emisión o deuda. A su juicio, la población siempre observó como problemas los efectos inflacionarios y de deuda, pero no la monocausa de todos los males que sería el exceso de gasto público. Sin hacer mención alguna a la escasez de divisas o a cómo generarlas, es decir al déficit externo y al desarrollo productivo, concentró el resto de las medidas en la reducción del déficit interno, es decir el fiscal. 

Los ejes serán el recorte de los gastos de funcionamiento del Estado, con reducción de los ministerios de 18 a 9 y de las secretarías y subsecretarías de 106 a 54, la suspensión de la pauta oficial por 1 año, que cifró en 34 mil millones de pesos, y la baja de los contratos laborales en el sector público que tengan menos de un año. 

Detalló que se eliminarán los subsidios a la energía y al transporte, sin avanzar en los plazos y la implementación de esta eliminación, y que se frenará el total de la obra pública nueva y de las licitaciones que no estén en marcha. En adelante, sostuvo Caputo, las obras deberán hacerlas los privados. Finalmente señaló que se reducirán al mínimo las transferencias discrecionales a las provincias, a las que consideró moneda de cambio con los gobernadores, lo que despoja de poder de negociación al Ministerio del Interior.

No hubo mención a la política monetaria, o bien porque se dejó la tarea a las nuevas autoridades del Banco Central o bien, lo más probable, porque siguen negociándose.

En síntesis, si alguien esperaba escuchar un plan de estabilización antiinflacionario completo, con medidas monetarias y fiscales y políticas de ingresos, solo se encontró con un shock devaluatorio recesivo y con escasa compensación que beneficiará especialmente al sector agropecuario. El resultado inmediato será un salto inflacionario inicial que será soportado asimétricamente por los sectores de ingresos fijos. Los precios que más aumentarán serán los de los alimentos, que expresarán de lleno el impacto de la devaluación. En tanto, la mejora fiscal originada en los recortes de gastos y quita de subsidios, será parcialmente compensada por la caída de la recaudación resultante de la menor actividad, lo que alargará el período recesivo.

Finalmente, las medidas dejaron definidas las nuevas señales de precios sobre el sistema productivo, con un claro sesgo en favor de los sectores agropecuario y energético. La industria exportadora se verá beneficiada por la mejora cambiaria, aunque en menor medida que el agro porque pagará más retenciones. La industria orientada al mercado interno sufrirá los efectos de los mayores costos y de la recesión. Al no existir ninguna compensación sobre los ingresos no se vislumbra por ahora en qué momento se frenará la caída de la actividad. Esta historia continuará.